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Opinión | La variante serbia

Tenis
DEPORTES. El serbio no se ha vacunado contra el COVID-19/EFE

Las prerrogativas no son ilimitadas. Pensar que como figura pública, influyente y exitosa no se debe aceptar un «no» como respuesta es tan absurdo como forzar las situaciones a favor. Novak Djokovic es él y solo él. Así lo dejó claro en su intento por ingresar a Australia sin estar vacunado contra la pandemia del COVID-19 y bajo una dudosa documentación.

Una cosa es no creer en la vacuna contra el coronavirus y otra irrespetar las medidas adoptadas en el mundo.

Australia, por ejemplo, estableció reglas estrictas; sin embargo, el serbio se propuso participar en el primer Grand Slam del año (donde espera ser el más ganador de Majors en la historia del tenis masculinos) sin importar qué dictan las autoridades.

Pese a que el fallo de un juez favoreció este lunes de Djokovic, la manera en que se desarrolló el tema supone una mancha imborrable en el historial del hombre que, salvo una desgracia, terminará con más trofeos del más alto nivel que cualquier otro tenista en la ATP; no obstante, ser el mejor requiere -en ocasiones- más que ganar títulos.

El caso de Nole es un mal colectivo que puso a su familia bajo el foco con afirmaciones sin sentido, como aquella de su padre, quien lo comparó con Jesús, o su esposa, quien aseguró que la única ley que se debe respetar es el amor.

Lo cierto es que las pruebas presentadas por su grupo de abogados en el alegato para permitir su ingreso a Australia dejó muchas incógnitas, como la obtención de la exención médica después de los lapsos de Tennis Australia.

Si el serbio dio positivo por segunda vez al COVID-19 el día 19, ¿cómo fue capaz de posar para L’Equipe y encabezar un acto con niños en su país?

Novak Djokovic no solo subestimó la vacuna, también puso en peligro a otras personas, como si el riesgo no fuera tal. Como si cientos de miles de personas que murieron por complicaciones ligadas al coronavirus jamás hubieran existido.

Creer que el buen ánimo puede alejar todos los males es ingenuo. Nole no solo pensó en que este mantra lo salvaría de la polémica, sino que todo revivió lo del verano de 2020, cuando organizó el Adria Tour y se le vio recibiendo en su nación a otras raquetas sin ejecutar alguna de las medidas de bioseguridad. Y no solo se trató de un apretón de manos y tal vez un abrazo, el video del número uno del mundo junto a otros profesionales como Alexander Zverev o Grigor Dimitrov en una discoteca se hizo viral.

El fallo del juez dejó mucho qué desear y el resultado solo es perjudicial para un país que esperaba mantener la guardia alta ante una dura realidad que ha arropado a todo el planeta.

Las autoridades australianas aún pueden responder y suprimir el visado del serbio, quien desde ya se prepara para defender su título en Melbourne, donde cosecha diez trofeos de campeón a la espera de dejar atrás a Roger Federer y Rafael Nadal en la carrera de títulos de Grand Slam.

Djokovic puede ganar. Puede celebrar y alimentar su leyenda en la disciplina, pero su terquedad en un tema tan delicado solo deja claro que su talento es directamente proporcional a su egoísmo.

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