Al presidente colombiano tal parece que la suerte dejó de sonreírle. Tras 10 años de feroz confrontación con las FARC el saldo bélico de la guerra civil más larga de la historia favorece a la democracia colombiana. Con todas las perversiones de esa guerra (abusos y violaciones de parte y parte, alianzas con el paramilitarismo, millones de campesinos desplazados) las FARC fueron diezmadas, sus principales líderes dados de baja y su lucha confinada a zonas alejadas de los centros neurálgicos.
Así las cosas, Santos planteó una apuesta histórica: conquistar la paz en la mesa de negociación con la guerrilla. Pero apenas comenzadas las conversaciones hete aquí que las circunstancias legales internacionales le hacen una jugarreta al camino cuidadosamente planificado por el líder colombiano. Una vieja disputa sobre la soberanía de varias islas y la demarcación de las aguas territoriales con Nicaragua, cuyos acuerdos fueron denunciados por esa nación ※habían sido aprobados mientras estaba invadida※ llegó a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya. Ambos países manifestaron acatar cualquier resultado. La decisión no puede ser más desastrosa para Colombia. Si bien la soberanía colombiana sobre San Andrés y otras islas se mantiene, en la demarcación de la porción de mar que le corresponde a cada país Colombia pierde alrededor de 100.000 kilómetros cuadrados, aguas de alto potencial pesquero y petrolero.
De inmediato se levantaron voces que hablan de un despojo de la soberanía, criticando al gobierno por haber dejado que las cosas llegaran a ese punto y achacándole la culpa por el resultado. Si Santos era criticado ferozmente por Uribe por las negociaciones con las FARC, arguyendo que cualquier resultado favore cería a la guerrilla, la decisión de la CIJ añade agua al molino de la crítica pues representa una pérdida dolorosa. La decisión también puede afectar las negociaciones de paz: el gobierno del presidente Chávez, un factor muy importante para empujar a las FARC a un acuerdo, manifestó su alborozo por la decisión, dejando mal parado a su “nuevo mejor amigoâ€, tal como lo describió Santos luego de la restitución de relaciones diplomáticas con Venezuela.
De producirse un escalamiento del conflicto es claro que Venezuela (y Cuba, donde se producen las conversaciones de paz) apoyarían al país centroamericano.Frente a la decisión del tribunal internacional el gobierno colombiano acordó denunciar el Pacto de Bogotá donde se aprobó la incorporación de los países latinoamericanos al organismo y la salida de Colombia de la CIJ. El presidente Santos tildó la decisión de haber incurrido en “omisiones, errores, excesos e inconsistenciasâ€. Santos y sus ministros han viajado varias veces a San Andrés y mantienen que la decisión es imposible de aplicar. Expertos colombianos han argumentado que era de esperar una decisión como la tomada por la CIJ pues todos los fallos anteriores en asuntos parecidas han sido salomónicos, de modo que Santos y su gobierno han sido extrañamente sorprendidos.
Entretanto, el representante de Nicaragua ante la CIJ declaró que la acción de Colombia era “desesperada y sin sentidoâ€, porque la frontera marítima entre ambos países es “cosa juzgadaâ€, y la salida de Colombia del Pacto no cambia el fallo de la corte. Además Nicaragua prepara su flota para tomar posesión de los mares que le corresponden. No se perciben señales de escalamiento pero estos temas territoriales y de soberanía son muy escabrosos. En todo caso, Colombia y el presidente Santos se encuentran en una situación harto incómoda, nacional e internacionalmente.
Leonardo Vivas Peñalver es director de la Iniciativa Latinoamericana del Carr Center for Human Rights Policy de la Kennedy School de Harvard University, y conductor del programa Detrás de la Noticia que se transmite por MasTV los martes a las 10:00am. Su e-mail es leonardo_vivas@harvard.edu Twitter: @Leovivasp