COMPARTE

¿Somos la mayoría de personas políticamente inactivos? ¿Políticamente insípidos? Término que un conocido usó para describir a personas que simplemente se interesan por las “cuestiones políticas” cada cierto tiempo o cuando les conviene. Muchos no se interesan en lo más mínimo por cuestiones políticas, sin embargo el momento que no les gusta una ley o un gobernante se quejan. ¿Pero cómo quejarse, si no se hace nada, si uno no participa de la política, si uno no está cívicamente involucrado en los aspectos que moldean nuestra sociedad y gobierno?

Decir que a uno no le interesa la política es decir que a uno no le interesa la educación, salud, naturaleza, paz, artes, comida, ciencias, comercio, moda… Si uno dice que no le interesa la política, entonces podría decir perfectamente que no le interesa nada. La realidad es que todo está atado y vinculado a la política: nuestros sistemas educativos, médicos, agrarios, de comercio, etc. Todo está afectado por cientos de leyes que se deciden, revocan, o modifican gracias a los políticos que nosotros ayudamos a escoger o no; o al voto que damos para pasar una ley, tener una subvención, o la manifestación que organizamos para demostrar nuestra informidad con medidas tomadas por el gobierno. Por lo tanto uno debe de reconsiderar qué tan activo debe ser en asuntos socio-políticos, pues rigen todos los aspectos de nuestra vida.

Así uno no tenga el derecho al voto, por ser extranjero o muy joven, uno puede involucrarse de cualquier forma en la política e impactar las leyes y reformas que afectan a nuestra sociedad. Si dedicamos un poco de nuestro tiempo a educarnos y a educar a otros en asuntos políticos estamos haciéndonos un gran favor. Muchos gobernantes y varias leyes regirán nuestro futuro e impactarán nuestras vidas. Desde el precio que tendrá el pan en nuestra mesa hasta el costo de la educación de nuestros hijos pueden ser determinados por asuntos políticos, y solo siendo activos y enunciando nuestras necesidades y preferencias políticas es que podremos lograr cambios.

La pasividad política no puede venir acompañada de quejas. Si uno jamás se ha educado sobre algún tema, jamás ha movido un dedo por generar cambios o trasmitir un mensaje, por despertar el interés político en otros, por repeler una ley o por pasar otra, si uno jamás ha votado o peor aún ha votado sin entender por qué o por quién se está votando, entonces uno no debería quejarse después. Las quejas no pueden ser permitidas si no hay una conciencia político/cívica activa y permanente en nosotros. En el mundo de ahora tenemos acceso a todo tipo de información y hay varias organizaciones y recursos que nos pueden ayudar a entender mejor alguna ley o la agenda política de cualquier candidato, etc. Además deberíamos darnos el tiempo de escuchar y explorar todos los ángulos de cualquier ley y/o argumento. No estamos en tiempos medievales cuando la información estaba controlada por unos pocos; ahora si queremos podemos aprender y opinar educadamente sobre distintos temas. Si no lo hacemos es por pura negligencia y vagancia de nuestra parte.

Si uno ha estado por mucho tiempo desconectado de actividades político-sociales nunca es tarde para colaborar y educarse, y así generar impacto. Lo mejor es comenzar participando en temas que nos interesan y apasionan, ya sean derechos humanos, educación, reforma migratoria, salud, etc. Ser políticamente activo no significa simplemente ir a las urnas y votar o escoger una ley o un candidato, ser políticamente activo significa estar involucrado, siguiendo y comprendiendo los procesos, las leyes, los candidatos que están allí afuera para poder tomar decisiones educadas y entender el impacto que éstas tendrán en nuestras vidas. Recursos para participar políticamente hay de sobra. Uno no puede asentir pasivamente cuando nuestro presente y futuro, y el porvenir del país donde vivimos, o el que nos vio crecer, están en riesgo.

COMPARTE
ÚLTIMAS NOTICIAS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *