Manos de Misericordia: dos décadas ayudando a niños latinos de bajos recursos que llegan quemados a Boston en busca de sanación y alivio al dolor que les dejó el fuego y les arrebató gran parte de su piel. Es una institución sin fines de lucro que celebrará, el 17 de septiembre próximo, 20 años dedicados al servicio de la comunidad.
La cubana Martha Garzón es la fundadora de esta organización benéfica, quien es sobreviviente de cáncer, cristiana, dueña de una dulzura que cautiva y un corazón generoso que trabaja incansablemente por esos niños que la fatalidad los puso frente a las llamas marcándolos física y sicológicamente de por vida, pues nunca más volverán a ser los mismos.

Angie Morales León es una niña de 11 años, quien nació en Guayaquil, Ecuador; Eduardo Centeno Morales es de Honduras y tiene 17 años y Alexander Salas Quiñónez es de Bolivia, de 9 años, fueron quienes compartieron con la comunidad latina en Boston para contar su historia y pedir el apoyo de personas generosas que quieran ser patrocinadores por un año de un niño en Latinoamérica. “Con 50 dólares al mes durante un año podemos hacer la diferencia en la vida de estos niños y sus familias”, manifestó Garzón.

Martha recuerda que, en el 2002, su hija menor estaba haciendo el último año de prácticas en un hospital de Boston antes de graduarse de enfermera, quien pudo constatar las necesidades de los niños quemados, entonces habló con ella y le pidió que sea voluntaria para que los ayude. “Así nació Manos de Misericordia, las primeras niñas fueron dos peruanas que hoy tienen 25 años, aunque oficialmente arrancamos en el 2003”, sostuvo.

La dulzura juvenil de su rostro deja de lado por un instante la gravedad de sus quemaduras. Angie tiene el 60% de su cuerpo quemado, el 83% de discapacidad física y daño cerebral, lo que le provocó el denominado síndrome de Bálint, que es un cuadro médico generado por la presencia de lesiones cerebrales y deterioro en el sistema visual. “Para poder ver un poquito mejor necesito unos lentes especiales”, comentó esta adolescente, quien también carga en su memoria ese fatal día del 2017 que dos de sus hermanastros de 1 y 5 años, respectivamente murieron quemados, cuando su humilde casa ubicada en la vía Perimetral, sector Sergio Toral, ardió en llamas con ellos tres dentro. Angie se salvó de milagro. Luego de innumerables tratamientos y de su permanencia en Boston, Angie ya está en Guayaquil estudiando el primer año de bachillerato. Deberá regresar a Boston para seguir con más atención médica.

Para todos quienes quieran ser parte de la labor que cumple Manos de Misericordia y ayudar a familias de bajos recursos económicos de diferentes países de Centro, Sudamérica y El Caribe, pueden comunicarse con Martha Garzón al 617-947-5533. “Yo sigo orando por una casa en Boston para estos niños y sus padres, sé que un ser generoso algún día tocará a mi puerta y nos donará la casa”, manifestó esperanzada Martha Garzón.

Eduardo Centeno es un joven de 17 años que a los 6, le encontraron un tumor que le ha ido oprimiendo el pulmón, le destruyó el hombro y la clavícula. Necesita ayuda inmediata para salvar su vida. “Conocimos a doña Martha en el 2017 y desde allí no nos ha soltado la mano”, indicó Eva Morales, mamá de Eduardo, quien en el 2023 -por quinta vez- llegó a Boston con su hijo con la única esperanza que lo curen. “En marzo del 2017 le sacaron un tumor de 7 libras y media, la operación duró 12 horas, pero a los 3 meses le comenzó a crecer, le han hecho quimioterapia y le sigue creciendo”, indicó preocupada. Eduardo y Eva permanecerán en Boston hasta noviembre, mientras continúa con su tratamiento para disminuir el tumor, pero el deseo de Eduardo es quedarse a vivir en Boston porque está consciente que en Honduras su futuro es incierto.

Y es justamente Manos de Misericordia que socorre a estos menores latinos que sufren las lesiones dejadas por las quemaduras, les brinda acceso atención médica y recuperación mientras están en Los Estados Unidos, y un mejor nivel de vida al regresar a casa. “Podemos brindar a las familias orientación, asesoramiento, asistencia financiera, alojamiento temporal, comidas preparadas, comestibles, ropa, juguetes y otros recursos”, comentó Garzón.
Alexander Salas Quiñonez tiene una vitalidad de un niño de 9 años, juega y corre sin parar, olvidándose que tiene más del 85% de su cuerpo quemado, que para salvar su vida ha sido sometido a 5 operaciones. “Le han puesto injerto de piel en la espalda, en la cara, en las piernas y en las manos, nos vamos pronto a Bolivia, pero regresaremos a fin de año porque necesita una nueva operación en las manos y los labios”, comentó su madre Olga Quiñonez, quien recuerda el 13 noviembre de 2022 como el día más trágico de su vida, no sólo porque el pequeño Alexander se quemó sino porque su otro hijo también se quemó. “Los niños se quedaron solos en casa porque yo estaba trabajando”, expresó.

La cena de gala se realizará, el 17 de septiembre próximo, en Venecia Restaurant, lugar donde se celebrará los 20 años de Manos de Misericordia, tiempo en cual se ha dedicado a ayudar y apoyar a los niños quemados que llegan a Boston desde Latinoamérica y que pertenecen a familias de escasos recursos económicos.