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Obama en México: ¿tiempo de definiciones?

Leonardo Vivas Peñalver • es director de la Iniciativa Latinoamericana del Carr Center for Human Rights Policy de la Kennedy School de Harvard University, y conductor del programa Detrás de la Noticia que se transmite por MasTV los martes a las 10:00am. Su e-mail es leonardo_vivas@harvard.edu Twitter: @Leovivasp

Finalmente, tras un intermedio que lleva más de un año ※un año y tres meses para ser exactos※ Obama decide visitar América Latina y en este caso viaja a México y Costa Rica. A decir verdad, a pesar de que Peña Nieto y México en general lucen entusiasmados con la visita, pareciera más bien que la Casa Blanca se moviliza a regañadientes, como esos esposos que van obligados a un concierto con la suegra. De tanto querer salvar el mundo, Obama se hace el loco con los vecinos y limita su actuación en América Latina al mínimo indispensable.

México por su parte, saliendo de la luna de miel que suele acompañar a los presidentes recién electos, busca sacar el máximo provecho económico posible con el mediático presidente estadounidense. Dada la cercanía con EEUU, México ha sido desde los años 90 un sitio privilegiado para la producción manufacturera a pesar de la avasallante competencia de China. Al aumentar los salarios en el gigante amarillo, como ocurre en la actualidad, se refuerzan las ventajas mexicanas.

Sin embargo, la relación comercial entre los dos países vecinos se complica por las interminables complicaciones para atravesar la frontera, como resultado de las revisiones para detectar droga. En promedio el paso de un vehículo de carga a través de alguna de las ciudades de frontera puede tardar 90 minutos y México hará todo lo posible por flexibilizar el proceso, bien sea utilizando medios electrónicos más sofisticados u optimizando los trámites administrativos que con frecuencia se repiten a ambos lados de la frontera. De lograrse estos cambios, México podría incrementar sustancialmente la venta de vehículos ensamblados, productos electrodomésticos, para la industria aeroespacial y una larga variedad de productos manufacturados a su vecino del norte.

La prioridad de Estados Unidos, en cambio, sigue concentrada en disminuir el tráfico de estupefacientes y otras drogas a través de la frontera. Durante la era Calderón México puso la cabeza en el yunque para contener el narcotráfico, con las consecuencias que todos conocemos: un aumento de la violencia, asesinatos por disputas, así como el incremento de otros crímenes. Entre ellos los secuestros, el tráfico de personas desde América Central, las “multas†a los negocios legales y el sicariato. Al parecer Peña Nieto tiene otros planes y frente al tema ha sido más que parco. Su política frente al narco es el secreto mejor guardado de su administración y frente a acciones masivas de la armada, como fueron típicas de su predecesor, se inclinan más al fortalecimiento de la policía y otros órganos civiles.

Incluso ha disminuido el intercambio policial con EEUU. La entrada continua de agentes estadounidenses de la DEA y otras agencias de seguridad para tratar directamente con las policías estadales y locales ha sido suspendida por el gobierno. De ahora en adelante cualquier acción policial de EEUU deberá coordinarse a través del Ministerio del Interior. Aunque Obama y su administración puedan estar amoscados por esta decisión, la Casa Blanca ha dicho que espera que México la convenza de que eso es lo más conveniente.

También se propone Obama conversar con Peña Nieto sobre el tema de inmigración, esperando que su contraparte mexicano sea comprensivo con el tema de política interna estadounidense más delicado de los últimos tiempos. En síntesis, que la retórica rimbombante que suele manifestarse en ocasión de estos encuentros ha dado lugar a conversaciones y acciones de un talante mucho más pragmático, en la búsqueda del máximo beneficio.