ir al contenido

Contra-Stavans

Misión cumplida–por lo menos esta semana. Luego de años de opresión, el grupo de lectores anónimos autodenominados «Contra-Stavans» hemos perdido la paciencia. Estamos cansados de las columnas de Ilan Stavans en este y otros periódicos. El columnista pretende saber de lo que habla. En realidad, es un impostor.

Por eso hemos organizado esta sublevación. Esta columna es nuestra, no de él, aunque su nombre aparezca al lado del título.

Hemos escrito cerca de 400 cartas al editor pero jamás son publicadas, como si lo que dice Stavans no fuera cuestionado. Es hora de anunciar a los cuatro vientos que sus lectores nos somos un manojo de idiotas.

¿Acaso sus editores le sugieren algún tema para su columna? No estaría mal que lo hubieran hecho de vez en cuando, aunque ahora es demasiado tarde. Leerlo cada siete días es una pérdida de tiempo. ¿De qué escribe Stavans regularmente? De las telenovelas, Woody Allen, los traductores del Quijote. ¿A quién le interesan esos temas? A nadie. ¿No es la obligación de un comentarista discutir temas de actualidad? En una de sus últimas columnas, Stavans imaginó un viaje alrededor de uno de sus dedos. ¡Por favor! En otra, propuso un mundo futurista en la que la gente estará obligada a ser optimista aunque no haya razón para ello. ¡Qué absurdo!

Y cuando Stavans se atreve a hablar de asuntos urgentes–Hugo Chávez, los efectos de 9/11, la ineficacia de Obama, el Medio Oriente, la xenofobia en Arizona–se esconde siempre detrás de malabarismos lingà 1/4ísticos. A Chávez de Venezuela lo pinta como un orangután. A Netanyahu de Israel lo describe como un fascista. De Obama dice que es un apocado al que le faltan cojones.
Nosotros los lectores anónimos demandamos sencillez. Los seudo-intelectuales como Stavans nos perjudican a todos. En vez de decir las cosas como son, las confunden, las pervierten. La gente que lee estos periódicos no es de alta educación. ¿Por qué se empeña Stavans en sentirse superior?

La gota que derramó el vaso fue su columna «Si yo fuera PresidenteÂ…» ¿Se postulaba Stavans en ella a la Presidencia? La idea, por supuesto, es irrisoria. Si ello ocurriera, no solamente tendríamos que leer sus pésimas columnas con obligada regularidad sino que habría que tolerarlo a diario. La primera máxima que ofreció Stavans en esa nota era que «prohibiría que mi nombre y mi foto fueran conocidos», y argumentaba que «el defecto principal de nuestro sistema gubernamental estriba en la confusión que existe entre la fama y la política». Pero, ¿no aspira Stavans a esa misma fama?

Como cualquier otra, esta columna era una trampa: Stavans daba la impresión de discutir estrategias políticas para mejorar nuestra realidad política aunque en realidad esas alternativas la entorpecerían aún más.

EntorpeceríanÂ… Este verbo es típico de Stavans. De hecho, ahora que los miembros de «Contra-Stavans» releemos este manifiesto, nos percatamos que él nos fuerza a hablar a su manera. Es decir, el impostor se hace pasar por nosotros. O nosotros por el impostor.

¡Ya basta! Hemos asumido las riendas. En el espíritu de las revoluciones en Rusia, las calles de Wall Street y el mundo árabe, los miembros de «Contra-Stavans» declaramos liberado este espacio público. El comité ejecutivo de estos periódicos ha accedido a nuestra demanda de silenciar a Stavans, al menos en esta ocasión. Esperamos que el cambio no sea temporal sino duradero.

Queremos advertirle al público que si Stavans vuelve a las suyas en siete días, el grupo «Contra-Stavans» no habrá sido derrotado. Juramos seguir nuestra lucha de manera secreta. Llegará el momento en que nuestra subversión logre su cometido.

Ilan Stavans Â*Autor y profesor mexicano. Titular de la cátedra Lewis-Sebring en Amherst College. Su e-mail es: ilan@elplaneta.com.

Últimas Noticias