Se llamaba Jacintha Santanha. Era madre de dos hijos y llevaba más de cuatro años trabajando en el Hospital Rey Eduardo VII, la institución privada en la que suelen ser atendidos los miembros de la familia real británica. El martes tuvo la mala suerte de estar atendiendo las llamadas de la recepción del hospital cuando a las 5.30 de la mañana recibió un telefonazo de la reina Isabel II, que quería hablar con su nieta Kate, allí ingresada con fuertes vómitos y mareos debido a su embarazo.
La enfermera pasó la llamada a la colega que estaba en ese momento en la habitación de la duquesa. Era una broma pesada de una radio australiana. Jacintha no pudo soportar la tensión de quedarse atrapada en el centro de esa jugarreta. Esta mañana se encontró su cuerpo sin vida. Nadie duda de que se suicidó. Los duques de Cambridge se han declarado “profundamente entristecidos†por la noticia de su muerte.
La llamada que ha acabado provocando esta tragedia se produjo a las 5.30 de la mañana del martes, cuando dos locutores de la cadena australiana 2Day FM llamaron al hospital haciéndose pasar por Isabel II y por el príncipe Carlos de Inglaterra. La presentadora que se hizo pasar por la reina y el presentador que se hizo pasar por el príncipe Carlos no se parecían en nada a ellos, pero consiguieron con toda facilidad hablar con la enfermera que estaba en la habitación de la duquesa de Cambridge. Ingresada desde el lunes aquejada de fuertes vómitos y mareos debido a un incipiente embarazo, Kate fue dada de alta el jueves.
La reina ya había sido objeto de una broma radiofónica en el pasado, aunque con bastante más gracia. En 1995, el humorista canadiense Pierre Brassard consiguió hablar durante 17 minutos con Isabel II haciéndose pasar por el primer ministro de Canadá de aquellos tiempos, Jean Chrétien, y la reina aceptó a petición suya hacer una declaración pública a favor de la unidad de Canadá en un momento de gran auge del secesionismo en Quebec.
Source: El País