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“Fui a la universidad y tuve una carrera gracias a los adultos que me ayudaron”

Ahora, como adulto, entiendo el impacto que tienen los mentores en la vida de un joven. Los estudios de lugar han mostrado los beneficios de la mentoría.

Foto: Pexels.
Foto: Pexels.

Por Víctor Acevedo, Coordinador de Reclutamiento de Jóvenes y Mentores para Big Brothers Big Sisters de la región este de Massachusetts.

Soy un orgulloso hombre gay hispano quien creció en la República Dominicana y Brasil antes de emigrar a los Estados Unidos, cuando era adolescente, con mis padres y mis hermanas menores. Soy el primero en mi familia en ir a la universidad en Estados Unidos y desde entonces comencé una carrera en el desarrollo juvenil. Pero, mi educación y mi trayectoria profesional no fueron fáciles. No tuve el apoyo ni el ejemplo de personas en mi vida fuera de mi cultura (aparte de las que veía en la televisión o en las películas) que me mostraran cómo vivir de manera diferente.

Ahora, como adulto, entiendo el impacto que tienen los mentores en la vida de un joven. Los estudios de lugar han mostrado los beneficios de la mentoría. Tener un adulto afectuoso fuera del hogar al alcance de un niño puede marcar la diferencia en la capacidad de ese niño para tener la confianza para poder jugar, prosperar en la escuela y construir relaciones saludables con ellos mismos, sus compañeros e incluso con otros adultos. Los mentores también viven en virtud de ese ejemplo y pueden abrir puertas a oportunidades a las que los jóvenes tal vez no tendrían acceso sin que sea culpa suya o de sus familias.

En mi familia, todos los que eligieron continuar los estudios secundarios fueron a la misma universidad en República Dominicana. De donde vengo, no es raro tomar 13 cursos universitarios en un semestre. Venir aquí fue impactante. Tomé dos horas de transporte público solo para llegar a la universidad y tuve dificultades académicas. Necesitaba orientación. Necesitaba involucrarme más en mi comunidad para comprender las oportunidades y la asistencia disponible para mí. Ahí es donde entraron dos de mis profesores a ser parte fundamental de mi desarrollo académico. Me acogieron. Fueron mis mentores. Sin su ayuda, no estaría donde estoy hoy.

Los estudios muestran cómo las relaciones positivas como mentor tienen un impacto directo y mensurable en la vida de los niños. Los mentores ayudan a los niños a aprender el bien del mal, tomar mejores decisiones, obtener mejores resultados en la escuela, construir relaciones saludables y ayudarlos a sentirse vistos y escuchados. Para los jóvenes inmigrantes y de primera generación en particular, los mentores también pueden ayudar a superar desafíos adicionales como: aprender un nuevo idioma, una menor participación de los padres y experiencias y percepciones de discriminación o estigma. Los mentores también pueden ayudar a los jóvenes de la comunidad LGBTQ a aceptar sus identidades.

Ojalá hubiera tenido este tipo de apoyo cuando era niño. Alguien que me ayude a celebrar mi cultura mientras navegaba por mi nueva vida en Estados Unidos. Como coordinador de reclutamiento de jóvenes y mentores en Big Brothers Big Sisters de la región Este de Massachusetts, veo que nuestras parejas de mentores y niños abrazan sus raíces mientras prueban cosas nuevas juntos, desde hornear un plato tradicional y aprender salsa hasta ver pinturas de artistas hispanos y sudamericanos en uno de los ricos museos de arte. Al crecer, me conocían como un soñador, no tenía a alguien que se pareciera a mí, que hablara el mismo idioma que mi familia, que pudiera ayudarme a ampliar mis horizontes y forjar mi propio camino. Necesitaba que alguien me dijera que esos sueños podían convertirse en planes para luego ser mi realidad.

Durante años tuvimos que lidiar con las importantes pérdidas sociales, emocionales y educativas causadas por la pandemia. Las estructuras y apoyos que alguna vez rodearon a la juventud han retrocedido. Si bien el potencial de cada joven es inherente, las oportunidades no siempre se distribuyen equitativamente.

Todos los obstáculos que enfrenté en el pasado me han ayudado a convertirme en un defensor de las familias, especialmente aquellas que comparten mi cultura, para utilizar los recursos disponibles para ellas. El inscribir a los jóvenes en un programa de mentoría es una medida de protección que los padres o tutores pueden tomar para garantizar que sus hijos alcancen su máximo potencial.

El efecto dominó de la mentoría trasciende las diferencias culturales y socioeconómicas, ayudando a profundizar nuestra comprensión mutua y fortalecer las comunidades. No se me ocurre una mejor oportunidad para ayudar con el desarrollo de nuestros niños que una que abra las puertas a muchas a otras oportunidades.

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