En tiempos pasados tuve la oportunidad de estar en la presentación de la investigación acerca de la elevación de los niveles del mar en Boston y los demás pueblos de sus alrededores. Esta magnífica investigación que han realizado los doctores Ellen Douglas, Chris Watson y Paul Kirshen nos pone en alerta y nos obliga a pensar en que se debe hacer.
Realmente ellos han identificado la amenaza, han demostrado cómo el cambio climático y el calentamiento global están afectando nuestra cotidianidad. Ya no es algo del futuro o de ciencia ficción: Esto es una realidad.
Los investigadores en su presentación explican que lo que tenemos que hacer es mitigar para bajar los niveles de emisión de gases efecto invernadero que están causando daños irreversibles al eco sistema. Un ejemplo de ellos, el más dañino de todos, es el Dióxido de carbón.
Identificada la amenaza y conocida nuestra vulnerabilidad estamos expuestos al riesgo: A (Amenzas) x V (Vulnerabilidad) = R (Riesgo). Conociendo estas variables debemos responder a la pregunta “¿qué hacer†y al tema relacionado con la amenaza.
Y sí hay mucho por hacer. Por ejemplo exigir a nuestros gobernantes, al sector público y privado que cese la emisión de gases efecto invernadero. Que se reduzcan drásticamente estas emisiones hasta un mínimo permitido. Lo que está en juego es la supervivencia de la humanidad, de las generaciones futuras. Hay que priorizar los verdaderos intereses de la humanidad sobre los intereses del capital financiero que dirige los destinos de la humanidad.
¿Cómo hacerlo? Dando a conocer en las escuelas, universidades y en todo foro en el que sea posible, y por todos los medios factibles, la gravedad de lo que nos está pasando y los riesgos a los que estamos expuestos. Debemos movilizar la ciudadanía para exigir que se respeten nuestros derechos especialmente nuestro derecho a la vida.
Pero ¿qué hacer frente a la vulnerabilidad? La respuesta es fácil: Prevención y preparación. En el ciclo de los desastres existen 3 fases: El antes, el durante y el después y cada una de estas fases tiene dentro de sí diferentes etapas, cada una de las cuales implica su propia gestión dentro de un proceso científico y técnico del manejo del riesgo.
Los desastres no son naturales, la amenaza si puede serlo. Si en un caso como el del incremento del nivel mar no prevenimos y no nos preparamos este desastre será una tragedia anunciada. Con el trabajo coordinado de los diferentes gobiernos de la región, de la industria privada, de los hospitales, de los organismos de atención: policía, bomberos cruz roja; con el sector educativo en todos sus niveles, con las iglesias y con la comunidad en general, cuanto antes se debe empezar este trabajo de prevención y preparación para minimizar de manera significativa cualquier posibilidad de riesgo.
Pensar en un reordenamiento territorial si es necesario, considerar construir diques, canales y enfocarse en preparar a la comunidad en general para este o para cualquier evento desastroso, como los que a diario estamos presenciando es una labor que se debe empezar antes de que sea demasiado tarde. Debemos tener listos y en funcionamiento los planes de emergencia y contingencia que el plan de manejo de crisis nos señala. Solo pueden faltar 90 años o quizás menos para que los riesgos señalados en la investigación de los profesores nombrados sean una realidad.
Debemos preguntarnos si ciudades como Boston y demás pueblos de Massachusetts, están preparados para eventos como los que sucedieron en Nueva York y Nueva Jersey donde el huracán Sandy causó los estragos por todos conocidos.
Prevención y preparación son la clave pero no van a evitar que sucedan estos eventos. Sin embargo la con preparación y prevención se puede minimizar los efectos de un desastre.
Oscar Franco es estudiante de maestría en emergencias y desastres y residente de Malden. Su e-mail es oaugustof8@yahoo.es