Cuando los estadounidenses acudan este martes a las urnas lo harán no para votar al que será su presidente los próximos cuatro años sino a la persona que votará en su nombre al inquilino de la Casa Blanca en virtud de un sistema ideado por los ‘padres fundadores’ del país y recogido por la Constitución.
La agencia de noticias EP preparó un detallado artículo que explica el sistema electoral de Estados Unidos.
En concreto, lo que eligen los electores son los 538 compromisarios que integran el Colegio Electoral. Este número se corresponde con los 435 miembros de la Cámara de Representantes, los 100 miembros del Senado y los tres delegados del Distrito de Columbia.
El total de compromisarios se reparten entre los 50 estados y el Distrito de Columbia en base a su población. En estas elecciones se han producido cambios en el reparto de representantes con respecto a las elecciones de 2008 debido al ajuste realizado tras el censo de 2010.
Cada uno de los compromisarios emite un voto electoral y que debe ser para el candidato más votado en el estado, salvo en el caso de Nebraska y Maine, donde el voto electoral se distribuye en función del porcentaje de votos de los ciudadanos obtenidos por los candidatos.
Tras la votación, el presidente de cada estado debe emitir un certificado en el que se declara el candidato vencedor y se incluyen los nombres de los compromisarios que le representarán en el Colegio Electoral, y remitirlo al Congreso y a los Archivos de la Nación para que quede en el registro oficial.
La reunión del Colegio Electoral se celebra el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre, es decir, en esta ocasión será el 17 de diciembre. En realidad, los compromisarios no se reúnen físicamente en un mismo lugar sino que lo hacen en sus respectivos estados y depositan sus votos por separado para el presidente y el vicepresidente.
A continuación el resultado se registra en un ‘certificado de voto’ y se remite al Congreso y a los Archivos Nacionales para que quede registrado. Finalmente, los votos electorales son contados en una sesión conjunta del Congreso el 6 de enero.
El vicepresidente, como presidente del Senado, será el encargado de presidir la sesión de recuento y anunciar quién ha sido elegido presidente y vicepresidente de Estados Unidos. El elegido prestará juramento de su cargo el 20 de enero.
270 Compromisarios
Para ser elegido presidente son necesarios al menos los votos favorables de 270 compromisarios. Cabe la posibilidad de que ninguno de los dos candidatos consiga la mayoría de los votos, por lo que debería ser el Congreso el que elegiría al presidente y el vicepresidente.
La Cámara de Representantes elegiría al presidente de entre los tres candidatos más votados en una votación en la que cada delegación estatal tiene derecho a un voto, mientras que el Senado elegiría al vicepresidente. De ocurrir en esta ocasión, dado que los republicanos controlan más estados sería Mitt Romney el presidente, mientras que Joe Biden sería reelegido vicepresidente por el control que ejercen los demócratas en la Cámara Alta.
Esta situación se ha producido hasta ahora en solo dos ocasiones y ambas fueron en los primeros años de la historia del país. En 1801 Thomas Jefferson y Aaron Burr recibieron el mismo número de votos electorales y fueron necesarias 36 votaciones hasta que el Congreso eligió al primero.
En 1825 John Quincy Adams y Andrew Jackson tampoco consiguieron la mayoría de los votos electorales. Finalmente, la Cámara de Representantes eligió a Adams presidente pese a que Jackson había recibido más votos populares.
Voto popular vs. compromisarios
Precisamente esa es una de las paradojas de las elecciones estadounidenses. Un candidato puede recibir más votos de los ciudadanos pero no ser elegido presidente por tener menos electores. Esta circunstancia se ha producido en otras tres ocasiones, además de en 1825.
En 1876 Rutherford B. Hayes obtuvo el apoyo casi unánime de los estados pequeños y resultó elegido presidente a pesar de que Samuel J. Tilden obtuvo 264.000 votos más que él. En 1888 Benjamin Harrison se impuso frente a su rival Grover Cleveland, que tuvo más votos.
La última ocasión que se ha producido esta extraña circunstancia ha sido en 2000. En esas elecciones, el candidato republicano George W. Bush fue elegido con 271 votos electorales después serle adjudicados los compromisarios de Florida –por solo 573 votos– tras la impugnación del resultado y un nuevo recuento pese a que Al Gore había logrado casi 450.000 votos populares más en todo el país.
Según los analistas, si se repitiera esta circunstancia en tan breve lapso de tiempo y Obama se impusiera en electores y Romney en votantes, probablemente se abriría un debate sobre la necesidad de reformar el sistema.
Actualmente, si se tuviera que acudir a la Cámara de Representantes para elegir al presidente, se daría la circunstancia de que los siete estados menos poblados –con 5,3 millones de habitantes– superarían a los seis más poblados –con una población total de 125 millones– al contabilizarse un voto por estado.
Sin embargo, para reformar el sistema de Colegio Electoral haría falta una enmienda constitucional, algo difícil de lograr puesto que sería necesaria una ‘supermayoría’ de estados dispuestos a cambiar las normas y que perderían su poder si el sistema se fundamentara solo en los votos populares.
No obstante, para Burdett Loomis, un politólogo de la Universidad de Kansas, los republicanos podrían estar dispuestos a contemplar la posibilidad si pensaran que el Colegio Electoral, que tradicionalmente se consideraba que les beneficiaba, ahora beneficia a los demócratas.
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