Beth Healy
Click here to read this article in English, by WBUR
En una de las instituciones médicas más destacadas de Boston existe una estadística escalofriante: Cada día, dos o tres enfermeras del Massachusetts General Hospital son agredidas. Los incidentes pueden variar desde un empujón o una patada hasta acoso verbal e incluso amenazas por parte de los pacientes, según los funcionarios del hospital.
Y, probablemente, dicho promedio esté lejos de la realidad; en parte, porque hay pocos informes obligatorios o seguimiento de las agresiones que se dan dentro de los hospitales de Massachusetts.
«Creemos que los números reportados están por debajo de lo que ocurre realmente», comentó Colleen Snydeman, directora ejecutiva de Calidad y Seguridad en Enfermería y Atención al Paciente en el MGH. El hospital comenzó a recopilar datos sobre agresiones al personal en 2019, dijo. «Ha sido algo que nos tiene muy preocupados».
El año pasado, el hospital brindó capacitación en seguridad a unos 30.000 empleados, informaron las autoridades. Y se están realizando esfuerzos adicionales para ayudar al personal con los signos de advertencia para la detección temprana de problemas. La institución médica también probará botones de pánico para las enfermeras.
El COVID-19 solo ha exacerbado la situación, según los ejecutivos de Atención Médica y las encuestas nacionales de enfermería. Los hospitales han perdido enfermeras y asistentes para atender a pacientes durante la pandemia, lo que ha dejado a muchas instituciones con poco personal. Esto puede llevar a que enfermeras o asistentes tengan una mayor carga de trabajo y deban entrar a las habitaciones solos cuando lo ideal sería tener refuerzos.
Además, hay una ansiedad adicional en el entorno actual. Los nervios están al límite, entre el personal y los pacientes. Algunos pacientes están llegando más enfermos después de posponer el tratamiento durante la pandemia. En algunos hospitales, la escasez de camas y personal se traduce en mayor tiempo de espera.
Una parte de los pacientes que agreden al personal de salud tienen demencia o enfermedad mental no tratada, o se comportan de manera agresiva después de salir de la anestesia.
Bonnie Michelman, directora de Policía y Seguridad del MGH, estimó que las agresiones son aproximadamente un 60% «involuntarias» y un 40% «intencionales».
Los casos intencionales pueden involucrar a personas alteradas por drogas o alcohol, explicó. Los involuntarios suelen ser pacientes mayores con demencia o Alzheimer “que han cambiado su personalidad normal a una que puede ser radicalmente volátil. Esas son situaciones realmente tristes”, dijo.
Pero las consecuencias son las mismas, indicó Michelman. Las enfermeras, los ayudantes, los médicos y otras personas pueden lesionarse o tener experiencias traumáticas al lidiar con los arrebatos de los pacientes. En el MGH, es el concurrido departamento de emergencias del centro de la ciudad el que tiene los reportes más frecuentes de pacientes violentos, dijeron las autoridades. La unidad psiquiátrica para pacientes hospitalizados también conlleva una gran carga. Pero el problema afecta a todo el hospital y a la industria.
En algunas partes del país, los hospitales han informado de incidentes que involucran a miembros del público que se negaron a usar máscaras o se enojaron por otros problemas relacionados con el COVID .
En una encuesta publicada esta semana por National Nurses United de 5,000 enfermeras registradas, casi un tercio, o 31%, señalaron ha existido un aumento pequeño o significativo en la violencia en el lugar de trabajo, en comparación con el 22% en una encuesta de marzo.
Según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU., los trabajadores de la salud representaron el 73% de todas las lesiones y enfermedades no fatales en el lugar de trabajo debido a la violencia en 2018.
El estrés de recibir y brindar atención médica ha aumentado durante la pandemia, según Katie Murphy, enfermera de la UCI del Brigham and Women’s Hospital en Boston y presidenta del sindicato de la Asociación de Enfermeras de Massachusetts. Y la escasez de camas psiquiátricas en la región ha contribuido en gran medida a la prevalencia de ataques violentos de pacientes.
«Los pacientes están esperando atención y tratamiento» en algunos casos, indicó. «Cuando están en el hospital, son más vulnerables. Tienen miedo, están confundidos. Y los trabajadores de la salud están ahí, ya sabes, a menudo muy, muy cerca».
Murphy recordó que le dieron un puñetazo en la cara a una compañera de enfermería hace un par de meses. Pero el incidente probablemente no se informó, contó.
«Ella simplemente dijo: ‘¿Sabes qué? Tengo que irme a casa'», recordó Murphy.
Brigham and Women’s, en un comunicado, señaló: «Sabemos que estos eventos no se informan en su totalidad y siguen siendo un gran desafío para quienes se encuentran en la primera línea de atención».
El hospital está trabajando para que cada caso sea reportado, según el comunicado, y está tomando medidas como aumentar la seguridad en el Departamento de Emergencias.
En otro importante hospital de Boston, el Beth Israel Deaconess Medical Center, la portavoz Terri Janos dijo que las agresiones en el lugar de trabajo han sido una preocupación desde mucho antes del inicio de la pandemia. Pero las tensiones en la atención médica han aumentado con «restricciones de visitantes, acceso limitado a la atención de salud mental y tensión».
Tanto la Asociación de Enfermeras de Massachusetts como la Asociación de Salud y Hospitales de Massachusetts están apoyando proyectos de ley en la Legislatura estatal que apuntan a la seguridad en el lugar de trabajo para los trabajadores médicos. Ambos, entre otras cosas, requerirían informes y seguimiento más rigurosos de las agresiones.
La asociación de hospitales en un comunicado calificó los incidentes de violencia como «raros». Pero la vicepresidenta de asuntos clínicos del grupo, Patricia Noga, también dijo: «Compartimos la urgencia de las enfermeras, los médicos y otros profesionales de la atención de poner fin a los actos inaceptables de violencia en todos los centros de atención médica».