GRAND JUNCTION, Colorado — Un viernes después de la escuela, Esa Rodrigues, de 6 años, deshizo un ovillo de lana, asustó a su gato, preguntó a sus familiares sobre sus colores favoritos y delató a su hermano por llamarla “rata chismosa cara de trasero”.
Luego, se concentró en abrir con los dientes un brillo labial con sabor a cereza.
“¡Sí!”, exclamó, cuando logró abrir la tapa. Esa se puso el brillo en su habitación, donde colgaba en la pared una gran bandera del orgullo transgénero.
Esa dijo que la bandera la hace sentir “importante” y “feliz”. Le gustaría quitarla de la pared y usarla como capa.
Al principio, sus padres cuestionaron su identidad, pero ya no. Antes, su hija, ansiosa, temía ir a la escuela, lloraba en la barbería cuando le hacían un corte “varonil”, y se acurrucó en posición fetal en el suelo del baño cuando supo que nunca tendría la menstruación.
Ahora, esa niña vive la vida con entusiasmo, preguntándose en voz alta si las hadas viven en la casita de cerámica que encontró encaramada en una piedra.
Su madre, Brittni Packard Rodrigues, quiere que esta alegría y aceptación perduren. Dependiendo de la combinación del deseo de Esa, las recomendaciones de sus médicos y el inicio de la pubertad, esto podría requerir bloqueadores, seguidos de estrógeno, para que Esa pueda desarrollar el cuerpo que se adapte a su ser.
“A largo plazo, los bloqueadores ayudan a prevenir todas esas cirugías y procedimientos que podrían convertirse en su realidad si no recibimos esa atención”, dijo Packard Rodrigues.
Los medicamentos conocidos como bloqueadores de la pubertad se usan ampliamente para afecciones como el cáncer de próstata, la endometriosis, la infertilidad y la pubertad precoz. Ahora, la administración Trump busca limitar su uso específicamente para jóvenes transgénero.
Colorado, el estado natal de Esa, es reconocido desde hace tiempo como un refugio para la atención de afirmación de género: se considera legalmente protegida y un beneficio esencial del seguro médico.
En los últimos años, “exiliados médicos” se han mudado a Colorado para recibir este tratamiento. Ya en la década de 1970, el pueblo de Trinidad se hizo conocida como “la capital mundial del cambio de sexo” cuando Stanley Biber, un ex cirujano del ejército con sombrero de vaquero, dejó su huella realizando estas cirugías en adultos.
En su primer día en el cargo, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que refuta la existencia de personas transgénero, argumentando que es una “afirmación falsa que los hombres puedan identificarse como mujeres y, por lo tanto, convertirse en mujeres, y viceversa”.
A la semana siguiente, emitió otra orden que calificaba los bloqueadores de la pubertad y las hormonas para menores de 19 años como una forma de “mutilación” química y “una mancha en la historia de nuestra nación”. La orden instruía a las agencias a tomar medidas para garantizar que los beneficiarios de subvenciones federales para investigación o educación dejaran de proporcionarlos.
Organizaciones de atención médica en Colorado, California, Washington, D.C. y otros lugares anunciaron que cumplirían con la orden preventivamente.
En Colorado, esto incluía a tres importantes organizaciones de atención médica: Children’s Hospital Colorado, Denver Health y UCHealth.
Entre finales de enero y principios de febrero, los tres sistemas anunciaron cambios en la atención de afirmación de género que ofrecían a pacientes menores de 19 años, con efecto inmediato.
Dijeron que ya no recetarían nuevas hormonas ni bloqueadores de la pubertad para pacientes que no los hubieran recibido previamente, se limitarían o no se renovarían las recetas para quienes sí los hubieran recibido, y no se realizarían cirugías. Esto último aunque el Children’s Hospital nunca las había ofrecido, y este tipo de cirugía es poco común en adolescentes: por cada 100.000 menores trans, menos de tres se someten a ella.

El hospital infantil y Denver Health reanudaron la oferta de bloqueadores de la pubertad y hormonas el 24 y el 19 de febrero, respectivamente, después que Colorado se uniera a una demanda presentada ante el tribunal de distrito de EE. UU. en el estado de Washington.
El tribunal concluyó que las órdenes de Trump relacionadas con el género “discriminan por motivos de condición transgénero y sexo”. Otorgó una orden judicial preliminar que impide su entrada en vigencia en los cuatro estados involucrados.
Sin embargo, las cirugías no se han reanudado. Denver Health afirmó que “mantendrá la pausa en las cirugías de afirmación de género para pacientes menores de 19 años debido a la seguridad del paciente y dada la incertidumbre del panorama legal y regulatorio”.
UCHealth no ha reanudado ni la medicación ni la cirugía para menores de 19 años. “Nuestros proveedores esperan una decisión más definitiva de los tribunales federales que pueda resolver la incertidumbre en torno a la prestación de esta atención”, escribió la vocera Kelli Christensen.
Los jóvenes trans y sus familias afirmaron que el fallo judicial y las decisiones de los dos sistemas de salud de Colorado de reanudar los tratamientos no han resuelto el problema. Les ha dado tiempo para acumular recetas, para intentar encontrar médicos privados con la formación adecuada para supervisar los análisis de sangre, y ajustar las recetas en consecuencia, y, en algunos casos, para resolver la logística de mudarse a otro estado o país.
La administración Trump ha seguido presionando a los proveedores de salud más allá de las órdenes ejecutivas iniciales, amenazando con retener o cancelar los fondos federales que se les habían otorgado. A principios de marzo, la Administración de Recursos y Servicios de Salud (RHSA) anunció que revisaría la financiación de la educación médica de posgrado en hospitales pediátricos.
KFF Health News solicitó comentarios a Kush Desai, subsecretario de prensa de la Casa Blanca, pero no recibió respuesta. La subsecretaria de prensa del Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS), Emily Hilliard, respondió con enlaces a dos comunicados de prensa anteriores.

