Durante la noche del martes 11 de noviembre, Boston y otras zonas de Massachusetts fueron testigos de un fenómeno poco común: La aurora boreal se hizo visible mucho más al sur de lo habitual. Este evento se debió a una potente tormenta geomagnética generada por la actividad solar. Una intensa erupción en el Sol, conocida como llamarada solar, liberó una gran cantidad de partículas cargadas que viajaron hacia la Tierra y chocaron con su campo magnético, lo que hizo que las luces del norte fueran visibles en latitudes donde normalmente no se observan.
Normalmente, las auroras boreales solo se ven en regiones cercanas a los polos, como Alaska, Canadá o el norte de Europa, porque se forman cuando las partículas energéticas del Sol interactúan con los gases de la atmósfera terrestre, generando destellos de luz de distintos colores en el cielo nocturno. Sin embargo, durante tormentas geomagnéticas especialmente fuertes —como las que pueden ocurrir tras erupciones solares o eyecciones de masa coronal—, la aurora se desplaza hacia el sur, alcanzando regiones mucho más bajas.
El fenómeno reciente coincide con el máximo solar, un periodo de mayor actividad del Sol que ocurre aproximadamente cada 11 años. Durante esta etapa, la probabilidad de que se produzcan tormentas solares fuertes aumenta, lo que a su vez incrementa la posibilidad de observar auroras en lugares donde normalmente son raras. En este contexto, el 11 de noviembre de 2025, una tormenta geomagnética particularmente intensa iluminó gran parte de Norteamérica, incluyendo Boston y otras zonas de Nueva Inglaterra.
El evento generó gran interés entre los observadores del cielo y medios locales, quienes compartieron fotografías y reportes de este raro espectáculo natural. Además de su valor estético, los avistamientos de auroras permiten a científicos y aficionados estudiar la actividad solar y su interacción con la Tierra, lo que puede tener implicaciones para la tecnología, como satélites y redes eléctricas, sensibles a las tormentas geomagnéticas.
En conclusión, la aparición de la aurora boreal sobre Boston fue producto de un inusual aumento de energía solar que hizo posible que este fenómeno natural se viera mucho más al sur de su rango típico, ofreciendo tanto un espectáculo visual como una oportunidad de aprendizaje sobre la dinámica del Sol y el campo magnético terrestre.