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Latinoamericanos capean crisis con más astucia que españoles

BARCELONA (AP) – El peruano Arturo Silva Muñoz ha hecho de todo desde que llegó a España. Trabaja cargando bultos, en construcción, como vigilante, barrendero.

«Cuando decidí venirme a España hace seis años, mis amigos me dijeron que estaba loco, que en mi país vivía como un señor y tenía un nivel. Que acá iba a trabajar de cualquier cosa», relata el ex operador grafista, de 54 años, quien ahora ejerce de portero en una finca en el centro de Barcelona.

Todavía en Perú, «yo tenía mi propia máquina y también muy buenos clientes… pero llegaron las multinacionales y no pude competir con los precios», explicó el ahora pluriempleado Silva, cuya lucha actual consiste en enviar dinero a su familia.

En materia económica, las noticias buenas escasean últimamente, especialmente en España. Pero el hecho de que los envíos de dinero por parte de inmigrantes a sus países de origen haya venido recuperando el dinamismo de antes quizás sea un buen síntoma.

En la delicada situación del país, la recuperación de las remesas obedece, básicamente, a la capacidad de adaptación de los migrantes, que han sabido modificar sus hábitos para salir a flote.

Iñigo Moré, director del centro de investigación Remesas.org, señaló que «antes de entrar en crisis en 2008, bajó la cantidad de dinero que los inmigrantes enviaban a sus países y, luego, el producto interior bruto (siguió esa tendencia). Este año han vuelto a subir las remesas».

Los inmigrantes no ganan necesariamente más dinero que antes ni tienen más ofertas de trabajo. «No se destruye empleo como en los dos años anteriores, pero tampoco se crea», explicó el experto.

Aun así, el envío de remesas de inmigrantes se incrementó en un 16,7% en el primer trimestre de 2011 en comparación al mismo periodo del año anterior cuando fue de 1.582 millones de euros (unos 2.100 millones de dólares) a 1.846 millones de euros (casi 2.458 millones de dólares), según el Banco Central de España, que registró la máxima bonanza de envíos en el último trimestre de 2007 cuando alcanzaron 2.318 millones de euros (3.086 millones de dólares).

Elena Sánchez Montijano, investigadora de inmigración en el Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona (CIDOB) dice que «los inmigrantes están colaborando en la recuperación económica porque se han adaptado mejor a la situación de crisis que muchos españoles, aceptando trabajos por debajo de sus calificaciones e, incluso, reubicándose. Aunque sea en trabajo sumergido y no coticen en la seguridad social, ganan dinero y estimulan el consumo. Eso, indirectamente, sí aporta».

Así, esencialmente el inmigrante viene a España a trabajar y mandar dinero a su país de origen.

«Las remesas se contabilizan desde hace poco y no reflejan del todo las cantidades reales, porque no se tiene en cuenta el dinero que viaja en mano», aclaró Sánchez.

Los datos del segundo trimestre fueron sensiblemente inferiores: 1.746 millones de euros, pero los analistas coinciden en que el reajuste obedece más a la capacidad de reacción de los inmigrantes ante las bajadas y subidas del valor de la moneda que a falta de liquidez. De la misma forma en que modifican sus hábitos para salvaguardar la economía familiar, esperan el momento en que el cambio les favorezca para enviar sus remesas.

«Los fines de semana también trabajo de vigilante en una obra: doce horas, de seis de la tarde a seis de la mañana», explica Sánchez. «Suelo mandar entre 600 y 700 euros al mes de un sueldo de unos 1.300 (euros). El problema es que, cuando el euro bajó de precio, tuve que poner más de mi parte y la cosa está difícil porque además ya tengo una edad avanzada», explicó.

Moré subrayó que los inmigrantes «son un colectivo estructuralmente más vulnerable y golpeado duramente porque llevan menos tiempo en el país y tienen menos subsidio de desempleo».

Esas condiciones los orillan «a reaccionar con mayor velocidad a las situaciones», no como los españoles, quienes qui

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