Allá en el barrio conocido como Prado de María, localizado en la ciudad de Caracas, Venezuela, entre 1954 y 1955, siendo un niño de 11 años, Igor Palacios era conocido como “el doctor de las muñecas”, cuando aún se jugaba entre amigos y no existía el celular, mucho menos los juegos electrónicos. Cuenta la historia de vida que una niña, junto a su mejor amiga, se entretenían jugando a las muñecas y que gracias a la imaginación infantil, también se enfermaban como si fueran cualquier ser humano. “Igor siempre tuvo la vocación, siempre quiso ser médico, éramos chiquitos y con su hermana jugábamos con las muñecas y él era el doctor, las examinaba y les daba un diagnóstico”, recuerda Cándida Hernández, quien pasó a ser la cuñada de su mejor amiga y la esposa de ese niño que soñaba con salvar vidas. Fue a la Universidad Central de Venezuela a la Escuela de Medicina José María Vargas, se graduó de médico a los 23 años, en 1969, con los más altos honores otorgados a un estudiante por haber logrado excelencia académica, fue un Magna Cum Laude. “Yo les ponía las inyecciones a las muñecas”, asevera entre risas y una mirada que evoca al tiempo, inmortalizando el momento preciso de saber que su profesión sería ser médico.
Confiesa que su vocación por la medicina fue inspirada por su tío Héctor Augusto Barrios Sojo, quien fue médico internista, un ser con mucha solidaridad social. “Recuerdo que mi tío veía a un paciente y le daba 20 bolívares para que le comprara las medicinas porque decía, de nada sirve que se le recete, sino se las va a tomar porque no tiene dinero para comprarlas, mi tío puso ese granito de estímulo en mí”, comenta, al tiempo que su esposa, Cándida Hernández de Palacios, lo interrumpe para decirle: “Tú eres igualito a tu tío, así de bueno y solidario con tus pacientes”.
El doctor Igor Palacios, es un destacado cardiólogo venezolano reconocido internacionalmente en el campo de la cardiología intervencionista, es pionero en las intervenciones percutáneas para la cardiopatía estructural, su trayectoria médica dentro del Massachusetts General Hospital de Boston es de casi 50 años. Ha estado involucrado en el desarrollo y ensayos clínicos de la mayoría de los dispositivos utilizados en cardiología intervencionista e introduciendo nuevas técnicas en el campo del cateterismo cardíaco. “Yo hice el primer reemplazo valvular aórtico percutáneo en el Mass General para todo New England, hoy en día la experiencia es muy alta”, comentó.
Un 12 de febrero de 1974, cuando tenía 28 años, llegó a Boston, como médico residente invitado para ser parte del laboratorio de Hemodinamia y el laboratorio de Investigación Animal del Mass General Hospital, que le permitió aprender nuevas técnicas de cateterismo cardíaco y calificar como cardiólogo. “Vine por un año y ya llevo casi 50. Los sueños cobran sentido cuando somos capaces de creer en nosotros mismos y en nuestros sueños. Yo tuve un sueño y lo logré”, expresó al recordar que en el 2002 tuvo un aneurisma cerebral y como médico conocía el alto riesgo por el cual se estaba enfrentando. “Rápidamente me puse a pensar y me di cuenta que llegué aquí, que había triunfado y llegado mucho más allá de lo que me había imaginado, le dije a mi esposa, si yo no salgo bien de esto, no voy a vivir, tranquila, ya estoy satisfecho”.
Su éxito como médico lo endilga a un esfuerzo familiar porque su esposa, aseguró, ha sido y es la gran aliada de su carrera junto a su única hija Liliana, madre de Eloísa y Maria, sus nietas. “Muchas veces estábamos listos para ir a un sitio, me llamaban del hospital y se acaba lo que íbamos a hacer”. Habla de sus padres doña Juliana y don Felipe, también como un apoyo constante. “Ellos me enseñaron la responsabilidad, la educación en familia, mi mamá se ponía a estudiar conmigo, se sacrificaron por mí”, reconoció. Tiene 5 hermanos que están en Venezuela, 3 varones y 2 mujeres, una de las cuales falleció. “La familia es la base de la sociedad”, sostiene.

