No es un mito, es un hecho comprobado. Un nuevo estudio mostró que las mujeres tienen una sensibilidad auditiva superior a la de los hombres, con resultados que lo confirman en distintas partes del planeta. Más allá de tratarse de una curiosidad biológica, esta investigación cuestiona hasta qué punto la biología y el entorno influyen en cómo percibimos el mundo con nuestros oídos.
El equipo liderado por Patricia Balaresque, del Centro para la Investigación de Biodiversidad y Medio Ambiente en Toulouse, Francia, publicó estos fascinantes hallazgos en Scientific Reports. ¿Qué descubrieron? Que las mujeres tienen oídos más sensibles, con una diferencia de hasta dos decibeles sobre los hombres. Aunque parezca solo una cifra, este dato podría transformar nuestra comprensión sobre la audición y las ventajas biológicas.
Las pruebas que abrieron los oídos
El estudio examinó a 448 personas de 13 comunidades distintas, incluidas Ecuador, Sudáfrica y Uzbekistán. Usaron un dispositivo que emitía clics dentro de los oídos de los participantes y grababa las señales que enviaba su cóclea, esa parte interna en forma de caracol que traduce los sonidos en mensajes para el cerebro. Los resultados demostraron que las mujeres respondían mejor a las frecuencias. La sensibilidad auditiva no solo dependía de género, también de factores como el ambiente o la región.
"Quedamos sorprendidos al descubrir esta ventaja de las mujeres en todas las poblaciones estudiadas, algo que confirma la importancia de las hormonas y la anatomía en el desarrollo auditivo", explicó Turi King, coautora y directora en el Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath, citada por NY Post.
Los datos más destacados
- Diferencia de dos decibelios en la sensibilidad auditiva de las mujeres frente a los hombres.
- El estudio incluyó entornos rurales, urbanos y extremos, revelando cómo el ambiente afecta la capacidad de escuchar.
- Las mujeres también procesaron mejor los sonidos en pruebas de percepción auditiva y habla.
¿Por qué ellas escuchan mejor?
Los responsables de la investigación proponen varias teorías. Una podría ser la exposición a hormonas en el desarrollo fetal, mientras otra apunta a diferencias en la estructura de la cóclea. Aunque estas ventajas ofrecen mejores resultados en pruebas auditivas, no todo es positivo. Según King, vivir en lugares con ruido constante puede ser perjudicial para estas mujeres más sensibles, afectando su sueño, su salud cardíaca y su bienestar general.
Este hallazgo subraya la importancia de proteger la audición, sobre todo en ambientes urbanos densos. "Tener más sensibilidad no siempre trae beneficios, especialmente en ciudades saturadas de ruido", comentó King.
El entorno también importa
El estudio encontró que el lugar donde vives puede cambiar cómo escuchas. Por ejemplo:
- En áreas urbanas, las personas desarrollan una mejor respuesta a frecuencias altas, quizás por el ruido de los autos y las máquinas.
- Las comunidades tropicales demostraron un oído más refinado que las de zonas montañosas, lo que podría deberse a la evolución en entornos sin contaminación sonora.
Esto destapa algo fascinante. Según Balaresque, el oído humano no es estático, y podría seguir adaptándose a los cambios ambientales y desafíos modernos.
Edad, género y el paso del tiempo
Aunque la audición tiende a disminuir con el envejecimiento, el estudio mostró que las mujeres lograron mejores resultados que los hombres incluso en edades avanzadas. Esto insinúa que el género tiene más peso que los años en la sensibilidad auditiva, poniendo en evidencia una de las muchas formas en las que la biología influye en nuestro funcionamiento diario.
Más allá de la ciencia
Este estudio no solo cuestiona nuestras suposiciones sobre la audición, también enfatiza la necesidad de cuidar nuestra salud auditiva, especialmente en ambientes urbanos donde el ruido constante puede ser una amenaza. "Tener un oído más sensible no siempre es beneficioso, particularmente en ciudades llenas de contaminación acústica", comentó King.
En un mundo donde cada vez estamos más expuestos al bullicio y a estímulos sonoros, el reto no solo es escuchar mejor, sino aprender a proteger y valorar nuestra capacidad auditiva. Al final, este hallazgo subraya algo esencial: tal vez no se trata de cuánto escuchamos, sino de lo que escogemos escuchar.