La llegada de los talibanes a Kabul y su toma de posesión del gobierno afgano trajo consigo rápidas acciones de la comunidad internacional en pro de asegurar a su personal diplomático en el país. Entre evacuaciones y con la esperanza de procesos pacíficos, el mundo sigue de cerca la situación de la nación islámica.
Conforme Estados Unidos y sus aliados anunciaron el retiro de sus tropas, Afganistán vio a los insurgentes ganar terreno a alta velocidad, movilización que encontró el fin de semana su punto más álgido con el arribo de los rebeldes a la capital.
La acción derivó en la salida del presidente Ashraf Ghani y con ello la incertidumbre de cómo los talibanes desarrollarán sus labores tras 20 años lejos del poder.
El día que todo cambió
Poco antes de la llegada de los talibanes a Kabul, países como Alemania, Italia, Suecia, Estados Unidos anunciaron el traslado de su personal diplomático al aeropuerto de la capital. España, por su parte, informó que brindaría su apoyo para repatriar a cientos de afganos, una acción a la que se sumó Albania.
La mañana del domingo se confirmó la salida del país del presidente Ghani, lo que aseguraba el triunfo talibán en la nación.
Inmediatamente, el aeropuerto de Kabul fue el epicentro del desplazamiento de miles de personas hacia otras latitudes.
Estados Unidos aumentó el número de tropas solo para resguardar sus diplomáticos. El lunes, el presidente Joe Biden se pronunció y defendió su decisión de retirar al ejército tras 20 años de guerra en dicho territorio y responsabilizó al gobierno afgano de abandonar a su pueblo: «Hablé con el presidente afgano que cuando las tropas estadounidenses se irían de su territorio, ellos tendrían que luchar su guerra, pero claramente no lo han hecho», dijo desde la Casa Blanca.
Desde EEUU
Los 20 años que duró la presencia de las tropas estadounidenses en territorio afganos vio a cuatro presidentes pasar por la Casa Blanca a medida que cada uno decidía aplicar sus propias políticas sobre una problemática que inició con el ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.
George W. Bush, quien estaba en el poder aquella trágica fecha y dio inicio al traslado de miembros del ejército a dicho país, se lamentó por lo ocurrido en los últimos días en la nación islámica. En un comunicado, el republicano abogó por «reducir los trámites burocráticos para los refugiados durante las crisis humanitarias urgentes».
Su sucesor, Barack Obama, se ha mantenido al margen desde que el pasado mes de abril apoyó la decisión de Biden de retirar las tropas; sin embargo, un portavoz del exmandatario dijo a Fox News que los comentarios sobre el tema inundaron sus redes sociales, lo que lo obligó, por ejemplo, a limitar momentáneamente los comentarios que sus seguidores hacían sobre Afganistán en sus recientes publicaciones que nada tenían que ver con el tema.
Vergüenza
La llegada de los talibanes a Kabul también sirvió para que en Estados Unidos se apuntara a la figura del presidente Biden como culpable de la situación. La principal voz de crítica fue la del expresidente Donald Trump, quien solicitó la renuncia del demócrata por el retiro de la tropas de Afganistán.
A pesar de prometer lo mismo en caso de haber ganado las elecciones de noviembre de 2020, el republicano señaló que «Afganistán es el resultado militar más vergonzoso de la historia de EE.UU. ¡No tenía por qué haber sido así!».
Nueva oleada migratoria
Una de las consecuencias al arribo de los talibanes al poder será el desplazamiento de miles de afganos buscando refugio en otros países. Sobre el tema, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se manifestó y pidió por la estabilidad afgana para evitar el fenómeno.
«Estamos frente a una oleada de refugiados afganos que vienen a través de Irán. Haremos todo lo que podemos para contribuir a la estabilidad de Afganistán», opinó en un evento celebrado el domingo.
Al mandatario se sumó la OTAN, que abogó por una solución pacífica y política al conflicto.
Mientras, la Unión Europea llamó a las partes a evitar un «derramamiento de sangre».
Evacuación y trabas
A pesar de los planes de la comunidad internacional para la salida de su personal, la situación no ha sido sencilla. Alemania y Estados Unidos, por ejemplo, coordinan el proceso que terminará con la evacuación de su personal en Afganistán.
«Antes de hablar de contingentes hay que estudiar opciones seguras en los países vecinos. Luego en un segundo paso, si hay personas especialmente afectadas, podrían recibir apoyo de Europa», señaló la canciller germana Angela Merkel este martes.
Por su parte, Reino Unido aseguró que los talibanes respaldan la operación de salida de extranjeros: «Ellos consideran que va en su propio interés ayudar a que esto ocurra de una forma ordenada y clara. Obviamente, es nuestro interés que ellos lo vean de esa manera», dijo a Sky News el embajador británico en Afganistán, Laurie Bristow.
Pero el trabajo no es sencillo. Aún con una serie de vuelos pendientes, Estados Unidos, que confirmó la evacuación de 2 mil personas en 48 horas, reclamó este miércoles que los insurgentes bloquearon el acceso de afganos al aeropuerto de Kabul.
«En contra de sus comunicados públicos y compromisos con nuestro Gobierno, tenemos informes de que los talibanes están bloqueando las vías para evitar que los afganos que quieren salir lleguen al aeropuerto», manifestó la subsecretaria de Estado, Wendy Sherman, en rueda de prensa.
Trabajo conjunto
China, el gran rival comercial de Estados Unidos, criticó a Norteamérica por el retiro de las tropas y la consecuencia en la llegada de los talibanes, pero indicó estar dispuesto a entablar un diálogo que ayude a Afganistán.
Un comunicado del gigante asiático reconoció que el canciller chino, Wang Yi habló con el secretario de estado estadounidense, Antony Blinken, para que ambos aboguen por acuerdos que eviten una guerra civil.
Asimismo, China animó «a los afganos a establecer un país abierto de forma acorde a las condiciones nacionales y con una estructura política inclusiva».
Mientras, Rusia vio como una buena señal que los talibanes estén dispuestos a dialogar. «Lo que proclaman ahora los talibanes en Kabul y su disposición de respetar la opinión de los demás, que demuestran en la práctica, es una señal positiva, en mi opinión», detalló durante un encuentro con autoridades de Polonia y Lituania el ministro de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov.