El día 22 de noviembre se cumplieron 50 años del asesinato de John F. Kennedy (JFK) y durante este mes los medios de comunicación le han dedicado muchas líneas a recordar minuto a minuto lo sucedido en ese funesto viaje que cubrió de luto, tristeza y de mucha incertidumbre a Estados Unidos y al mundo. Sin embargo hay un elemento muy importante para la historia de la lucha de los latinos en este país que ha pasado desapercibido para muchos. Kennedy fue el primero en reconocer la importancia del voto latino en este país, tanto así, que la primera propaganda electoral solicitando el voto de los latinos en español fue hecha por la entonces futura primera dama, Jacqueline Kennedy. En Texas el 91 por ciento de los latinos votaron por JFK, es decir, 200.000 votos más que por Nixon. Esto le aseguró la victoria por 50.000 votos al candidato demócrata en ese importante estado.
Quizás por esta razón durante su visita a Texas, la noche antes de la inesperada muerte, la pareja presidencial decide salirse de la apretada agenda para hablarles a un grupo numeroso de defensores de los derechos civiles de los latinos y miembros de la Liga de Ciudadanos Unidos de América Latina (LULAC por sus siglas en inglés) reunidos en el hotel Rice de Houston. Lo que estaba estipulado era que los Kennedy saludaran desde la calle a los miembros de LULAC reunidos allí, sin embargo no fue así.
Recordemos que ya era un año preelectoral y JFK sabía que sin la fuerza del voto latino no podía volver a ganar en Texas. Ambos entraron al recinto y tuvieron palabras de reconocimiento a la importancia de la inmigración latina: él en inglés y ella en español. La primera dama cautivó a los asistentes al decirles en perfecto castellano que estaba muy contenta de estar allí con representantes de “la noble tradición española que tanto ha contribuido a Texasâ€. Por su parte el presidente le dijo a los asistentes: “ustedes nos recuerdan los muy importantes lazos que tenemos con nuestras hermanas repúblicas de hemisferio.
Que tenemos un compromiso común con la libertad, la igualdad de oportunidades… (y) la posibilidad para todos de demostrar que la prosperidad es la servidora de la libertadâ€.
Y es que en ese momento, a menos de un año de la llamada Crisis de los Misiles en Cuba -que llevara a las dos grandes potencias al borde de un enfrentamiento nuclear- la Guerra Fría se encontraba en su punto mas álgido. Por ello, el Presidente Kennedy sabía lo importante que era ganar la batalla ideológica que se estaba llevando a cabo en América Latina donde movimientos guerrilleros de la ultra izquierda comenzaban a ser financiados por Fidel Castro. En este contexto, no debe extrañarnos que la amenaza de la extensión del comunismo en nuestro continente era una preocupación constante para el presidente Kennedy, lo que lo llevó a desarrollar lazos con los gobiernos de la región y a promover su famoso programa “Alianza para el Progreso†que canalizaría la inversión de más de 20.000 millones de dólares del gobierno norteamericano a través de organismos multilaterales en diversos proyectos en América Latina los cuales sobrevivieron la muerte de Kennedy.
Para muchos historiadores y para los líderes latinos que emergieron debido a la inspiración que les infundiera JFK, esa noche del 21 de noviembre de 1963 fue el verdadero nacimiento de la consideración del voto hispano como un bloque electoral importante. “Esa tarde… fue cuando empezóâ€, afirmó Ignacio García, autor de “Viva Kennedy: Los mexicanos-estadounidenses en busca de Camelot†y profesor de historia en la Universidad Brigham Young, “Pero como muy poca gente supo sobre la reunión, es como si nunca hubiera ocurridoâ€. Exactamente quince horas después de la histórica reunión, Kennedy estaba muerto y con él, la esperanza de muchos de lograr mejores condiciones para los inmigrantes en Estados Unidos.
El día de las elecciones de noviembre de 2012 cuando Obama logró ganar su segundo mandato, muchos comentaron del despertar de los latinos como un gigante que había estado dormido y que había dado a Obama el 71% de sus votos y la victoria. Pareciera más bien que el voto hispano no nació la noche en que Obama fue reelegido sino el 21 de noviembre de 1963. Luego de cincuenta años de lucha por sus derechos y durante los cuales millones de inmigrantes latinos le han dedicado su vida, su trabajo y su voto a este país, los anhelos de esa comunidad están lejos de cumplirse y la discriminación sigue campeando por las mismas sendas de la ignorancia xenofóbica heredada de décadas atrás.
El aniversario de la muerte de Kennedy nos trae el triste recuerdo de lo larga que ha sido esta lucha y nos aviva la indignación de que cincuenta años más tarde, la tan prometida ley de inmigración languidezca en las gavetas de los congresistas en Washington a pesar de que Obama quizás haya logrado su segundo mandato por los latinos que votaron para que ella se convirtiera en ley de los Estados Unidos.
Hace 50 años el entonces presidente de los Estados Unidos tenía sus ojos fijos para crear lazos con “las hermanas repúblicas de este hemisferio†y con los inmigrantes provenientes de ellas. Medio siglo más tarde, eso está muy lejos de ser verdad y se percibe más bien falta de interés e indiferencia ¿por qué? No quisiera pensar que el acercamiento de entonces era solo consecuencia de la Guerra Fría y de la amenaza de la expansión comunista desde Cuba hacia el resto del hemisferio. Espero que no.