Este artículo está disponible en inglés en el Boston Business Journal. Puedes leerlo haciendo click aquí
La educación es el combustible de un motor económico próspero. Se supone que es el camino hacia la prosperidad para nuestros estudiantes, pero el COVID-19 ha expuesto las disparidades que muchos ya sabían que existían. Durante décadas, Massachusetts le ha estado fallando a grandes segmentos de nuestra población, particularmente a los latinos, que ahora constituyen el 22% de los estudiantes en todo el estado. El impacto de la pandemia ha agravado la brecha de oportunidades y ha dejado una marca innegable en estos niños, y es hora de que nuestros funcionarios electos respondan.
Si bien los estudiantes enfrentan muchos desafíos, el acceso a los aparatos tecnológicos y la conectividad es uno de los más urgentes. En un momento en que todo, desde el aprendizaje hasta el acceso a los servicios sociales y de salud, se ha vuelto virtual, la falta de un dispositivo o conectividad pone a las familias en un gran peligro.
La primavera pasada, los distritos escolares de todo el país anunciaron que proporcionarían Chromebooks gratis a los estudiantes que necesitaran un dispositivo para el aprendizaje virtual. Si mi hijo de 6 años, Joaquín, no hubiera recibido uno a través de las Escuelas Públicas de Boston (BPS, pos sus siglas en inglés), le habría tenido que comprar uno yo, en un momento en que las familias de todo el estado enfrentan dificultades financieras. Muchos no se inscribieron para pedir el Chromebook, pensando que nuestros hijos volverían a sus aulas en unas pocas semanas. Eso no ha sucedido, y ahora hay escasez de Chromebook.
Al mismo tiempo, las familias luchan contra la brecha digital. Solo en Boston, al menos 2.700 estudiantes carecen de buen acceso a Internet y estas son estimaciones considerables. No es sorprendente que estos estudiantes vivan mayormente en vecindarios con grandes poblaciones latinas y afroamericanas. Para los estudiantes que carecen de herramientas tecnológicas y los recursos adecuados, es casi como si no estuvieran inscritos en la escuela y permanecieran en las sombras de nuestro sistema educativo.
Cuando Latinos for Education encuestó a padres latinos en Massachusetts para saber cómo el COVID-19 estaba afectando la educación de sus hijos, descubrimos que al 46 por ciento les preocupaba que sus hijos estuvieran experimentando una pérdida de aprendizaje como resultado de esta pandemia .
Si bien los funcionarios locales han realizado un tremendo esfuerzo para adaptarse a estas circunstancias, podemos y debemos hacerlo mejor. Nos complace ver que nuestros funcionarios electos se han tomado esto en serio y apreciamos los esfuerzos recientes del Comité Conjunto de Educación para apoyar la equidad tecnológica mediante el establecimiento de una comisión para el estudio del tema. Sin embargo, este es solo el primer paso para garantizar la tecnología para todos: que cada estudiante tenga la tecnología que necesita para participar en clases remotas ahora y en el futuro.
Si no abordamos esto ahora, dentro de unos años nos encontraremos con una fuerza laboral no preparada porque hemos permitido que el acceso digital y las barreras de conectividad nos impidan brindar a todos los niños su derecho a la educación. A través de nuestras conversaciones con funcionarios electos y líderes empresariales en MassBio y Massachusetts Competitive Partnership, hemos descubierto que las empresas, al trabajar con los legisladores, tienen la capacidad de cerrar las brechas tecnológicas que enfrentan nuestros estudiantes.
Debemos pensar con valentía e imaginar el futuro que queremos para nuestras ciudades y escuelas considerando opciones como las redes de malla, que involucran un grupo de dispositivos que actúan como una sola red Wi-Fi. En ciudades como Boston, donde tenemos una gran cantidad de universidades, hospitales, empresas y otros espacios comunitarios, podemos colaborar para brindar acceso universal a Wi-Fi gratuito de manera temporal mientras impulsamos la transición del acceso a banda ancha como un servicio público para que todos los residentes en nuestro estado pueden acceder a internet.
Si no logramos cerrar la brecha digital, los estudiantes latinos que representan la futura fuerza laboral de Massachusetts seguirán rezagados.
Este artículo está disponible en inglés en el Boston Business Journal. Puedes leerlo haciendo click aquí