En varias ocasiones he escuchado a gente quejarse de que los latinos somos sucios y poco cuidadosos con nuestro alrededor y el medio ambiente. Especialmente aquí en Massachusetts me han dicho que en lugares con alta concentración de latinos uno se puede tropezar con pañales desechables en medio de una acera, botellas, o con trozos de cajetillas de cigarrillos, lo que en realidad es cierto. Yo he visto con mis propios ojos a genta latina tirar basura en plena vereda. Mi argumento de defensa era que quizá alguna gente latina era sucia pero no toda, y que de la misma forma lo eran personas de otras razas, que ese descuido no tenía nada que ver con el hecho de ser latinos o no, pero más bien se daba por el nivel de educación de la gente. Pero como con todo en esta vida al poco tiempo comprendí que el tema es más complicado que eso y que la educación es quizá uno de los factores por considerarse pero no el único. Ahora me atrevo a decir que la gente sucia es más bien egoísta y vaga.
Hace algunos meses atrás me encontraba caminando con una persona altamente educada, y que por cierto no era latina, quien tiró al suelo el envoltorio transparente que cubría la caja que tenía en sus manos. Yo lo miré desconsolada y completamente sorprendida pues no me esperé algo así y le dije que usara un basurero y él me respondió: “Con un poco de basura que yo bote no pasa nada”. Inmediatamente le dije que si cien personas pensaban igual que él, entonces el producto serían cien trozos de mugre alrededor nuestro, y le pregunté qué pasaría si mil personas pensaban como él. En ese momento me di cuenta de la “comodidad” de este ser humano, altamente educado y del primer mundo que se creía con derecho de hacer lo que se le daba la gana, sin considerar al resto de gente que cohabita el mismo espacio y lo horrible y nocivo que es tirar mugre en cualquier parte. Esta persona bien podía guardar su basura por unos minutos en su bolsillo o sujetarla en sus manos hasta llegar a un basurero. Por suerte, luego de unos segundos me miró y dijo: “tienes razón”, mientras recogía lo que había botado. Lastimosamente no toda la gente reflexiona así de rápido.
La educación es un factor que afecta el hecho de ser sucios o no, pero no es el único. Si a uno no le enseñan modales o le inculcan buenos hábitos es poco lo que se puede hacer, pero hay gente sin mucha educación pero con una alto nivel de integridad, sentido común y estética que efectivamente comprende la importancia de mantener los espacios de uno limpios y agradables. Como ejemplifiqué anteriormente un pensamiento egoísta y una actitud de vagancia tienen mucho que ver con esa mentalidad que permite ensuciar nuestro alrededor. Pensar “si yo boto un poco de basura no afecta” es una falacia completa, pues nosotros no somos los únicos que vivimos y gozamos de este mundo. Es una responsabilidad cívica ser limpios y es importante respetar los espacios públicos, por algo son públicos. Pero más allá de ser limpios por tener un espacio estéticamente agradable y salubre, pues con la basura solo se invitan a ratas y moscas y estas solo traen enfermedades, es importante considerar el impacto negativo que causamos con nuestra basura al ecosistema alrededor nuestro.
Cuando era pequeña recuerdo cómo en mi hogar y en la escuela me decían: “Piensa en este planeta, en tu ciudad, en las calles, en los parques por los que andas como si fuesen tu casa. Tú no andas por tu sala, por tu cuarto botando en el suelo restos de fruta, trocitos de papel, chicle, plásticos…” Qué cosa más básica y ejemplo más claro, pero al parecer no todos lo escucharon porque uno camina por muchas partes y ve gran cantidad de basura por doquier.
Es una lástima, porque nuestro pequeño hogar está lleno de gente. Nuestro pequeño hogar tiene una familia inmensa de casi siete billones de personas.