Cenicienta de Sir Frederick Ashton del Boston Ballet. Foto: Rosanna Marinelli.
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El Boston Ballet deslumbró al público el sábado 23 de marzo con su interpretación mágica del clásico del ballet «Cinderella» o “Cenicienta” en el Citizens Opera House. Esta producción transportó a los espectadores al mundo de cuento de hadas creado por el renombrado coreógrafo Sir Frederick Ashton en 1948.

La historia de «Cinderella» es un cuento atemporal que sigue resonando con el público de todas las edades. La joven y hermosa Cenicienta, interpretada con delicadeza y determinación por la bailarina Viktorina Kapitonova, capturó los corazones de la audiencia mientras luchaba contra la crueldad de su madrastra y hermanastras para encontrar su verdadero destino como princesa. El príncipe, interpretado por el bailarín Sangmin Lee, noble y apasionado, se convirtió en su compañero perfecto en el baile real, creando momentos de romance y emoción que dejaron al público sin aliento.

La versión de Ashton de «Cinderella» es ampliamente reconocida por su gracia y fluidez, y esta presentación no fue una excepción. Desde el impresionante vestuario hasta la cautivadora actuación de los bailarines, cada aspecto de la producción fue ejecutado con maestría y estilo.

PRIMER ACTO

El Boston Ballet nos transportó en el primer acto al hogar de la Cenicienta. La escenografía consiste mayormente de una chimenea a la extrema derecha del escenario, puertas con ventanas al fondo, otra puerta a la izquierda y una silla con dos asientos en el centro del escenario. 

Uno de los aspectos más impresionantes fue el vestuario satinado de la Cenicienta ya que capturaba perfectamente el azul icónico manchado por las cenizas de la chimenea que la forzaban a limpiar. Ese detalle ayudó a la audiencia a asociar el origen del nombre que las hermanastras le denominaron a la joven. Debido a que en el ballet no hay diálogo, el vestuario cumplió con contar una parte crucial de la historia. 

En este acto, se sintió más la presencia de las hermanastras. Una de las innovaciones de este ballet es que las hermanastras, roles tradicionalmente interpretados por mujeres, en esta versión son interpretados por hombres. Las hermanastras, interpretadas por Ángel Garcia Molinero y Schuyler Wijsen, mantuvieron al público riendo desde el primer hasta el tercer acto.  

Una de las escenas más cómicas del ballet fue cuando las hermanastras se estaban midiendo ropas y comenzaron a coquetear con los sirvientes. El público se reía mientras que una trataba de lucir más bella que la otra. Esto resultó en tropiezos, caídas y numerosas carcajadas.

Esta primera escena en la casa consistió más de baile de carácter versus de ballet. La única en puntas en esta escena fue la Cenicienta. Pero todo cambia cuando se le presenta la hada madrina junto al resto de las hadas que la ayudan a transformarse por completo. 

A diferencia de la historia de Disney donde los animales ayudan a la joven, en esta ballet la hada madrina junto a otras hadas ayudan a preparar a la Cenicienta. 

La hada madrina, interpretada por Ji Young Chae, fue la mejor bailarina de todo el ballet ya que su técnica fue impecable y su actuación parapelos. Un momento increíble de la variación de la hada madrina fue en el menèjes, o un patrón de giros desplazados por el escenario que forman un  círculo. No tan solo la hada tenía que girar mientras formaba un círculo, sino que también tenía que cumplir con una combinación que la obligaba a frenar entre cada giro, hacer tendu plie, o extensión de una pierna estirada mientras la otra está doblada, y a su vez inclinar su cabeza hacia atrás de una manera fluida y llena de gracia. La bailarina logró hacer lucir fácil una combinación extremadamente complicada por el cambio constante de dirección. 

La introducción de cuatro hadas se llevó a cabo y aunque cada una tuvo su variación, o baile individual, el momento en que alumbraron el escenario fue cuando bailaron todas juntas en la coda, o baile final.  En este baile se pudo apreciar más la coreografía ya que consistió en una combinación de todas las secciones de cada una de las hadas. 

Como la Cenicienta se popularizó a través de Disney y muchos la reconocen por su vestido azul, definitivamente fue una sorpresa ver a la Cenicienta transformada con un vestido blanco.

El acto culminó cuando la calabaza se convierte en una carroza y se lleva a la Cenicienta hacia el baile. A pesar de que la Cenicienta pasó la mayoría del primer acto observando, es en el segundo acto que Kapitonova se esmera no tan solo en su pas de deux, o baile de dos,  con el príncipe, sino en su variación también. 

SEGUNDO ACTO

Cuando sube el telón, la audiencia se encontraba en el palacio real. 

La coreografía de Ashton se ve especialmente pronunciada en este acto. Su coreografía en este acto, conocida por su elegancia y expresión, fue el punto culminante de la noche. Desde los pasos de ballet clásico hasta los movimientos contemporáneos, cada movimiento fue ejecutado con precisión y gracia, creando una narrativa visualmente impactante que mantuvo a la audiencia cautivada de principio a fin.

Uno de los bailes más destacados fue el cuarteto de varones. Fue muy fácil de identificar las formaciones en este cuarteto ya que la coordinación de estos bailarines fue muy precisa y la técnica muy limpia.  Aún más impresionante fue ver cómo al final de su coda todos hicieron un doble-tour, o dos giros en el aire, y terminaron en una pose de rodillas.   

No obstante, la escena más icónica de todo el ballet fue cuando la Cenicienta baja las escaleras del palacio en puntas, donde el príncipe la ve por primera vez. Aquí, se revela su gran y largo velo cubriendo la parte de atrás de la escenografía.

La conexión entre la Cenicienta y el príncipe se sintió en su pas de deux, donde el público pudo anticipar la confianza que ambos bailarines tenían al efectuar giros y balances complicados. 

Cuando el reloj indica la medianoche, las campanas fueron incorporadas en la música interpretada por la Boston Symphony Orchestra. Esto le dio un énfasis a la parte más importante de la historia, en especial cuando los bailarines comenzaron a hacer movimientos que imitaban las manecillas del reloj. 

Mientras la Cenicienta se iba, deja atrás su zapatilla, que en el ballet es una punta no un tacón como en la versión original.

TERCER ACTO

Este acto comienza con los miembros del palacio saliendo a buscar a la Cenicienta. La escenografía más impresionante de todo el ballet era la de esta escena. El trasfondo simulaba las afueras del palacio que a su vez mostraban las escaleras exteriores y estatuas que parecían de verdad. Esta escena duró poco, pero se apreció mucho.

El ballet culmina cuando el príncipe encuentra a la Cenicienta tras haber dado la zapatilla a todas las mujeres, incluyendo a las hermanastras malvadas, del pueblo. La mejor parte de este acto fue la actuación de las hermanastras mientras se medían la zapatilla.  

Esta producción resultó ser muy bonita y acogedora. A pesar de algunos fallos técnicos por parte de los bailarines y la falta de una mejor distribución de bailes entre el segundo acto y el tercer acto. Sin embargo, el ballet definitivamente transmitió muchas emociones. 

En resumen, la producción de «Cinderella» del Boston Ballet fue un triunfo artístico que deleitó y emocionó a todos los que tuvieron la suerte de presenciarlo. Con su elegancia, gracia y encanto, demostró una vez más por qué el ballet de Sir Frederick Ashton sigue siendo una de las interpretaciones más queridas y aclamadas del cuento de hadas clásico.

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