Por Martin del Palacio
Llega vestido con un impecable traje negro y una corbata a rayas haciendo juego, y aunque basta verlo para reconocer a una auténtica estrella de cine, en persona Denzel Washington también tiene una sonrisa contagiosa y una afabilidad que no ha perdido de cuando era simplemente un vecino más de Nueva York. Si bien a lo largo de su extensa y exitosa carrera ha intepretado personajes ambiciosos como Malcolm X y una buena dosis de policías buenos y malos, sin duda uno de los más visibles talentos de este actor que ostenta el record de ser uno de los siete que ha ganado tanto el Oscar al Mejor Actor como al Mejor Actor de Reparto es el de resultar absolutamente creíble cuando encarna a un individuo del montón. Eso es palpable en «The Taking of Pelham 123», la remake del filme que en 1974 protagonizaron Martin Balsam y Walter Matthau, y que ahora cobra nueva vida bajo la dirección del veterano Tony Scott.
Cuando se le pregunta cuál es su secreto para convertirse en Walter Gerber, el despachador del metro de Nueva York que se ve enfrentado a una situación totalmente inesperada, Denzel es contundente: «no tuve que hacer demasiado. Simplemente me dediqué a comer mucho y a ponerme sweaters que me quedaran un poco apretados. Ayudó que se me cayera el café encima unas cuantas veces. A mi me preocupaba que este personaje no se pareciera en nada al de «Inside Man», en donde hice de un policía especializado en tomas de rehenes. En este caso me encantó la idea de que Garber nunca hubiese sostenido un arma en sus manos, porque es la mejor muestra de que este es un hombre común en una situación extraordinaria. Todo el tiempo está como en las nubes. Es que él nunca imaginó que ese día iba a llegar al trabajo y que le iban a dar una oportunidad para redimirse».
En el filme, Garber es un ex-conductor de metro que ha sido degradado al puesto de despachador tras haber sido acusado de aceptar un soborno. Su aburrida vida cotidiana es interrumpida cuando un delincuente sin escrúpulos interpretado por John Travolta se apodera del metro del título, separando un vagón y tomando a todos los pasajeros como rehenes, a los que sólo entregará vivos si el alcalde de la ciudad (James Gandolfini) acepta entregarle diez millones de dólares en el plazo máximo de una hora. Washington explica que para prepararse para su papel, además de dejarse caer el café encima de su sweater, investigó el funcionamiento del metro neoyorquino, el que usaba permanentemente durante su infancia y adolescencia: «meses antes de que comenzáramos a filmar me fui al centro de control de la MTA, la entidad que está a cargo del metro de Nueva York. Es un lugar impresionante. Era diez veces más grande que el set en el que filmamos la película. Y durante mucho tiempo fui regularmente a visitar el lugar, a familiarizarme con la gente que trabaja alli. Además, nuestro asesor técnico comenzó como aprendiz y terminó como jefe del metro. El entendía perfectamente lo que le pasaba a mi personaje, porque este hombre había empezado en el mantenimiento de las vías, luego a manejar los banderines para pasar a ser despachador local y más tarde conductor. Walter, como él, es un hombre que lo hizo todo, pero que luego tuvo que volver para atrás. Yo no creo que haya ido a la universidad. Me imagino que empezó a trabajar en el metro a los 17, 18 años, y nunca dejó de progresar».
Aunque una de las razones por las que aceptó participar en «Taking of the Pelham 123» fue porque disfruta de trabajar con Tony Scott, con quien ya ha rodado otros tres filmes («Déjà Vu», «Man on Fire» y «Crimson Tide»), Denzel reconoce que poder compartir cartel de igual a igual con Travolta le provocó una gran satisfacción. El actor señala que lo conocí