Por: Adriana Recchia
El martes pasado la Comisión de Presupuesto de la Casa del Estado concluyó la reunión en la que se debatió el préstamo de $35 millones para Lawrence sin dar su veredicto. La decisión tardará dos semanas. Y serán dos semanas de agonía para una ciudad que está a punto de entrar en un colapso económico y espera con desesperación ese dinero para salir del caos en que la dejó el gobierno corrupto de Michael Sullivan.
Por las noticias que han estado saliendo en las últimas horas, la situación no se pinta fácil para Lawrence. La Comisión de Presupuesto está dividida sobre el tema. Muchos legisladores están expresando dudas sobre otorgarle el préstamo a la ciudad o no, y exigen condiciones.
Todos los cuestionamientos apuntan a la reticencia del alcalde William Lantigua de renunciar a uno de sus cargos para dedicarse tiempo completo a cualquiera de las dos demandantes posiciones.
En año electoral, donde se juega la Gobernación de Massachusetts, el caso de Lantigua se ha convertido en tema de campaña. Los republicanos están haciendo una fiesta con la crisis de Lawrence y aprovechándola para golpear al gobernador Deval Patrick, quien ha propuesto el préstamo de rescate.
Pero, ya no se trata sólo de los republicanos. Los Senadores, Representantes Estatales del área, colegas de bancada de Lantigua y demócratas como él, se han sumado al coro de las críticas para pedirle al Alcalde que renuncie a uno de sus puestos para evitar que la ciudad pierda el préstamo.
Lantigua se defiende diciendo que si él renuncia, sus enemigos políticos buscarán nuevas excusas para seguir atacando. Y es cierto. Los ataques seguirán. Muchos están interesados en que la joven administración latina fracase y, por otro lado, la campaña electoral de la Gobernación durará todo el año.
El Alcalde tiene razón en no querer obrar de acuerdo a los parámetros que le imponen sus enemigos políticos. Pero su comportamiento debe regirse por los parámetros que guían a todos los gobernantes de conducta irreprochable.
Cuando asumió el cargo, Lantigua dijo que no quería ser recordado como el primer Alcalde latino, sino por haber sido el mejor de los Alcaldes.
Un buen Alcalde debe ser justo. Y no hay justicia sin igualdad. Él debe dar el ejemplo de todo lo que predica. Si él exige austeridad, no estaría mal que le ahorrara a los contribuyentes uno de sus dos sueldos.
Debe también tener un trato igualitario con todos los medios de comunicación, aún los que no le son favorables.
Las noticias y los anuncios no pueden ir dirigidos sólo a los medios amigos. La lambonería y la obsecuencia nunca ayudan a hacer un buen gobierno.
En los pocos días que ha estado en el cargo, Lantigua ha impulsado interesantes medidas para corregir el déficit fiscal y ha iniciado una investigación que apunta a descubrir la corrupción que imperó en el gobierno de Sullivan.
Pero, esas buenas acciones han quedado totalmente acalladas por su imprudente persistencia en mantenerse en los dos cargos, lo que está minando su imagen y la de todos los latinos que vivimos en Lawrence.
Lantigua siempre defendió su decisión de mantenerse en los dos puestos afirmando que eso le daría la oportunidad de cabildear mejor por Lawrence en la Casa del Estado. Pero en la práctica se ha demostrado lo contrario. El martes pasado, no pudo presentarse ante la Comisión de Presupuesto para defender a su ciudad porque él es precisamente parte de esa Comisión. ¿Alguien duda ya que el conflicto de interés entre ambos cargos está perjudicando a Lawrence?
Lantigua debe comenzar a pensar y a obrar como un buen Alcalde. Para ello, lo primero que debe hacer sobreponer los intereses de Lawrence a sus intereses personales.
Adriana Recchia, originaria de Argentina, es periodista