El presidente Joe Biden conmemorará este miércoles el Día Mundial del Sida con un llamado a reducir drásticamente los nuevos casos de infección en cuatro años y a eliminar la epidemia por completo en Estados Unidos para 2030. Más de 36 millones de personas han fallecido de sida y, 40 años después de que surgieran los primeros casos, sigue siendo una seria amenaza para la salud pública.
“Esta enfermedad sigue siendo un serio desafío para la salud pública y nos unimos a la comunidad internacional para honrar y recordar a las más de 36 millones de personas, incluyendo 700 mil estadounidenses, que perecieron trágicamente de enfermedades relacionadas con el sida desde el inicio de la pandemia”, dijo Biden en una proclamación emitida el martes.
Biden tiene previsto un evento en la Casa Blanca esta tarde para lanzar su estrategia nacional contra el VIH y el sida, pensada en “revitalizar” una respuesta integral a la epidemia con la participación de los sectores público y privado; y organizaciones religiosas y comunitarias.
La estrategia contra el VIH se apoya en cuatro metas o pilares: la prevención de nuevos casos, mejores tratamientos para pacientes infectados, reducción de las disparidades en servicios médicos y respuestas integrales y coordinadas entre el gobierno y la sociedad civil.
Según el documento distribuido por la Casa Blanca, el plan de la Administración Biden prevé eliminar la epidemia del VIH en Estados Unidos para 2030, comenzando con una reducción del 75% en nuevos casos para 2025 y una reducción del 90% cinco años después.
Contrario a estrategias del pasado, el documento pone énfasis en grupos en riesgo de contraer el VIH y que requieran servicios especializados, incluyendo inmigrantes, personas discapacitadas, personas de edad avanzada, personas con problemas de vivienda y trabajadoras sexuales.
“El racismo es una amenaza seria”
Durante una conferencia telefónica con periodistas, un funcionario de alto rango de la Administración, que pidió el anonimato, explicó que la nueva estrategia “reconoce que el racismo es una seria amenaza a la salud pública”; además de promover “Obamacare” como herramienta para ampliar el acceso a servicios para pacientes infectados con el VIH o el sida.
El documento es una “respuesta integral” que hace énfasis en personas en edad avanzada infectadas con sida, en cómo mejorar la calidad de vida de los pacientes, promueve la ampliación de servicios para reducir los daños de la enfermedad y el fortalecimiento de programas para combatir otras enfermedades.
“Es una estrategia más centrada en la gente”, afirmó el funcionario.
La proclamación de Biden
En su proclamación, Biden dijo que su gobierno se mantiene firme en sus esfuerzos “para poner fin a la epidemia del VIH”, al tiempo que enumeró algunas políticas ya implementadas por su Administración. Entre esas medidas figura una solicitud presupuestaria de $670 millones para programas nacionales contra el sida y para apoyar iniciativas globales que, según el mandatario, ya han salvado la vida de más de 21 millones de personas.
Asimismo, Biden hizo un llamado a los sectores público y privado a redoblar esfuerzos para combatir la epidemia global.
El mandatario destacó que la pandemia del COVID-19 ha supuesto otro obstáculo en la entrega de servicios para la prevención y tratamiento del VIH, además de que ha interrumpido los trabajos de investigación de la enfermedad.
“El poner fin a la epidemia del VIH está a nuestro alcance, y estamos comprometidos a terminar esta labor”, dijo Biden en el documento.
La epidemia requiere mucho más
En entrevista telefónica con El Tiempo Latino, Tez Anderson, un activista infectado con el VIH, aplaudió que Biden quiera mejorar la calidad de vida de quienes, como él, han sobrevivido a la epidemia. Sin embargo, considera que el problema requiere una respuesta colosal como la que se ha dado al combate contra el cáncer.
“Así como se creó una Iniciativa Moonshot contra el Cáncer, lo mismo deberían hacer contra el VIH y sida, para ayudar a los pacientes. Esos $670 millones me suenan a miseria”, dijo Anderson, fundador del grupo Let’s Kick ASS-AIDS Survivor Syndrome.
“Mientras no se responda al problema de la pobreza, a mejorar la calidad de vida de los pacientes, poco cambiará. Los pacientes de edad avanzada requieren una atención especial, porque las medicinas causan muchos efectos secundarios y afectan la calidad de vida… Llegar a viejo pero muy enfermo no es vivir bien”, subrayó Anderson.
Cuatro décadas de lucha
La epidemia global del VIH se ha cobrado la vida de al menos 36,3 millones de personas desde que surgió hace 40 años y, aún con los avances registrados, no parece tener fin.
Según cifras de Naciones Unidas, para 2020 alrededor de 38 millones de personas en todo el mundo estaban infectadas con el VIH o habían desarrollado el sida. De ese total, 36 millones eran adultos y 1,7 millones eran niños de hasta 14 años. Más de la mitad de los infectados, es decir el 53%, eran mujeres y niñas.
El año pasado, alrededor de 1,5 millones de personas en todo el mundo contrajeron el VIH, lo que representa un descenso del 31% desde 2010. De ese total, 1,3 millones eran personas de 15 años en adelante, y unas 160 mil eran niños y jóvenes de hasta 14 años.
En la capital estadounidense, las autoridades han reportado una baja del 79% en nuevos casos de VIH desde 2007, según un informe de 2020.
Las minorías y el problema de acceso equitativo
En Estados Unidos, las comunidades afroamericanas y latinas han sido afectadas de forma desproporcionada por la epidemia del VIH, en comparación con otros grupos étnicos o raciales. En 2018, por ejemplo, los negros e hispanos, que conformaron el 13% y 18% de la población, respectivamente, integraron de la misma manera el 41% y 23% de los casos.
Esto se debe en parte a que ambas minorías siempre han tenido problemas de equidad de acceso a las pruebas y tratamientos.
En ese sentido, Harold Phillips, director de la Oficina de la Política Nacional contra el Sida de la Casa Blanca, explicó en una entrevista reciente que el gobierno quiere dedicar más recursos a las áreas del país con marcadas desigualdades en materia de salud y con altos números de casos de VIH.
“Necesitamos asegurarnos de que no dejamos atrás a ninguna parte del país ni a sus poblaciones”, afirmó Phillips.
Un informe divulgado esta semana por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) indicó que la tasa de nuevas infecciones con el VIH no registró cambios entre hombres homosexuales afroamericanos y latinos en la última década. Mientras tanto, los casos de infección bajaron en un 8% entre los homosexuales y bisexuales de origen blanco.
Es decir, ya en 1986 los CDC habían advertido del impacto desproporcionado del VIH y el sida entre las minorías; y las desigualdades persisten hasta la fecha.
El estudio, según expertos, subraya la urgencia de cerrar la brecha racial en lo que respecta al acceso al cuidado médico de las minorías.
Gracias a mejoras en el acceso a las pruebas, cerca de 84% de las personas infectadas con el VIH en el mundo conocieron su estatus en 2020 tras someterse a la prueba, mientras que el 16% restante no se la hizo.
Por otra parte, 75% de las personas con VIH a nivel mundial han tenido acceso a terapias antiretrovirales, mientras que el 15% restante aún espera acceder a esos tratamientos.
Naciones Unidas ha advertido de que, pese a los avances, persiste un progreso inconsistente para reducir el número de nuevos casos de infección, incrementar el acceso a tratamientos y poner fin a las muertes relacionadas con el sida.
Además de las disparidades raciales, el estigma y la discriminación contra grupos vulnerables también son barreras que obstruyen el avance en la lucha contra el sida, según Naciones Unidas.