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Opinión: ¿Qué va a ocurrir en Venezuela?

Si las elecciones en México tenían importancia tanto internamente como en Latinoamérica en su conjunto, la contienda electoral que tendrá lugar en Venezuela el 7 de octubre  va a ser un verdadero parteaguas. Bajo la conducción de Hugo Chávez ese país inauguró hace década y media una época de presidencialismo desbordado que busca eternizarse en el poder. So pretexto de sacar a los pobres de la exclusión que sufrían ※de lo cual se ocupó los primeros 10 años※ e inaugurar una época de mayor independencia económica el actual presidente ha sumido a Venezuela en una crisis de graves proporciones que su abultada chequera ha logrado esconder. A todo efecto práctico ha destruido el aparato económico que ya había sufrido los vaivenes típicos de las economías petroleras, que les va bien cuando los precios del petróleo aumentan y sufren cuando éstos descienden. Para sobrevivir, cada vez más venezolanos dependen de un empleo gubernamental pues la economía privada ha sido declarada enemigo número uno del socialismo bolivariano. La infraestructura, otrora ejemplo en la región, ha sufrido los efectos de una administración incompetente: apagones de electricidad, carestía de agua, carreteras y autopistas deterioradas y pocas nuevas construcciones. La producción petrolera, verdadera joya de la corona, ha disminuido a niveles alarmantes mientras la empresa oficial triplicó su nómina para ocuparse de todo lo que el estado no puede (como comprar y repartir comida). Si no bastara la destrucción del legado de épocas mejores, la delincuencia se ha desatado. Varias ciudades venezolanas están entre las más violentas del mundo, contabilizadas por los asesinatos.

Haber disfrutado de una época continua de precios petroleros elevados le ha permitido intervenir en la región a diestra y siniestra, comprando apoyos y promoviendo un modelo que neutraliza todos los poderes, barre la libertad de prensa y se eterniza en el gobierno. Como resultado algunos organismos interamericanos corren el riesgo de convertirse en verdaderos clubes de presidentes, echando por la borda organizaciones como la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos que fueron un puntal de defensa contra el salvajismo de las dictaduras del siglo pasado.

No obstante, no las tiene todas quien ha hecho de la autocracia cubana su fuente de inspiración. El cansancio del discurso populista que ha quedado para cantarle loas al presidente ha hecho mella en el electorado. Entretanto, la oposición se ha  reconstruido, acumulando fuerza en elecciones regionales y legislativas. Seleccionó en primarias ejemplares como candidato único a Henrique Capriles Radonski, joven gobernador que está dando muestras de un dinamismo que lo asemeja precisamente al fenómeno electoral que fue Chávez en 1998. Con poco que ofrecer como saldo de gobierno, el presidente Chávez ha inundado al país de publicidad pública y privada en su favor, contando con todos los poderes públicos, incluyendo al electoral, el cual se hace la vista gorda frente a los abusos del presidente. Además, la enfermedad que lo aqueja, cuyos detalles no se conocen, ha generado dudas sobre su capacidad para seguir ejerciendo el poder. Frente a esto Capriles, subestimado por los asesores del gobierno, ha visitado cerca de 120 poblaciones en mes y medio con un discurso certero que ofrece resolver los problemas, evitando toda disquisición ideológica, cercando al otrora todopoderoso y favorito permanente de las masas venezolanas. Poco a poco Capriles ha ido marcando la agenda política, abriendo un espacio de esperanza para millones de venezolanos cansados de la acumulación de males. Faltan dos meses decisivos pero mientras el presidente luce cansado, con un discurso defensivo y luchando contra molinos de viento internacionales, su contendor pacientemente ha conquistado un espacio cada vez mayor entre los electores. Volveremos sobre este tema el mes que viene.