La derogación de la Ley de Movilidad Laboral y Familiar esta en manos de los votantes en la boleta electoral de noviembre.
Foto de archivo.
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Ana Julia Jatar, miembro de la Junta Editorial y directiva de El Tiempo Latino.

Las elecciones regionales del 2 de noviembre en Estados Unidos fueron una campanada de alerta tanto para los republicanos como para los demócratas. Para los primeros, la lección es que la falta de diversidad étnica no los ayuda. Para los segundos, el problema parece ser la falta de moderación ideológica. Y es que Estados Unidos es un país mayoritariamente diverso y moderado. Repito, mayoritariamente. Durante los cuatro años de la presidencia de Donald Trump se exacerbaron, con sus nefastas consecuencias, las diferencias latentes e imaginarias alimentadas, en esta sociedad, con teorías conspirativas. En nuestra opinión, los resultados de las elecciones del 2 de noviembre nos avecinan un esfuerzo por regresar a la normalidad ideológica post-Trump en los partidos políticos. Lo que está por verse es cuál será la nueva “normalidad” y cómo se manifestará.

Para el partido azul, la pérdida de la gobernación del estado de Virginia fue un golpe inesperado. En ese estado, hace apenas un año, el presidente Joe Biden ganó por diez puntos a su contrincante Donald Trump. Sin embargo, el candidato republicano a gobernador Glenn Youngkin, un ejecutivo de capital privado con poca historia política, se le impuso con relativa facilidad a Terry McAuliffe, candidato del partido demócrata. ¿Por qué? En nuestra opinión, la respuesta hay que buscarla en que McAuliffe actuó políticamente como si Trump todavía fuese candidato y obviamente ya no lo es. El republicano Glenn Youngkin logró imponerse porque se alejó de Donald Trump e hizo una campaña con temas muy locales y de valores republicanos tradicionales. Esto le permitió atraer el voto de independientes y de republicanos que habían votado por Biden para salir de Trump. En otras palabras, ido Trump del escenario, la política retorna a los valores ideológicos intrínsecos de cada partido y no a las divisiones inventadas y exacerbadas por el expresidente. Según esta experiencia, los republicanos sin Trump tendrían más chances de ganar elecciones que con su apoyo.

“Durante los cuatro años de la presidencia de Donald Trump se exacerbaron, con sus nefastas consecuencias, las diferencias latentes e imaginarias alimentadas, en esta sociedad, con teorías conspirativas. En nuestra opinión, los resultados de las elecciones del 2 de noviembre nos avecinan un esfuerzo por regresar a la normalidad ideológica post-Trump en los partidos políticos”.

¿Y los demócratas? Los demócratas por su parte tienen un problema más profundo, pues enfrentan una pugna entre su ala moderada y su ala más “progresista” en un momento en que la economía ya no es lo que era antes. Electos con una plataforma basada en la idea de que obtener buenos empleos es difícil, les toca gobernar en un contexto donde encontrar trabajadores que quieran llenar las vacantes existentes es aún más difícil. ¿Para qué ofrecer un plan de gasto público con el objetivo de generar más empleo si el problema es que faltan trabajadores para los empleos existentes? En cambio, a los votantes les preocupa más la aceleración de la inflación producto, al menos parcialmente, de una política de estímulos a la demanda en un momento en que el problema es la oferta.

Pero los demócratas lograron victorias significativas en parte gracias a la diversidad de sus candidatos. Michelle Wu, demócrata e hija de inmigrantes taiwaneses, fue elegida como alcaldesa de Boston, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar el cargo y poniendo fin a más de 260 años de hombres blancos electos como alcaldes.

Por su parte, los neoyorquinos eligieron al demócrata Eric Adams, un ex capitán de policía de Nueva York, para convertirse en el segundo alcalde negro de la ciudad, en una elección aplastante por un margen de aproximadamente 7 a 1.

Los latinos del partido demócrata también han logrado alcanzar importantes posiciones en Pensilvania y Virginia. El nuevo alcalde de Allentown, PA es Matt Tuerk, nieto de un inmigrante cubano. En Virginia tenemos a Elizabeth Guzmán, Alfonso López y Michelle Maldonado como delegados a la Asamblea por el partido demócrata.

Levantados los odios irracionales, emergerá un nuevo mapa político. En las elecciones de senadores y diputados del próximo año 2022 se verá quienes han aprendido. 

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