Define a la medicina como un gran compromiso. “Es una carrera muy bella que te da la oportunidad de ayudar al prójimo, en mis días de consulta más del 50% de mis pacientes son internacionales, que vienen de todas partes del mundo a verme a mí”, sostuvo. Resaltó la labor que cumple el doctor venezolano Ignacio Inglessis-Azuaje, quien es el director del Programa de Enfermedades Cardíacas Estructurales en el Hospital General de Massachusetts, cuya especialidad es la Cardiología Intervencionista. “Ignacio fue uno de mis fellow”, indicó con orgullo.
Afirma que ha tenido dos grandes mentores, quienes han sido sus grandes aliados, el doctor John Powell del Laboratorio de Investigación; su compañero de clase, el doctor guayaquileño, Jorge Flores, ambos Magna Cum Laude de la promoción de médicos graduados en 1969, que trabajaba en ese entonces en el MGH, hoy vive en Washington y es un especialista en vacunas. “Jorge es un tipo brillante y me dijo tú te tienes que venir para acá Boston, me llenó los papeles y yo lo único que hice fue firmarlos, por Jorge estoy aquí”, recuerda agradecido por el amigo que le abrió las puertas para que sea el protagonista de un futuro brillante como cardiólogo en uno de los hospitales más importantes y reconocidos mundialmente como es el MGH. El doctor Peter Block era el jefe del Laboratorio de Hemodinamia y trabajó directamente con él. “Fue mi otro mentor, juntos fuimos como mano derecha y mano izquierda para hacer todos estos procedimientos, cuando yo llegué, la cardiología intervencionista no existía era solo por diagnóstico, nosotros creamos la cardiología intervencionista, soy de los pioneros, desarrollamos las técnicas y posteriormente las perfeccioné en Venezuela con una serie de 20 pacientes, con resultados espectaculares”.
Pero como buen latino, el doctor Palacios, disfruta mucho de la buena gastronomía. Sus comidas favoritas, las arvejitas verdes sin pelar que se las hacía su mamá y las arepas que le prepara su esposa, doña Cándida, quien estudió nutrición. “Las que hace ella son diferentes”, expresa con el amor y la comprensión que solo lo dan los 51 años de estar casados. El dulce que le roba un suspiro es el “bienmesabe”, cake hecho a base de bizcotelas y coco.
Es miembro del consejo editorial de varias revistas especializadas en Cardiología, ha recibido varios premios por servicios distinguidos a la medicina y a la comunidad en Venezuela, América Latina y los Estados Unidos. En 1997, el doctor Palacios recibió el premio al “Médico Clínico del Año” y ha sido reconocido durante más de 10 años como uno de los “Mejores doctores en Los Estados Unidos” por Woodward/White, Inc., organización que desde 1989 concede el reconocimiento “The best Doctors in America”; Palacios consta también en el Registro Oficial de Los Estados Unidos como un estadounidense destacado. En 1999, recibió el Gran Cordón del Libertador, que es el más alto honor que otorga la República de Venezuela.
El mejor libro y el más difícil que ha leído es “Cien años de soledad” del colombiano premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, quien es el escritor que más admira al punto que tiene una de sus novelas firmadas por él. “Doña Bárbara” del escritor venezolano, Rómulo Gallegos, es su segundo libro favorito.
Su especialidad, la cardiología intervencionista es un área dedicada al diagnóstico y el tratamiento a partir de catéteres, con técnicas de alta tecnología. Es una expansión de la Hemodinamia que se enfoca en el estudio del movimiento de la sangre dentro de los vasos sanguíneos de las arterias y venas del cuerpo humano. Las ventajas de este tipo de intervención es la rápida recuperación del paciente a través de tratamientos de procesos breves como catéteres, que son tubos pequeños y flexibles. Los procesos intervencionistas son especialmente útiles para abrir las arterias obstruidas del corazón y vasos sanguíneos.
Los especialistas insertan un catéter en un vaso sanguíneo a través de una pequeña incisión en la ingle, la muñeca o el cuello, es decir que el médico puede llegar al corazón a través del vaso sanguíneo. “En la actualidad sirve para tratar la enfermedad coronaria del corazón y evitar una cirugía”, manifestó Palacios, quien en 1990 fue nombrado Director del Programa de Cardiología Intervencionista del Hospital General de Massachusetts, cargo que ejerció hasta julio del 2021, hoy es su director Emérito; es profesor de la escuela de Medicina de la Universidad de Harvard.
