Sabemos que durante los últimos cinco años y debido a la crisis financiera, millones de norteamericanos han perdido parte de sus ahorros y activos. Lo que no se conocía es que el impacto de esa crisis ha sido mucho más fuerte en los bolsillos de las familias latinas y afroamericanas que en los de familias de raza blanca. Esto ha contribuido a que se amplíe peligrosamente la brecha de riqueza entre ambos grupos. Según un reciente estudio del Urban Institute: Si bien la diferencia en ingresos entre familias blancas y las de color se ha mantenido más o menos constante, lo mismo no ha sucedido con la “riqueza†de ambas, medida ésta en activos, ahorros, propiedades y seguros de retiro menos las deudas. En efecto, si antes de la recesión las familias blancas poseían cuatro veces más riqueza que las familias no blancas, la diferencia es ahora de 6 veces más. Específicamente, en dólares, la distribución es la siguiente: en promedio una familia blanca tiene una riqueza de $632,000 versus $98,000 de las afroamericanas y $110,000 de las hispanas.
Para muchos economistas la brecha en la riqueza es aun más dañina para las sociedades que las brechas que provocan las disparidades en el ingreso. ¿la razón? a diferencia de las disparidades de ingreso, las brechas de riqueza tienden a perpetuar las diferencias de generación en generación. Por ejemplo, podríamos deducir de estos números que los jóvenes de las familias hispanas o afroamericanas tendrán menos posibilidades que los jóvenes blancos de su edad de contar con el respaldo de sus padres para ir a la universidad o para montar un negocio propio. Esto a su vez hace más difícil su capacidad de construir riqueza lo cual impactará a su vez a sus descendientes, manteniéndose el círculo vicioso de la pobreza.
Desde 2005 hasta la fecha dos eventos han ayudado a que esta brecha se haya profundizado. En primer lugar, la abrupta caída en los precios de la vivienda a nivel nacional, factor que afectó más a las familias de clase media latinas y afroamericanas ya que una proporción mayor de sus activos estaba representada por la vivienda familiar. Por otra parte, precisamente por ser representantes de la clase media la gran mayoría de estas familias tuvieron acceso al mercado hipotecario al final de la burbuja financiera, justamente cuando los precios de las casas estaban más inflados. En consecuencia, al explotar la burbuja y caer el precio de las viviendas, se encontraron con altísimos préstamos hipotecarios que muchas veces superaban el valor de las casas y por lo tanto las terminaron perdiendo.
Igualmente, hay quienes aseguran que ha existido discriminación por parte de los bancos a la hora de otorgar préstamos. Según el profesor Tom Shapiro director del Instituto de Activos y Política Social de la universidad de Brandeis, existen comunidades de color que han tenido que pagar préstamos con tasas de interés hasta el doble de las cobradas en general a un prestamista medio.
En términos generales de acuerdo al estudio del Urban Institute, las familias hispanas han sido las más afectadas ya que han perdido aproximadamente el 44 por ciento de su riqueza entre los años 2007 y 2011 en comparación con la reducción del 31 por ciento sufrida por las familias afroamericanas.
Desafortunadamente esta brecha no se cierra con facilidad y amenaza con impactar a próximas generaciones de latinos. Para el director de la Asociación Nacional para el Mejoramiento de la gente de Color, Dedrick Muhammad esta brecha de riqueza va a ser muy difícil de cerrar y piensa que “no será revertida de manera automática con la recuperación económicaâ€.
En conclusión, la crisis financiera ha afectado particularmente a las comunidades latinas creando una brecha de riqueza aun mayor con familias de raza blanca. Esta brecha tiende a acentuar la desigualdad en el nivel de vida en los hijos y nietos de esas familias. Por ello, una de las conclusiones de este estudio sería promover desde el estado programas de préstamos subsidiados para las familias de color tanto para vivienda como para educación.