Por Paola M. Ferrer
In The Heights llegó recientemente a Boston con toda su fuerza al Boston Opera House. La mayoría de los espectadores – incluida yo misma – disfrutó enormemente del dinamismo y la energía del elenco, y de la mezcla inusual de géneros musicales. Nosotros los latinos, tan acostumbrados a no vernos personificados en el teatro, le dimos la bienvenida a este musical con los brazos abiertos, como testimonio de nuestros muchos logros.
Sin embargo, ya que la emoción inicial ha pasado, es hora de analizar los temas y problemas abordados en el musical, y ver si éste redime a una comunidad sumamente mal – y poco – representada en el mundo de las artes teatrales.
El apasionado e intenso musical, a diferencia de producciones de Broadway como West Side Story y The Capeman, presenta a los latinos bajo una luz positiva, pero no llega muy lejos en su intento. La obra tiene que recurrir a una historia predecible y a un vecindario esterilizado para mantenerse positivo, lo cual funciona si lo que queremos es puro entretenimiento, pero en realidad nos merecemos mucho más que eso. Sería presuntuoso esperar que un musical de Broadway elimine los estereotipos que plagan a la comunidad latina, pero no debemos cegarnos a ellos y tenemos que aprender a reconocerlos.
El nombre elegido para el personaje principal, Usnavy, causa muchas risas, pero es absurdo sugerir que un inmigrante caribeño de las últimas décadas, independientemente de su lugar de origen, ignora lo que es US Navy y su significado. El nombre es una variante no muy original del personaje de la novela «Usmaíl» de Pedro Juan Soto (1959) y que trata sobre la lucha de inmigrantes puertorriqueños. En ese caso, el nombre simbolizaba la ironía del desplazamiento de los boricuas. Usnavy también es usado en un contexto similar en el libro «The Dirty Girls Social Club», de Alisa Valdés-Rodríguez. En realidad, el uso de ese nombre continúa inmortalizando la idea de que los latinos no tenemos educación y que estamos totalmente ajenos a los asuntos de actualidad.
Pareciera que tópicos como el machismo y la deshumanización femenina están tan impregnados en nuestra psique que toda producción respetable que presente a latinos tiene que incluirlos, e In The Heights no es la excepción. Aunque se intenta moderar los temas cuando, por ejemplo, el personaje de Vanessa ignora piropos callejeros que le lanzan, la posición de las mujeres como objetos de belleza es palpable y un tanto incómoda. El personaje de Nina carga consigo la esperanza de triunfo de toda una comunidad y lucha continuamente con la presión de ser la «inteligente». Una presión que finalmente no puede soportar.
No puedo evitar pensar en el daño que les podemos causar a todas las jóvenes que muchas veces piensan que ser bella es más importante que estudiar, y que esas dos cosas son mutuamente excluyentes.
Y para no decepcionar nuestras expectativas, In The Heights también nos ofrece las típicas chismosas del barrio. Sí me hicieron reír, claro, pero lo predecible de esa premisa y la falta de visión en general me desalentó.
La historia también toca un punto controversial al abrir ciertas heridas raciales con el romance entre Benny y Nina, y la desaprobación de los padres de ella. Aplaudo In The Heights por llevar a la superficie una cara muy real y no tan agradable de la comunidad latina que lucha dentro de ella con cuestiones como racismo y clasismo.
El musical también incluye muchos temas positivos, por supuesto. La idea de la «paciencia y fe» es muy fuerte y es entrelazada por toda la historia. Habla de cómo los inmigrantes latinos, en general, se han aferrado a su fe para poder enfrentar las dificultades que encuentran en su nueva