Dulce Orozco es venezolana, inmigrante, empresaria, esposa de un brasilero y madre de dos niñas. A través de los distintos roles a lo largo de su vida, se ha preguntado: “¿A veces deseo tener más tiempo para hacer todo?, ¿He intentado levantarme más temprano y quedarme despierta hasta tarde para terminar mis actividades, incluso cuando mi cuerpo me dice que necesita descansar?, ¿A menudo siento que lo que he logrado nunca es suficiente?”. En búsqueda de sus respuestas decidió enfocarse en su rol profesional como terapeuta.
Nació y creció en San Cristóbal, Venezuela, junto a sus padres y hermanas trillizas. A los 17 años se graduó del colegio y obtuvo una beca en los Estados Unidos para estudiar psicología. A pesar de haber comenzado su carrera universitaria en comunicación social en su ciudad natal, terminó estudiando la profesión que más le interesaba en un país completamente diferente. “Mi experiencia como inmigrante ha cambiado alrededor de los años. Creo que parte de serlo no solo me ha generado a mí, sino a muchas personas esta culpabilidad que nos acompaña, como una auto-presión inventada cuando comenzamos desde cero en un nuevo entorno”, comentó que este sentimiento provenía de ser la primera hija en salir de su país. Llegó a Boston hace 21 años a iniciar sus estudios en psicología con un técnico en estudios del arte, la cual la llevó después a realizar un posgrado en consejería de salud mental.
“Cómo latina, he caído en la trampa de pensar, si tan solo pudiera hacer más de… (llene el espacio en blanco), finalmente podría… (llene el espacio en blanco). Sin embargo, sé que no soy la única porque veo que les sucede lo mismo a muchas mujeres fantásticas con las que trabajo, mis amigos y mi familia”, dijo Dulce, quien en su desarrollo como terapeuta ha notado que sus experiencias han ayudado a conectar con sus pacientes. Recientemente, con su licencia de consejera en la salud mental, tomó la decisión de enfocarse en la práctica privada, y así descubrir su propia manera de autocuidado. “A raíz de mi nueva etapa, descubrí la conexión entre psicología y un poco lo que aprendí en esos tres meses en comunicación social, para relacionarme con mis pacientes de una manera más flexible y personal y llegar a los oídos de muchas personas”, explica que, se ha enfocado en hablar en público como en talleres o videos en Youtube.
A pesar de saber su interés por la psicología desde pequeña, el haber vivido el fallecimiento de una persona muy cercana y estar a punto de perder a otra debido al deseo de suicidio, fue lo que la llevó a tomar decisiones para su futuro. “Tener ese tipo de experiencias me llevaron mucho a pensar que tal vez todo hubiese sido diferente, si ellos hubiesen tenido algún tipo de ayuda o la posibilidad de hablar con alguien”, indicó.
Para Dulce, ser una persona de color, tambien le ha dado la oportunidad de brindar empatía y confianza a pacientes de su comunidad. Su más reciente proyecto se enfoca en asistir a las personas latinas en el campo laboral mediante grupos de ayuda. “Muchos buscan específicamente a alguien que haya vivido algo similar. De hecho, mi más reciente cliente es inmigrante y me cuenta que ya ha pasado por varios expertos que no la escuchan porque no entienden lo que ha pasado”, agregó.
Se graduó en Emmanuel College en Boston, donde aprendió acerca de la fusión de la terapia con el arte. Aunque no se especializó en tratamientos en esta disciplina, en sus sesiones, busca maneras creativas de reflexionar y aconsejar. “Trato de usar muchas metáforas, sobre todo visuales, porque siento que nos ayuda a ver las cosas diferentes. Lo que quiero lograr con esto, es que mis pacientes vean que hay más perspectivas de las que ellos ven. Por ende, más posibilidades de motivación y esperanza de sentir que se puede hacer algo al respecto”, expresó. La venezolana contestó, que el mayor problema que ve en las personas es el no cuidarse o ponerse a sí mismo de primero, por miedo a verse egoísta. “A nivel cultural he notado que se nos hace tan difícil la autocompasión”. Para dulce, esto ocurre cuando se autocrítica y cuando es mucho más fácil amar a otros antes que a uno mismo.
Su desafío más grande ha sido todos esos techos de vidrios que se ha puesto por miedo a no encontrar una manera diferente de sentir y ver la vida. Por eso, Dulce invita a no limitarse y a buscar apoyo. “Quiero que reflexionen: ¿Por qué tenemos que esperar a estar tan mal para pedir ayuda?. Mientras más esperamos, más hondo será el hueco que empezamos a cavar y más complicado será para salir”, concluyó.