El primer domingo de noviembre a las 2 de la madrugada los relojes se atrasan una hora. Ahora bien, hay que recordar que este cambio en el horario no se realiza para ganar una hora de luz solar al amanecer sino para terminar con el llamado “horario de verano†y recuperar la hora perdida desde que adelantamos los relojes en marzo pasado. A ese adelanto se le llama en inglés: Daylight Saving Time.
El “horario de verano†fue ideado por primera vez por Benjamin Franklin quien sugirió el concepto de alargar las horas de luz para ahorrar aceite de las lámparas mientras desempeñaba su papel como embajador de los Estados Unidos en Francia.
Luego, durante la Primera Guerra Mundial, Alemania fue el primer estado en aprobar el cambio de hora para reducir las horas de iluminación artificial y así ahorrar carbón que podría utilizarse en la guerra. Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial obligó a todos los estados a establecer el horario de verano para ahorrar energía. Durante el embargo de petróleo árabe en 1973-74, los Estados Unidos volvió a establecer una vez más el horario de verano y treinta años más tarde se promulgó la ley de política energética de 2005, que obligó a extender el horario de verano a partir de 2007.
El debate sobre el verdadero impacto ambiental del horario de verano continúa. En los últimos años, varios estudios sugieren que no ahorra energía y que incluso podría provocar pérdidas ya que sí bien se ahorraba energía durante las noches esta se gastaba aun más durante la mañana en las horas de oscuridad previas al amanecer. Sin embargo hay estudios que han demostrado que durante el horario de verano de 2011 el consumo de electricidad en Estados Unidos disminuyó en un 0,03 por ciento y el consumo de energía global en un 0,02 por ciento.
Según otro estudio realizado por Departamento de Energía, los números varían según la geografía. El norte podría ser un ganador leve porque no consumen tanto aire acondicionado como si lo hacen los estados del sur durante las horas de la noche.
También los partidarios del horario de verano argumentan que éste promueve un estilo de vida saludable ya que la gente reduce su tiempo frente al televisor y realiza actividades al aire libre durante las largas tardes de verano.
Si bien la disputa continua, no todo el mundo sabe que al retrasar los relojes este noviembre no es que estamos “perdiendo†una hora de sol en la tarde sino que estamos retornando al horario normal que nos correspondería de no haberse decretado durante el verano cuando con el “Daylight Saving Time†adelantamos nuestros relojes para ahorrar energía.