Las intervenciones médicas son solo un tipo de atención de afirmación de género, y el proceso para obtener el tratamiento es largo y exhaustivo.
Investigadores han descubierto que, incluso entre quienes tienen seguro médico privado, es poco probable que los jóvenes transgénero reciban bloqueadores de la pubertad ni hormonas. Curiosamente, la mayoría de las cirugías de reducción de senos para afirmación de género realizadas en hombres y menores se practican en pacientes cisgénero, no transgénero.
Kai, de 14 años, quisiera haber podido tomar bloqueadores de la pubertad. Vive en Centennial, un suburbio de Denver. KFF Health News no divulga su nombre completo porque a su familia le preocupa que pueda sufrir acoso.
Kai tuvo su primera menstruación a los 8 años. Para el momento en el que se dio cuenta de que era transgénero, en la secundaria, ya era demasiado tarde para empezar a tomar bloqueadores de la pubertad.
Sus médicos le recetaron anticonceptivos para suprimir sus períodos, así no le recordaban cada mes su disforia de género. Luego, al cumplir los 14, empezó a tomar testosterona.
Kai dijo que si no estuviera en terapia hormonal ahora, sería un peligro para sí mismo.
“Poder decir que estoy feliz con mi cuerpo y poder ser feliz en público sin pensar que todos me miran raro, es una gran diferencia”, dijo.
Su madre, Sherry, dijo que se alegra de ver a Kai relajarse y convertirse en la persona que es.
Sherry, quien pidió usar su segundo nombre para evitar que se identificara a su familia, dijo que comenzó a guardar testosterona en cuanto Trump fue elegido, pero no había pensado en el impacto que esto tendría en la disponibilidad de anticonceptivos. Sin embargo, después de las órdenes ejecutivas, esa receta también se volvió difícil de conseguir. Sherry dijo que el médico de Kai en UCHealth tuvo que programar una reunión especial para confirmar que podía seguir recetándosela.
Así que, por ahora, Kai tiene lo que necesita. Pero para Sherry, eso no es un gran consuelo.

“No creo que estemos muy seguros”, dijo. “Son solo prórrogas”.
La familia está ideando un plan para salir del país. Si Sherry y su esposo consiguen trabajo en Nueva Zelanda, se mudarán allí. Sherry dijo que esa posibilidad es un privilegio que muchos otros no tienen.
Por ejemplo, David, un estudiante de 18 años de la Universidad Western Colorado en Gunnison, un pueblo de las Montañas Rocallosas, pidió ser identificado solo por su segundo nombre porque le preocupa ser objeto de persecución en este pueblo rural y conservador.
David no tiene pasaporte, pero incluso si lo tuviera, no quiere irse de Gunnison, dijo. Está estudiando geología y aprendiendo a tocar el bajo.
Y tiene un buen grupo de amigos. Planea ser paleontólogo.
Los estantes de su dormitorio están llenos de sus artículos esenciales: fósiles, desodorante Old Spice, macarrones con queso para microondas. Pero no hay espejos. David dijo que se acostumbró a evitarlos.
“Durante mucho tiempo, tuve tanta disforia corporal y dismorfia que puede ser un poco difícil mirarme al espejo”, dijo David. “Pero cuando lo hago, la mayoría de las veces, veo algo que realmente me gusta”.
Lleva tres años tomando testosterona, y la hormona le ayudó a que creciera su barba. En enero, le dijeron a su médico de Denver Health que dejara de recetársela. Su madre condujo horas desde su casa hasta Gunnison para darle la noticia en persona.
La receta ya está activa de nuevo, pero la mastectomía que había planeado para este verano no. Esperaba tener un tiempo de recuperación adecuado antes de empezar el segundo año de la universidad. Pero no conoce a nadie en Colorado que lo haga antes de los 19 años. Podría operarse fácilmente para aumentar sus pechos, pero debe buscar opciones quirúrgicas en otros estados para reducirlos o extirparlos.
“Se suponía que Colorado, como estado, era un refugio”, dijo su madre, Louise, quien pidió ser identificada por su segundo nombre. “Tenemos una ley que otorga a las personas trans el derecho a la atención médica, y sin embargo, nuestros sistemas de salud se la están quitando”.
Han sido necesarios ocho años y unos diez profesionales médicos y terapeutas para que David esté tan cerca de la meta. Es un gran logro después de haber vivido tantos años de disforia y dismorfia.
“Sigo adelante, y seguiré adelante, y casi nada podrá detenerme, porque así soy”, dijo David. “Siempre ha habido personas trans y siempre las habrá”.
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