El hecho de estar involucrado en eventos artA\0xADsticos y culturales me ha quitado un peso gigante de encima: preocuparme por conseguir entradas a conciertos. Ya sea por estar con mis propios artistas, o por la gracia de amigos y colegas, asisto a los eventos olvidando un poco la mA\0xADstica que rodea el hecho de conseguir los boletos para toda esa cantidad de eventos que, afortunadamente, se llevan a cabo en Boston y sus alrededores. Lo que mA!s me sorprende es ver los altos precios de la boleterA\0xADa en, debo aclarar, los conciertos de artistas hispanos. Mi interA(c)s no es cuestionar la calidad o legitimidad de los artistas hispanos, ya que mA!s bien estoy convencido del potencial y calidad de sus propuestas musicales; ademA!s trabajo con ellos. Quiero mA!s bien ponerme en los zapatos del pAoblico y entender mejor la relaciA\0xB3n costo-beneficio.
Como yo, existen muchos que cuestionamos las razones por las cuales un boleto de entrada para ver a por ejemplo, Los Temerarios cuesta $50, cuando la entrada para ver a Kimbra – quien gracias a su dAoo con el australiano Gotye, lleva mA!s de ocho semanas de nAomero uno en Billboard – cuesta $18 en un escenario de similar capacidad. Se podrA\0xADa pensar que los costos de estar de gira y venir desde por ejemplo, MA(c)xico, hacen que el precio de la entrada aumente considerablemente. Es totalmente entendible y para artistas, managers y promotores es un dilema de nunca acabar. Pero el argumento pierde fuerza si consideramos que Kimbra trae su mAosica desde Nueva Zelanda, bastante mA!s lejos que nuestros vecinos aztecas. Entonces, A?por quA(c) los conciertos de artistas hispanos son mA!s costosos que los conciertos de artistas anglo? Y no hablo de los grandes como Shakira, ManA! o Juan Luis Guerra, sino de artistas emergentes y de menor alcance.
La respuesta del pAoblico es, en esencia, la que determina cA\0xB3mo, cuA!ndo y dA\0xB3nde se debe presentar un artista. Y estA! en el promotor buscar una armonA\0xADa entre esos elementos para lograr una combinaciA\0xB3n que permita que el evento sea un A(c)xito. Esta es una labor ardua que implica muchos riesgos financieros y requiere una promociA\0xB3n incesante que va desde la radio, televisiA\0xB3n y prensa hasta promotores callejeros y los hA!biles comunicadores en las redes sociales. Los artistas deben recibir su pago y en general todos los involucrados deben ser compensados de acuerdo a su trabajo, unos mA!s que otros. A?Pero quA(c) pasa con el pAoblico? A?QuA(c) es lo que realmente estA! recibiendo? La experiencia de asistir a un concierto trasciende el simple hecho de ver cantar a un artista favorito: todo empieza con el anuncio del concierto, la promociA\0xB3n, el diseA+/-o de las boletas, la mA\0xADstica propia del artista antes de salir al escenario, la mAosica, las luces, las opciones de comida y bebida, la conveniencia del lugar, la tienda de artA\0xADculos del artista y la atmA\0xB3sfera en general. Me pregunto, A?serA! que el pAoblico que va a estos conciertos realmente recibe una experiencia Aonica e inolvidable? Pienso que no. Estoy convencido que la mayorA\0xADa de los lugares donde se llevan a cabo los conciertos de artistas hispanos (de nuevo, no me refiero a los grandes) en Boston, carecen de magia y de una infraestructura adecuada que permita reducir los costos y mejorar la oferta de consumo para el pAoblico.
Franco de Vita es un artista extraordinario, con una trayectoria de lujo. Pero, A A?pagar mA!s de $200 por la entrada VIP en el Lynn Auditorium? Como dicen en inglA(c)s: A»Really?A» Eso cuesta ver «The Wall», el monstruoso y espectacular concierto de Roger Waters (Pink Floyd) en Fenway Park. Por cierto, para A(c)se concierto no me han regalado ni media entrada…
Javier Parra es propietario de Moon2 Entertainment, compaA+/-A\0xADa de representaciA\0xB3n de artistas, y propietario de JC&P Creative, agencia de publicidad multicultural en Boston.
Para contactarle:A javier@jcandp.com