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Los populistas son los nuevos dictadores. Son los dictadores en democracia. Se caracterizan por crear un mundo ilusorio, de espaldas tanto a la ciencia como a la verdad solo para ganar elecciones y luego mantenerse en el poder. Buscan crear un mundo donde el verbo racional no existe, sólo su palabra y su charlatanería. Y la verdad es que no les ha ido mal últimamente. Ha ganado Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Andrés Manuel López Obrador en México y del otro lado del Atlántico Boris Johnson en Inglaterra y Vladimir Putin en Rusia. Ellos llegan al gobierno ofreciendo lo que no tienen, con medias mentiras y ofertas irrealizables. Luego de llegar, siguen engañando y desafortunadamente les siguen creyendo quienes no chequean los datos porque continúan prometiendo lo inalcanzable.

Si bien las mentiras o las medias verdades al atraer votos ingenuos pueden ser efectivas para ganar elecciones, en tiempos de pandemia la charlatanería y la falsedad de un jefe estado populista se convierten en armas mortales. Su negación de la ciencia y los datos, causan muertes en un aterrador tiempo real. Y es que el ataque de un nuevo virus no cree en ideologías, ni partidos políticos, ni establece diferencia entre clases sociales. Este virus es el gran igualador pues mata a blancos, negros, pobres y ricos por igual y sobre todo, no cree en populistas.

Vayamos a los datos entonces.

Estados Unidos se mantiene como el foco rojo de la enfermedad en el mundo. Con más de 1.3 millones de contagios y más de 86 mil muertos al momento de escribir estas líneas, el país más poderoso del mundo se ha convertido en una vergüenza mundial. Su ineficiente sistema de salud será el epitafio de quienes se han negado a reformarlo. Consciente de esta tragedia, el doctor Fauci, cara visible de la divulgación de información sobre el virus en este país, alertó este martes ante el Senado norteamericano que una reapertura prematura de la economía podría tener consecuencias “realmente serias”. ¿Y que ha hecho Trump? Pues dedicarse a atacar a los gobernadores del partido demócrata por negarse a abrirla a pesar de que en sus localidades los casos de Covid-19 siguen aumentando. Según él, lo que mueve a los líderes que no le siguen devotamente, no es el bien común ni la salud colectiva, sino quitarle votos a él, Donald Trump, en noviembre.

“En Pandemia, la charlatanería y las mentiras de un jefe estado populista se convierten en armas mortales. Su negación de la realidad y de la ciencia son como ametralladoras que matan en un aterrador tiempo real”.

No hemos escuchado ni una palabra de dolor por parte del presidente de Estados Unidos para consolar a las familias de los muertos. Ha convertido esta pandemia en un triste escenario para hacer gala de lo peor de él: su malacrianza, egocentrismo y narcisismo. Esta característica de los populistas es lo peor que nos ha podido tocar en Estados Unidos. En momentos en los cuales el mundo necesita un liderazgo claro, altura histórica y sobre todo empático con la tragedia que vivimos, nos ha tocado un niño malcriado que suelta pataletas a cada rato en la Casa Blanca cuando algún periodista le pregunta lo que no le conviene responder.

En el epicentro latinoamericano está Bolsonaro en Brasil con más de 12 mil muertes y más de 175 mil contagios. Al igual que Donald Trump, sigue negando la gravedad de la crisis y abre la economía a pesar de que su país ha perdido a más enfermeros que Italia y España.

México ya registra 3 mil 573 fallecidos y más de 37 mil casos confirmados. En Perú, que acumula 68 mil 822 casos y mil 961 fallecidos, en algunas regiones ya no hay disponibles camas de cuidados intensivos. Ecuador ha roto la barrera de los 2 mil fallecimientos. En total existen 359 mil 975 contagios en América Latina y el Caribe y esa cifra seguirá creciendo.

Una pandemia no se termina porque queremos que sea así, ni siquiera porque lo deseen los mas poderosos líderes políticos del mundo, ésta solo se termina cuando aparece una vacuna y cuando logremos encontrar un tratamiento efectivo para sus síntomas. Hasta entonces, por favor, escuchemos los datos y pongamos oídos sordos a los charlatanes.

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