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Madre latina de Roxbury Community College se gradúa con honores y demuestra que los sueños no tienen edad

Kiara Rosario, de 36 años, una hija de 7 con autismo y un pasado lleno de piedras en el camino, logró lo que muchos creyeron imposible.

Kiara Rosario, de 36 años y RCC Student Trustee de Roxbury Community College (RCC), en su ceremonia de graduación. Foto: Captura de pantalla del 49th Annual Commencement of Roxbury Community College.

Kiara Rosario, de 36 años, una hija de 7 con autismo y un pasado lleno de piedras en el camino, logró lo que muchos creyeron imposible: Graduarse con un promedio de 3.7.

“Yo siempre quise ser un ejemplo positivo para mi hija y demostrarle que todo es posible,” dijo Kiara entre lágrimas y sonrisas.

¿Su promedio en la high school? 0.0.

La historia de Kiara no empezó en una escuela, sino en un caserío en Puerto Rico. Allí se escuchaban disparos todo el tiempo y casi no había oportunidades. Su mamá, queriendo algo mejor para ella, decidió mudarse a Boston cuando Kiara tenía solo cinco años.

Creció entre Jamaica Plain y Mission Hill, rodeada de pandillas y con mucha presión de la policía. Escuchaba siempre lo mismo: “Si haces un error, arruinaste tu vida”. Como muchos jóvenes, Kiara cometió errores. En la escuela secundaria, su promedio fue 0.0.

“Me decían que yo no iba a llegar a ningún lado. Que si una vez te arrestan, ya no puedes hacer nada en la vida”, recordó.

El punto de quiebre

Con el tiempo, Kiara se convirtió en madre soltera. Su hija fue diagnosticada con autismo, y eso la hizo pensar en el tipo de ejemplo que quería darle.

“¿Cómo le voy a decir a ella que estudie si yo no lo hice?”, se preguntó.

En ese momento, Kiara vivía de asistencia del gobierno. También estaba saliendo de una relación marcada por la violencia. Sentía que la gente ya había decidido quién era ella y qué podía lograr. Pero un día, dijo basta.

“Me cansé. Me cansé de que nos miraran como si no sirviéramos. Me cansé de solo sobrevivir. Quería algo mejor", dijo con orgullo.

El regreso a clases…

Dieciséis años después de terminar la high school, Kiara llegó a Roxbury Community College (RCC) con miedo.

“Tenía un transcript con promedio de 0.0. Pensé que me iban a rechazar, a reírse de mí", explicó. "Pero no fue así. Me dijeron: ‘Sí, ven, te vamos a ayudar’", agregó.

Y así empezó su nueva vida. Entre tareas, pañales, crisis y clases nocturnas, Kiara no solo estudió: se destacó.

Kiara fue clave en la creación de Rox Box Pantry, una despensa gratuita dentro del campus para estudiantes que, como ella en su momento, han tenido que elegir entre comer o seguir estudiando.

Durante Hunger Action Month, RCC reconoció que más del 30% de los estudiantes de universidades públicas en Massachusetts sufren inseguridad alimentaria. Para Rosario, esto es personal: hace solo dos años, estuvo a punto de dejar los estudios porque no tenía suficiente comida. Gracias al apoyo de RCC —que le ofreció tarjetas de regalo y trabajo como parte del programa de estudio— pudo continuar.

Rosario no solo ha superado grandes obstáculos personales para graduarse de RCC, también ha sido una voz fuerte para otros estudiantes que enfrentan retos similares. Fue elegida también como Student Trustee y representó a la universidad en Washington D.C.

Aprendió cosas que iban más allá de los libros o las tareas

Estudiar con 36 años no es lo mismo que con 18. Kiara lo sabe. Y lo agradece.

Aprendió que la educación no solo está en los libros. “Aprendí de la comunidad, de los estudiantes, de la gente en la bodega al cruzar la calle. La educación está en todas partes", añadió.

También aprendió a cuidarse. Entendió que para poder con todo, primero tenía que cuidar de sí misma. Ser mamá y estudiante al mismo tiempo le enseñó que no se puede estar en mil cosas sin parar: Es necesario hacer pausas, comer bien, descansar y dejar de compararse con los demás. Aprendió a reconocer cuándo necesitaba un respiro y a darse permiso para tomarlo.

Lo que viene

Este otoño, Kiara empieza una nueva etapa: su licenciatura en psicología. Sueña con ser trabajadora social en cárceles juveniles, para guiar a otros jóvenes como ella, antes de que se pierdan.

Para Kiara, lo más importante no es cuándo naciste ni cuándo mueras, sino lo que haces con tu vida en el tiempo entre esas dos fechas. Ese pequeño guion que aparece entre el año de nacimiento y el de fallecimiento en una lápida representa todo lo que una persona vivió. Y ella quiere que, cuando la gente piense en su “guion”, vean a alguien que usó su tiempo para ayudar a otros y marcar una diferencia real.

¿Su consejo para los demás?

Para Kiara, el primer paso es simple: acércate al colegio que te interesa, visítalo, haz preguntas y conoce los recursos. Muchos estudiantes —sobre todo madres— creen que todo gira en torno a registrarse y asistir a clases, pero hay mucho más.

“Hay departamentos que te pueden ayudar con gasolina, renta, comida, tutorías y mucho más. Pero si no preguntas, no te enteras”, compartió Kiara. “No tengas miedo de hablar, de pedir, de buscar apoyo. No hay preguntas tontas. Lo que no se pregunta, se queda sin respuesta", concluyó.

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