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Bobby Valentine, un manager para poner orden en Boston

El nuevo manager de los Medias Rojas de Boston es tal vez el individuo perfecto para tomar las riendas de un equipo que viene de sufrir un colapso histórico que les dejó fuera de la postemporada.

Alguien que se supone impondrá orden y disciplina tras airearse versiones de que tres de sus abridores bebían cerveza, comían pollo frito y se entretenían con juegos de videos en el clubhouse cuando no les tocaba lanzar.

La biografía de Valentine es singular. Su carrera como jugador no fue brillante, pero vio acción en casi todas las posiciones, inclusive como receptor. Dirigió a los Rangers de Texas y Mets de Nueva York, a éstos últimos en una Serie Mundial contra sus vecinos Yanquis. Ganó la Serie de Japón de 2005 al mando de los Chibba Lotte Marines.

Este fue el piloto que, cuando dirigía a los Mets, fue expulsado de un juego y luego regresó a la cueva con un bigote falso.

También asegura que fue el inventor del sándwich enrollado con masa de tortilla.

«Me gusta que se diga que soy impredecible», dice Valentine. «Conmigo nada es seguro, ya sea en el primero o noveno inning. Un general en combate no puede ir siempre por el flanco derecho. No siempre funciona así».

OLVIDAR EL COLAPSO

Directo, campechano e intenso. Todos esos son atributos que se compaginan con la personalidad de Valentine.

Uno de sus primeros edictos al frente de los Medias Rojas fue imponer una ley seca para sus jugadores en el estadio: ya no se podrá consumir bebidas alcohólicas antes, durante y después de los juegos.

«Eso está bien, aquí no estamos para estar tomando. Esto no es un bar», concordó el bateador designado David Ortiz.

Pero el principal deber de Valentine es que los Medias Rojas volteen la página de la debacle del pasado septiembre, en la que con una marca de 7-19 en el mes final de la campaña dejaron escapar el boleto de wild card.

Boston se convirtió en el primer equipo en quedarse fuera de la postemporada tras sacar una ventaja tan amplia, de nueva juegos, por un boleto para los playoffs.

Las consecuencias por el desplome no se hicieron esperar.

Theo Epstein, el arquitecto de los equipos que ganaron dos campeonatos de la Serie Mundial, buscó otro horizonte y lo encontró en Chicago, donde ahora es el presidente de una franquicia que lleva más de una siglo sin ganar la máxima corona.

Al manager Terry Francona le mostraron la puerta de salida cuando se hizo evidente que había perdido el control y ahora se desempeña como comentarista de ESPN, esencialmente en un canje por Valentine.

Ben Cherington, mano derecha de Epstein, asumió como nuevo gerente general.

Sus movimientos fueron escasos, pero vitales. Uno fue retener a Ortiz, quien pudo haberse marchado como agente libre, y recomponer el bullpen.

Pero no se hicieron adquisiciones que ameritasen concurridas de prensa, como las de Adrián González y Carl Crawford un año antes, tras firmar contratos que entre los dos ascendieron a los $296 millones de dólares en valor.

LA MEJOR OFENSIVA DE LAS MAYORES

Más allá de los escándalos y el sinsabor dejado por septiembre, los Medias Rojas no necesitaban hacer mayor cosa en cuanto a su ofensiva.

Siguen siendo un equipo repleto de talento, uno que fue el líder de carreras anotadas en las mayores el año pasado.

¿Quién no quisiera tener a Jacoby Ellsbury, Dustin Pedroia y González bateando 1-2-3 en el orden ofensivo?

–El desplome pudo haberle costado el premio al jugador más valioso a Ellsbury, el jardinero central que bateó para .321 con 32 jonrones y 105 remolcadas, batiendo sus marcas personales.
–Luego de un 2010 plagado por dolencias físicas, el intermedista Pedroia sacudió 21 jonrones con 91 producidas.
–Como se esperaba, la mudanza a Fenway Park le sentó de maravilla al mexicano González. Bateando desde la izquierda, el inicialista pegó 27 jonrones y 45 dobles, además de pr

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