El alcalde Marty Walsh señaló el miércoles 4 de noviembre que las cifras de COVID-19 en Boston se han estabilizado en los últimos días, sin embargo indicó que los residentes deben permanecer alerta y seguir las recomendaciones de los funcionarios de salud.
Estas declaraciones llegan días antes de que en Massachusetts se implementen nuevas medidas más estrictas para controlar la propagación del virus.
Hasta el miércoles, Boston ha registrado 21,275 casos de COVID-19 y 871 muertes.
La ciudad permanece en la zona roja, lo que significa que se considera que tiene el mayor riesgo con una tasa de casos diarios promedio superior a 8 por 100.000.
Los funcionarios estatales anunciaron nuevas medidas destinadas a frenar el crecimiento en el número de casos, incluidos un toque de queda para restaurantes uso de mascarillas en todas las áreas públicas independientemente del distanciamiento social y orden de permanecer en el hogar desde las 10 p.m. hasta las 5 a.m.
Las nuevas pautas entrarán en vigencia el viernes 6 de noviembre, y el gobernador Charlie Baker señaló que probablemente permanecerán vigentes durante al menos un mes.
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Para Walsh no hay duda de que las nuevas reglas afectarán a los restaurantes y otros negocios «hay mucha frustración aquí», dijo, pero señaló que comprende la razón por la que el gobernador está tomando medidas tan serias.
La alternativa, dijo Walsh, sería mucho peor: un aumento dramático en los casos de coronavirus, lo que llevaría a que la ciudad cierre.
«Sé que es difícil y estamos sintiendo algo de fatiga», comentó. «Esta es una respuesta de salud pública, una estrategia para volver a controlar nuestros números de COVID. Si deseamos volver a la vida nocturna, los deportes juveniles, los conciertos, los niños de regreso a la escuela, la forma en que lo debemos hacer es tomando estas precauciones», agregó.
Walsh cerró indicando que «nuestras cifras siguen siendo más altas de lo que necesitamos en Boston».