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Por María Iñigo

Hace 40 años, cuando Ángela Atenco servía mesas en el restaurante de su hermano en el poblado Izucar de Matamoros, en Puebla, México, lejos estaba de imaginarse que algún día dirigiría la cocina de su propio restaurante en los Estados Unidos: Angela’s Café.

Mucho ha cambiado desde esos días. Ángela dejo México para seguir a sus hijos Joel y Luis López a Estados Unidos, y cambió su natal Puebla por en East Boston.

Sin embargo, hubo algo que no pudo dejar atrás: su gusto por la cocina típica de la altiplanicie mexicana.

Y fue con el afán de compartir dicho gusto que, con ayuda de sus hijos, decidió abrir Angela’s Café.

El restaurante abrió sus puertas el 8 de agosto de 2007 en el 131 de la calle Lexington en East Boston. El lugar es acogedor, con paredes color marrón de las que cuelgan pequeñas veladoras, y lo presiden: tras la barra, un altar a la virgen de Guadalupe y frente a la puerta, un retrato de Doña Dolores López, madre de Ángela Atenco y a quien ella debe su destreza en la cocina.

«Mi madre se dedicaba a vender mole y fue ella quien me enseñó a cocinar», dice Atenco. «Desde los 8 años yo ya ‘echaba’ tortillas y luego cuando se enfermó [su madre] tuve que aprender a hacer todos los moles y las salsas».

Hasta el día de hoy, y a pesar de la dificultad que esto representa, Ángela sigue cocinando sus platillos con las recetas tradicionales que le enseñó Doña Dolores López.

«Para el mole poblano molemos todos los ingredientes, así uno por uno», dice Atenco mientras sus manos se mueven representando la fricción de la piedra contra un metate. «Igual para el pipián y para todo», continúa.

«Siempre quisimos tener un negocio propio y seguir con la tradición de las recetas de mi abuela», dice Luis López, y a la vez que su mirada recorre el establecimiento, lleno de orgullo, continúa, «para nosotros este restaurante es un sueño hecho realidad y resultado del esfuerzo de toda la familia».

Y es que cada jornada en Angela’s Café es el fruto del trabajo bien orquestado de los López-Atenco. Ángela se encarga de la cocina, su hijo mayor Joel lleva la contabilidad, su nieta Ixchel limpia mesas los fines de semana y su hijo menor Luis está a cargo del frente de la casa y las compras.

«Hago un poco de todo», dice Luis. «Con tantos años en el negocio tuve que ir aprendiendo».

Luis llegó de México a Nueva York en marzo de 1992 y unos meses después se mudó a Boston. Ya en Boston su primer trabajo fue en un restaurante italiano en el North End y más adelante con la misma compañía en la calle de Newbury.

Luis trabajó ahí por 13 años y ascendió de bus-boy a mesero, y finalmente a mánager. En 2004 se le ofreció hacerse cargo de un restaurante de desayunos americanos en East Boston, Lennies Spa, el cual manejó por 3 años hasta que llegó el momento de aplicar todo lo que había aprendido para abrir su propio negocio.

De este modo, Luis López ha trabajado con su familia para que Angela’s Café sea un éxito.

Con modestia, Luis comparte: «No hemos sido sólo nosotros, hemos recibido mucha ayuda de los vecinos de East Boston y muchas oportunidades en éste país». Y con nostalgia agrega, «me hubiera gustado que la oportunidad que tuvimos en Estados Unidos fuera en nuestro país».

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