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A!Por fin!

El anuncio llegA\0xB3 a los titulares de prensa y noticieros televisivos por breve tiempo pero luego se difuminA\0xB3 como tormenta tropical que termina en llovizna: el Presidente Obama decidiA\0xB3 instrumentar por vA\0xADa ejecutiva el Dream Act, postergando la repatriaciA\0xB3n de jA\0xB3venes inmigrantes mayores de 16 aA+/-os con mA!s de 5 aA+/-os continuos en el paA\0xADs y que cumplan con algunos requisitos educativos y de comportamiento cA\0xADvico. DespuA(c)s de mA!s de una dA(c)cada de A»ires y veniresA» en procura de una legislaciA\0xB3n integral sobre inmigraciA\0xB3n, Obama decide romper el celofA!n y proceder por vA\0xADa de hecho.

La respuesta ante este anuncio sorpresivo no se hizo esperar y el mundo conservador entrA\0xB3 en cA\0xB3lera con los argumentos usuales: se trata de una amnistA\0xADa, conspira contra los empleos de los jA\0xB3venes americanos, es ilegal y pare de contar. El contendor republicano Mitt Romney, en cambio, ha sido mA!s prudente y en entrevista televisiva se negA\0xB3 a afirmar que de ser electo cambiarA\0xADa la decisiA\0xB3n. Por su parte, organizaciones y legisladores hispanos han celebrado la noticia, llamando a profundizarla con una reforma integral.

MA!s allA! de los cA!lculos electorales hay que decir que era hora que alguna autoridad pAoblica estadounidense tomara el toro por los cuernos. Desde el primer perA\0xADodo presidencial de George W. Bush y con mayor fuerza en el segundo, ha habido intentos infructuosos del establishment polA\0xADtico, tanto de republicanos como de demA\0xB3cratas, por rehacer la legislaciA\0xB3n sobre inmigraciA\0xB3n, claramente desactualizada y que, en un intento por tapar el sol con el dedo, ha declarado a millones de personas en un rango subhumano, como A»ilegal aliensA», sin derechos y prA!cticamente sin existencia. QuizA!s haya sido Bush II, tan criticado en otros terrenos, el gran defensor del mundo hispano, acaso porque como gobernador de Texas le tocA\0xB3 vivirlo de cerca. Pero tambiA(c)n legisladores como McCain y el desaparecido Ted Kennedy fueron fA(c)rreos defensores de la necesidad de rehacer la legislaciA\0xB3n.

Cero. No hubo fuerza ni presiA\0xB3n electoral, ni consideraciA\0xB3n econA\0xB3mica o humanitaria, o el tA\0xADmido rescate de esta naciA\0xB3n como A»naciA\0xB3n de inmigrantesA», que lograra quebrantar los prejuicios construidos en las Aoltimas dA(c)cadas contra la inmigraciA\0xB3n hispana. Porque amigos, en el fondo de eso se trata: de un rechazo consciente o inconsciente al crecimiento del mundo hispano en Estados Unidos. Tras los argumentos sobre legalidad, impacto social o econA\0xB3mico, todos ellos dignos de consideraciA\0xB3n, hay un trasunto A»A(c)tnicoA» o cultural. AsA\0xAD como en otras A(c)pocas se hablA\0xB3 del A»peligro amarilloA» hoy se le teme al peligro hispano. Y no se trata sA\0xB3lo del mundo polA\0xADtico conservador. Un acadA(c)mico brillante y respetado como Samuel Huntington, hizo de ese tema su Aoltima batalla intelectual. En un famoso libro (Who are We?), el desaparecido profesor de Harvard, uno de los fundadores de la ciencia polA\0xADtica contemporA!nea, llegA\0xB3 a afirmar que, a diferencia de anteriores grupos de inmigrantes, los mexicanos y otros latinos no se han asimilado a la cultura estadounidense dominante (mainstream), formando en cambio sus propios enclaves polA\0xADticos y lingA\0xBCA\0xADsticos A-de Los A\0x81ngeles a MiamiA- y rechazando los valores anglo-protestantes que permitieron construir el sueA+/-o americano.A

De modo que en una decisiA\0xB3n largamente postergada Obama ha puesto el debate no en el espacio ambiguo del deber ser sino en el mundo terrenal y difA\0xADcil de las vidas de cientos de miles de jA\0xB3venes inmigrantes sobre quienes ha pendido la guadaA+/-a insensata e inhumana de la deportaciA\0xB3n. HabrA! que repensar los distintos elementos de la legislaciA\0xB3n de inmigraciA\0xB3n por rehacer, se enfrentarA!n posiciones distintas sobre quA(c) enfatizar, quA(c) borrar o quA(c) atenuar, pero ya nada serA! igual. Era justo: A!por fin!