Por Andrew Jack, Sun Yu, Jyotsna Singh y Jude Webber
Calla Cambrey había pensado ser abogada pero en la asesoría de carreras del gobierno galés en Cardiff, donde estudia economía y política, la inspiraron a aplicar para trabajos en el servicio civil.
“En la situación actual, quiero un trabajo donde pueda devolverle a la sociedad”, dice. “Mucha gente no saldrá de la pandemia particularmente bien, y quiero trabajar en algún sitio donde pueda ayudar”.
Su punto de vista sobre carreras del sector público hace eco de otras personas en varios países alrededor del mundo. Coronavirus ha impulsado un interés renovado en el sector, sea por un sentido mayor de servicio público, lo atractivo de las condiciones de trabajo que se ofrecen o una falta de oportunidades alternativas durante la presente recesión económica.
En el Reino Unido, el programa Fast Stream del servicio civil ofrece niveles de entrada competitivos a unas mil personas cada año. Entretanto, compañías que tradicionalmente son líderes en empleos, como los cuatro grandes de contabilidad, han reducido su oferta laboral. Martin Birchall, director del grupo de análisis High Fliers, dice que el sector público se ha convertido en el principal reclutador de egresados durante la pandemia.
Birchall explica que tanto la demanda como la oferta de empleos del sector público han aumentado. Una encuesta llevada a cabo por su organización en noviembre pasado aportó que 57 por ciento de los estudiantes en el Reino Unido querían un trabajo donde pudieran “devolver algo” – un incremento sobre la cifra de 41 por ciento dos años antes. “En una crisis, la gente busca certidumbre y estabilidad. 2021 será de cosecha abundante para el sector”.
El atractivo del servicio civil resuena en otros sitios, incluyendo la India, la cual heredó un sistema creado para oficiales británicos de élite que administraran la antigua colonia. Un millón de personas aplican anualmente para uno de los mil puestos disponibles en la Comisión Sindical de Servicio Público (Union Public Service Commission), la agencia central de la India para empleos de servidor público, en la cual los candidatos deben pasar treinta horas de exámenes, una entrevista y un análisis de personalidad.
Con desempleo severo, los hindúes se han sentido atraídos a un sector público que ofrece seguridad y buenos beneficios. Coronavirus retrasó el examen del año pasado desde junio hasta octubre y algunos que vieron sus postulaciones descarriladas han solicitado a la Corte Suprema que les conceda la oportunidad de aplicar.
Aryendra Sharma, de 27 años, dejó un trabajo de “remuneración decente” como ingeniero para dedicarle doce a trece horas al día durante el pasado año estudiando para los exámenes, abarrotándose de temas desde actualidades del entorno hasta historia universal o ética. “Un empleo en el servicio civil definitivamente te aumenta el estatus”, dice. “No hay otro trabajo que te permite realmente ser de servicio al pueblo y a la nación”.
En China, donde la palabra mandarín es sinónima de servidores públicos, el atractivo de un nivel alto social y económico logrado a través del control que tiene el estado sobre los recursos, ha sido parte de la sociedad durante siglos. El examen de servicio civil de la China imperial, la cual duró 1.300 años, era la mejor manera en la cual hombres de perfiles modestos podían trepar estratos sociales.
Bajo el régimen comunista, los trabajos en el gobierno ganaron en popularidad luego de que Pekín reinstituyó el examen de servicio civil en 1994. Los candidatos hoy en día toman exámenes escritos que incluyen un análisis sobre porqué las economías de estado si funcionan y más de cien preguntas de opción múltiple sobre cosas tan diversas como los idiomas de trabajo de la ONU hasta las propiedades químicas de las joyas de plata.
El atractivo del “trofeo de arroz de hierro” (una expresión que significa empleo público seguro) mantiene su fuerza a pesar de los avances del sector privado en años recientes. “Históricamente, el servicio civil chino ha podido atraer los mejores talentos de la nación, algo que se ha fortalecido aún más después de la pandemia”, dice Ming Xia, profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
En junio pasado, una encuesta de graduados universitarios en Shaoxing, una ciudad rica al este de China, determinó que 44 por ciento consideran el servicio público como su primera opción, el doble del nivel en el 2019. El número de aplicantes para los 26.000 empleos anuales aumentó a 965.000 en los exámenes de noviembre pasado, comparado con 920.000 un año antes.
Lucy Li, quién entró a trabajar en su buró financiero local este año luego de perder su trabajo de contadora en la ciudad norteña de Tangshan, dice: “Muy pocos trabajos del sector privado pueden competir con el sector público en cuanto a beneficios”.
En Francia, el número de aplicantes para los escasos 83 puestos cada año en la Escuela Nacional de Administración (Ecole Nationale d’Administration – ENA), una academia de élite para pulir candidatos de cara a empleos en el servicio civil, aumentó de 1.735 en el 2019 a 1.775 en el 2020, primariamente debido a una nueva modalidad de entrada para los que ostentan doctorados (PhDs).
