Edificios de tres pisos a lo largo de Edgewood Street en Boston. (Jesse Costa / WBUR)
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Tibisay Zea y Simón Rios/ WBUR

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Un estudio de cinco años realizado por la Boston Foundation sostiene que la inestabilidad de la vivienda amenaza a la salud de los residentes de bajos ingresos del área de Boston.

La iniciativa Health Starts at Home de la Boston Foundation comenzó en 2016, con fondos para cuatro organizaciones locales que trabajan en dos temas: vivienda y atención médica. Esos grupos contrataron a asesores para brindar a las familias necesitadas los recursos disponibles en la comunidad. Los investigadores indicaron que este programa permitió a las familias, que antes se encontraban aisladas, conocer las opciones de apoyo.

Stefanie Shull, participante de la organización sin fines de lucro Neighborhood Developers en Chelsea, dijo que los encuestados tenían claro que una vivienda estable promueve la salud y reduce los riesgos de enfermedades.

«Dirían que su hijo se encuentra más saludable -incluso yo lo estoy- y eso es algo que está altamente correlacionado con su estado de salud real», indicó Shull.

El proyecto sirvió a 261 familias, en varios casos con apoyo financiero para el pago de viviendas. El 78% eran hispanas o afroamericanas, y dos tercios hablaban español en casa.

Publicada el martes 1 de junio, la evaluación final de Health Starts at Home encontró que las familias vieron resultados de salud significativamente mejores. Los investigadores también vieron una disminución del estrés. Por ejemplo, al comienzo del estudio, al 37% de las familias les preocupaba el desalojo o la hipoteca, lo que bajó al 18% un año después del proyecto.

El estudio reveló que las visitas de los niños a la sala de emergencias se redujeron casi a la mitad cuando las familias estaban trabajando con asesores de vivienda o, en algunos casos, contaban con subsidios para pagar el alquiler.

Para los investigadores el resultado más sorprendente fue el que se obtuvo con respecto a la salud mental de las personas encargadas del hogar. Al comienzo del estudio, el 60% de los participantes tenían síntomas de depresión, que se redujeron al 37% un año después.

Heather Nelson, de Health Resources in Action, una organización sin fines de lucro, fue la analista principal del estudio. Ella comentó que, con solo participar, las familias se llenaron de esperanza.

«Tanto contacto humano realmente ayudó a mejorar la salud y la calidad de vida de las personas», comentó Nelson. «Nosotros (medimos la esperanza de los participantes) y esta mejoró antes que su situación de vivienda».

Tras el estudio, las familias participantes tenían menos probabilidades de enfrentarse a la falta de viviendas asequibles, a las malas condiciones de vida o hacinamientos, a la falta de vivienda y al desplazamiento. También se redujo el uso de refugios para personas sin hogar y viviendas de emergencia.

Nelson indicó que la pandemia ha dado visibilidad a la relación que existe entre la vivienda y la salud. Espera que la investigación genere cambios en las políticas.

«Creo que la población ahora puede entender por primera vez qué es la salud pública, y lo ve como, ‘Oh vivienda. ¡Eso es importante! Oh, los trabajadores de primera línea (necesitan vivienda)'», señaló.

«Solo espero que lo aprovechemos bien, para que no nos encontremos de nuevo aquí, en la misma situación».

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