Por Adriana Recchia
Las autoridades de Lawrence habrán cambiado, pero las mañas de los policías abusadores continúan intactas.
Ahora los maltratos alcanzaron a una conocida activista comunitaria hispana.
De Marisol Rodríguez, de 41 años y de origen puertorriqueño, nadie puede decir que tiene antecedentes penales o una vida irregular. Por el contrario, ella ostenta una extensa trayectoria de activismo comunitaria, siendo parte de instituciones como Cosecha Borincana. También ha contribuido activamente en la vida política de Lawrence como miembro activo de las campañas del conocido político Marcos Devers. Es además, supervisora en la empresa Edible Arrangments. El pasado 2 de abril, a las 10:00pm, Marisol relató que estaba de regreso a su casa junto con su hija Mohamaris Hasan. La joven, de 15 años, conducía el carro. La muchacha, que reside en Miami con su padre, estaba visitando a su mamá en Lawrence. Ella conducía con un permiso de manejar que había obtenido en Miami. La ley permite que los menores conduzcan vehículos siempre y cuando tengan un permiso vigente y estén acompañados por una persona mayor.
En el cruce de las calles Essex y Newbury, según contó Rodríguez, debido a la escasa iluminación y la deficiente de señalización que hay en la zona, la muchacha se equivocó y dobló hacia la mano izquierda. En esos momentos, un oficial de la policía -identificado como McMillan- detuvo el carro para interrogar a la conductora y advertirle sobre la infracción de tránsito en la que había incurrido.
El detective le preguntó a la muchacha si tenía licencia, de acuerdo al relato de Rodríguez. Mohamaris, sin sospechar la violenta reacción que desencadenaría su respuesta, se limitó a informarle al oficial que no tenía, pero no le aclaró que contaba con un permiso de conducir.
DETENIDAS CON INSULTOS
De allí en más, los nervios del oficial se alteraron, y comenzó a recriminarle a la joven que estuviera manejando sin licencia, según Rodríguez. No hubo tiempo para que la muchacha explicara que tenía un permiso, el oficial tampoco atendió las explicaciones de la madre, quien intentó aclararle que su hija estaba conduciendo porque ella se encontraba indispuesta y venía vomitando en el carro.
Ya totalmente exasperado, el oficial McMillan hizo bajar a Mohamaris del carro y la esposó. A continuación, les advirtió que la joven quedaba arrestada.
Rodríguez, en la desesperación de ver a su hija detenida como si fuera un criminal, saltó del carro para suplicarle al oficial que la arrestar a ella en lugar de su hija.
«El oficial estaba fuera de sí. Me gritó que me regresara al carro y entonces me empujó dándome un golpe en el oído. En ese momento yo sentí que me corría sangre en la boca y escupí al suelo», recordó la madre en declaraciones para El Planeta.
Entonces la reacción del oficial fue de mal en peor. McMillan le recriminó a la mujer que lo había escupido intencionalmente a él, relató Rodríguez.
«Me gritó, me dijo ‘puta’ y en esos momentos perdió totalmente el control. Me dio un puño en la quijada, me tiró contra el piso y me echó en la cara el espray pimienta. Al caer, parte de mi cuerpo quedó en el carro. Sin importarle, el oficial cerró violentamente la puerta del aumento y me dio de lleno en la pierna», recordó.
Después de varios días del incidente, pueden verse en el cuerpo de Marisol Rodríguez los rastros de la brutalidad policial. Su dañada quijada no le permitió abrir la boca por varios días. Su pierna está todavía adolorida y en el cuero cabelludo se notan los bultos que le dejaron los golpes propinados por el policial.
Como resultado del incidente, las dos mujeres estuvieron detenidas por varias horas en el cuar