Patrick Gérard, director de la ENA, dice que dos tercios de sus alumnos se ofrecieron como voluntarios para ayudar frente a la pandemia. “Cuando hay un evento grande que toca al país, como los [ataques terroristas] en el concierto de Bataclan en el 2015 o el coronavirus, la gente pregunta ‘¿qué puedo hacer?’”.
Pero advierte que aunque trabajar en el sector público sigue siendo relativamente prestigioso y atractivo en Francia, no es hoy día igual que durante los “30 años gloriosos” de la reconstrucción después de la segunda guerra mundial, y antes del auge de trabajos mejor pagados en el sector privado.
Como en otros países, una mezcla de reducciones presupuestarias y expectativas de oportunidades limitadas causan ambivalencia sobre trabajar en el sector público – una tendencia exacerbada por los desajustes gubernamentales del coronavirus debido a reducciones en la recaudación impositiva y el aumento en los niveles de endeudamiento.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha incluido la reducción de la burocracia pública como una de las metas principales de su programa de políticas de austeridad, destinado a aumentar el gasto social. Desde que tomó posesión en diciembre del 2018, y junio del 2020, su administración redujo 9.430 empleos, una quinta parte de su nómina.
“Los salarios en el gobierno son muy bajos”, dice un veterano empleado estatal. “No hay seguro médico ni finiquito de retiro. Es un trabajo de veinticuatro horas en los niveles medio y alto y tu debes pagar todo – electricidad, televisión, internet”.
Rosa Pavanelli, jefa de la Internacional de Servicios Públicos, la federación global de sindicatos del sector público, dice que el coronavirus ha resaltado la importancia de los trabajos gubernamentales. Pero aclara que también ha revelado debilidades causadas por una erosión prolongada de servicios a medida que los beneficios se han quedado atrás y se han introducido alternativas como contratos de corto plazo y consultorías subcontratadas al sector privado.
“Creo que la necesidad de invertir más en los servicios públicos ya es reconocida por la población, pero todavía no es tomada en cuenta las agendas institucionales”, dice. “Debemos insistir en la diferencia que los empleados estatales de alto calibre pueden representar para la gente y también para las empresas”.
Thomas Ross, presidente de la Volcker Alliance en Nueva York, una sociedad sin animo de lucro que busca fortalecer el sector público, dice que desde la llamada inicial de John F. Kennedy a que la gente se dedicará al servicio público, las críticas de los políticos sobre la burocracia, desde Ronald Regan hasta Donald Trump han erosionado la confianza y el apoyo.
La ley que gobierna el servicio civil no se ha reformado desde 1978, “cuando el gobierno contrataba secretarias sin tener maquinas de escribir manuales, la paga y las promociones estaban atadas a un sistema de evaluaciones y uno trabajaba en el mismo sitio durante la mayor parte de su carrera”. Ross quiere reformas, incluyendo contrataciones “laterales” a niveles senior y una mayor rotación de roles.
Denota un pequeño incremento reciente en la demanda de trabajos gubernamentales en diciembre después de un largo período de estancamiento, y cree que el nuevo estímulo federal para apoyar la respuesta a la pandemia podría llevar a que los gobiernos estatales y locales contraten nuevos empleados.
Su organización también ha lanzado iniciativas con universidades para conectar a los alumnos con posibles roles en el gobierno. “Esta generación tiene un mayor sentido de responsabilidad sobre su deber de servicio”, dice.
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La pandemia provoca un aumento de trabajo cívico
Luego de obtener su título de abogado en la Universidad de Strathclyde en Escocia, Igra Ishaq no se sentía motivada a aplicar al programa de graduados en el banco de high street donde estaba trabajando el año pasado. Se sentía mas inspirada por su capacidad para ayudar a gente con problemas de deuda, vivienda y acceso a beneficios en su trabajo voluntario en la Oficina de Asesoría Ciudadana (Citizens’ Advice Bureau).
Por tanto, aplicó a Think Ahead, parte del creciente abanico de programas creados en los últimos años para atraer licenciados con talento al sector público. La han designado a un fideicomiso para la salud mental en el norte de Inglaterra, a la vez que apoyan sus estudios para una calificación profesional.
Otro programa, Teach First, se ha convertido en uno de los mayores reclutadores de graduados en el Reino Unido. Además hay muchos como Police Now, Frontline, dedicado a servicio social para niños, y Unlocked, el cual trabaja con el servicio de prisiones. Matthew Brown, director estratégico de Think Ahead, dice: “La pandemia ha enfocado la luz en la importancia de la salud mental, y está alimentando un aumento del interés”.
“Quería usar mi experiencia para ayudar a otros hasta que puedan ayudarse a sí mismos”, dice Ishaq.
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