El ex corredor de los Baltimore Ravens, Ray Rice, emitió un comunicado a través de The Baltimore Sun un par de días antes de cumplirse el primer año de su arresto por violencia doméstica, disculpándose por su «terrible error» y agradeciendo a quienes lo apoyan.
«Esta no es una despedida o un adiós», declaró Rice.
En términos de su carrera en el fútbol americano, Rice podría tener que entender que este es un adiós. Ningún equipo ha llamado a Rice desde su reinstalación a finales de noviembre, y existe una amplia posibilidad que ningún equipo lo firme esta temporada baja.
Rice puede decir «una mala decisión puede convertir tu sueño en una pesadilla», pero esa sólo es parte de la razón por la que sigue sin empleo. Lo que no se puede pasar por alto es que se trata de un corredor de 28 años de edad (una edad vista a menudo como el punto más alto para esa posición) con un gran desgaste. Tuvo el peor promedio de yardas por acarreo (3.1) en la NFL la última vez que jugó.
La dura realidad que Rice podría tener que enfrentar es que los equipos no creen que vale la pesadilla que sufrirían en sus relaciones públicas si lo firman.
Algunos señalarán a los eventos recientes como una luz de esperanza para Rice. Los Buffalo Bills ficharon al guardia Richie Incognito este mes luego de estar fuera del fútbol americano durante año y medio tras el escándalo de hostigamiento de los Miami Dolphins. Varios equipos podrían estar interesados en el ala defensiva agente libre Greg Hardy luego que sus cargos por violencia doméstica fueran retirados. Los Minnesota Vikings al parecer están listos para recibir de vuelta al corredor Adrian Peterson luego de su escándalo por maltrato infantil.
La diferencia entre esos jugadores y Rice es que lo que pueden aportar dentro del campo, sobre todo en el caso de Peterson. Los equipos están dispuestos a lidiar con la reacción negativa si ese jugador puede correr para 1,300 yardas, anotar 10 touchdowns o más y ganar partidos por sí solo. Es por eso que Peterson tiene garantizado jugar de nuevo –ya sea con los Vikings u otro equipo– y Rice no.
El último año ha sido una caída dramática para Rice. Alguna vez fue defensor en una campaña contra el hostigamiento que regularmente hablaba frente a cientos de aficionados en eventos. Fue el rostro de la franquicia en la comunidad que lucía bigotes de leche junto al alcalde de Baltimore y repartía billetes de 20 dólares a los niños para que bailaran e hicieran ejercicio en un esfuerzo para que los jóvenes de la ciudad estuvieran en forma.
Esa imagen cambió para siempre el 15 de febrero, cuando golpeó a su entonces prometida y la dejó inconsciente en un elevador en Atlantic City. El video que se grabó en el incidente está en la mente de una nación, lo que al final obligó a los Ravens a realizar un intercambio de jerseys con aficionados, y a su alma mater, Rutgers, a quitar sus fotografías de su estadio de fútbol americano.
Pero la historia demuestra que el futuro de un jugador de la NFL está basado más en nivel de capacidades actual que sus errores del pasado. Rice no sólo tiene que convencer a los equipos que es una persona cambiada. Tiene que hacerles creer que puede ayudar a su ofensiva más que cualquier otro jugador.
Tampoco ayuda a las posibilidades de Rice que los equipos puedan encontrar corredores productivos en la agencia libre, desde DeMarco Murray a Frank Gore, C.J. Spiller o Justin Forsett, quien reemplazó a Rice con los Ravens. El draft ofrece algunos corredores emocionantes como Melvin Gordon de Wisconsin y Todd Gurley de Georgia.
Nadie sabe si Rice ha jugado por última vez en la NFL. Esa pregunta probablemente será respondida durante el próximo par de meses. No sorprende que la disculpa de Rice se produzca algunas semanas antes del inicio de la agencia libre.
La decisión va más allá de Rice o sus errores del pasado. La decisión depende de si un equipo cree que Rice vale lo suficiente para soportar el escrutinio nacional.
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