En vísperas del Mundial de Fútbol, y de las Olimpiadas de Río de Janeiro, que exigirán de Brasil un esfuerzo inaudito para ofrecer seguridad a dichos acontecimiento, la tragedia de la discoteca Kiss de Santa María en el Estado rico de Rio Grande do Sul y su repercusión mundial, ha sido una ducha de agua fría para el gobierno. La pregunta surgió enseguida: ¿Cómo un país en el que se producen tragedias como esa, con 234 muertos y 75 heridos aún en estado grave puede ofrecer garantías de seguridad en actos multitudinarios?
La tragedia de la discoteca, de la que cada hora aparece más claro que ha podido tratarse no sólo de un crimen culposo sino también doloso, revelador de un sin fin de ilegalidades y probablemente buena dosis de corrupción para obtener la licencia de un local que no cumplía la ley antiincendios, ha hecho movilizar al Gobierno y Parlamento.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que dejó la reunión de la cumbre de Chile para dirigirse al local de la tragedia lo ha manifestado tajantemente: “Tenemos la obligación de asegurar al país que eso jamás se volverá a repetirâ€.
El presidente de la Cámara, Marco Maia, del partido del Gobierno (Partido de los Trabajadores) acaba de anunciar la creación de una comisión que estudie la unificación de las leyes de concesión de licencias y prevención de incendios en el país. Se critica que, dejada la legislación en manos de los políticos locales, las posibilidades de que sean corrompidos son mayores.
El presidente de la Cámara, Marco Maia, del partido del Gobierno (Partido de los Trabajadores) acaba de anunciar la creación de una comisión que estudie la unificación de las leyes de concesión de licencias y prevención de incendios en el país. Se critica que, dejada la legislación en manos de los políticos locales, las posibilidades de que sean corrompidos son mayores.
En Santa María la policía está hallando indicios graves de crimen doloso ya que el local tenía cámaras de televisión por todas partes que han desaparecido. También ha desaparecido el ordenador que registraba toda la administración del local. Las imágenes son fundamentales para conocer el momento exacto en el que se produjo la tragedia, el tiempo que transcurrió hasta que fue abierta la puerta y si funcionaron o no los equipos antiincendios.
Lo que ahora preocupa a las familias de los más de cien heridos hospitalizados es que aún 75 de ellos continúan en estado grave. En la ciudad de la tragedia, una multitud de más de 30.000 personas, vestidas de blanco, recorrieron en silencio sepulcral los ocho kilómetros entre el lugar de la tragedia y el estadio donde fueron colocados los cuerpos de las vítimas para ser veladas.
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