En los últimos días se han visto pavos silvestres rondando por toda la ciudad: encaramados encima de los bancos del parque, picoteando neumáticos en Brookline, paseando por Boylston Street, tratando de entrar en el edificio de la Reserva Federal, e incluso comiendo pizza.
Pero, ¿por qué? ¿Qué les gusta de esta fría ciudad? De acuerdo con la Federación Nacional de Pavos Salvajes, estamos en medio de su temporada de apareamiento. En su página web explican:
Cuando llega la época de apareamiento, en cualquier momento entre febrero y abril, los machos comienzan a cortejar a las hembras cuando aun se encuentran en zonas para invernar. Después del apareamiento, las hembras inician la búsqueda de un lugar apropiado para hacer su nido y poner huevos. En la mayoría de las áreas, los nidos se pueden encontrar en una depresión poco profunda de tierra, rodeada de vegetación boscosa, que esconde el nido. A los pavos salvajes les gustan los espacios abiertos para alimentarse, aparearse y caminar. Pero también usan las zonas boscosas para cubrirse de los depredadores y posarse en los árboles por la noche. Un hábitat variado de área abierta y cubierta es esencial para la supervivencia del pavo salvaje.
Así que los pequeños individuos sólo buscan el amor. Aunque resulta difícil olvidar esa violenta actitud que tenían los pavos salvajes en diciembre, cuando frecuentemente atacaban e intimidaban a los transeúntes de Brookline. ¿Seguirán así? Esto publica el sitio web de MassWildlife:
Los pavos pueden tratar de dominar o atacar a las personas, a las que normalmente perciben como «subordinadas». Este comportamiento es más evidente durante la época de cría. Pero una vez que ese comportamiento se ha arraigado en el animal, puede resultar muy difícil o imposible de cambiarlo. Los pavos que repetidamente retan o atacan a las personas y que se convierten en un peligro para la seguridad pública, podrían tener que ser sacrificados.
Los expertos coinciden en que la mejor manera de evitar una confrontación con un pavo silvestre es alejarse de él, no dejarse intimidar y salpicarle agua si es posible.
Un pavo silvestre frente al edificio de la Reserva Federal