La técnica de utilizar estents, mallas metálicas, para abrir vasos sanguíneos estrechos o bloqueados que suministran sangre al corazón se conoce como angioplastia. “Los estents son prótesis intracoronarias que se ponen dentro de la arteria donde está el bloqueo, se expande con un balón y entonces el estent que está expandido evita que la arteria se cierre nuevamente y corrige la obstrucción, hoy en día es la técnica más frecuente para tratar pacientes con enfermedades coronarias, más habitual incluso que el bypass aórtico coronaria que es la forma invasiva de cirugía”, explicó al aclarar que la angioplastia se utiliza en pacientes que tienen una enfermedad menos severa. Sin embargo, afirmó que en el transcurso de los años las investigaciones y el adelanto tecnológico ha demostrado que la técnica del intervencionismo sirve para pacientes que tienen una, dos o las tres arterias del corazón parcialmente obstruidas e inclusive el tronco principal de la coronaria izquierda.

Cuando se trata de dejar de lado el estrés y las preocupaciones que tiene como cardiólogo, qué mejor que bailar una salsa de Marc Anthony, artista al que ha visto en más de dos ocasiones. Pero, definitivamente su cantante preferida es Mariah Carey. “De ella se todo, me encanta su música”, confesó el doctor Palacios, quien reveló un secreto bien guardado de la artista estadounidense. “Su papá es afrolatino americano nacido en Maracaibo, Venezuela y su mamá es Irlandesa”.
Es miembro fundador de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista e hizo muchas contribuciones a la medicina latinoamericana, incluyendo presentaciones de enseñanza y conferencias. De 1990 a 2015 dirigió el Interventional Fellowship
Program en el MGH, siendo profesor y mentor de aproximadamente 100 cardiólogos que se han convertido en líderes de cardiología intervencionista en varias instituciones líderes en Los Estados Unidos y fuera del país. Es autor de más de 400 artículos publicados y 31 capítulos de libros. Estableció ensayos clínicos multicéntricos centrados en cardiología intervencionista en toda América Latina.
Oficialmente hace 3 años “La Sociedad de Cardiología Intervencionista doctor Igor Palacios”, fue creada a su nombre en el Massachusetts General Hospital/Harvard Medical School, por los becarios de todo el mundo graduados de su programa de Cardiología Intervencionista, como reconocimiento a su trayectoria como médico e investigador; ente que también consolida el desarrollo de la educación, el entrenamiento y la investigación de la cardiología intervencionista y estructural en América Latina. “He tenido la oportunidad de formar muchos médicos residentes, he traído profesionales latinos a entrenarse para que participen en estudios conmigo y puedan desarrollar todas estas técnicas en sus países”, comentó.
En honor a su exitosa trayectoria y a su contribución médica, el Municipio de Boston le otorgó el pasado 23 de julio, un certificado por sus logros profesionales como cardiólogo del Mass General Hospital por casi 5 décadas de servicio. Juan Aurelio López, Director de Investigación y Políticas del Ayuntamiento fue el encargado de presentar a Tom Mannion, de la oficina de la concejal Erin Murphy, quien le entregó el reconocimiento municipal, firmado y presentado el 21 de julio de 2022. “Estamos tan orgullosos del doctor Palacios, su reconocimiento quedará registrado en el libro permanente del Municipio”, expresó López.

Si bien los médicos son como una especie de ángel guardián porque siempre están junto al enfermo pendientes de su salud, dando lo mejor de sus conocimientos y preparación; pero, en ocasiones, la enfermedad le gana a la ciencia. El doctor Palacios aún recuerda el día en que se le murió su primer paciente en un hospital de Venezuela. “Lo más duro es hablar con los familiares”, indicó. Se define como un fiel creyente de Dios y la Virgen María en todas sus advocaciones. La Rosa Mística, patrona de Yugoslavia, es muy milagrosa, dijo. “Nosotros los médicos no somos los que sanamos, es Dios con su mano sagrada que obra sobre los pacientes, él los cura, nosotros somos sus intermediarios”, concluyó al decir que a diario se enfrenta entre la vida y la muerte; y lo seguirá haciendo hasta el último suspiro de su existencia.