En Wheelock College el número de estudiantes latinos ha incrementado en los últimos años, un logro que enorgullece mucho a miembros de la facultad de la institución.
«Es importante que nuestros muchachos latinos tengan acceso a educación de calidad», dijo Marta T. Rosa, asistente especial a la presidenta de Wheelock en asuntos externos y de gobierno. «El futuro está en sus manos».
En 2005, había 35 latinos estudiando para obtener una licenciatura. Este año la cifra ha aumentado a 94 latinos, en la institución que alberga a un total de 830 estudiantes, según estadísticas provistas por Wheelock.
A la misma vez, Wheelock indica que el número de estudiantes hispanos que están estudiando postgrados ha incrementado de 10 en 2005 a 21 en 2011. Hoy en día, hay un total de 332 estudiantes curando postgrados en el colegio. Wheelock especializa a sus estudiantes en ámbitos de educación, trabajo social, artes y ciencias.
Rosa está encargada de asuntos comunitarios, relaciones públicas y cualquier asunto político relacionado con la institución. Ella dijo estar comprometida a incrementar la diversidad de Wheelock y de empoderar a la juventud latina.
«Queremos tener estudiantes que reflejen las comunidades donde vivimos», dijo Rosa, 53.
Rosa dijo que para ella y el colegio es muy importante preparar a maestros, trabajadores sociales que se puedan identificar con la población que sirven.
Ella agregó que el tener líderes latinos es algo que potencialmente inspire a otros jóvenes, ya que pueden ser testigos de que el éxito si es posible.
Para asegurar que los estudiantes latinos se sientan incluidos socialmente en la comunidad de Wheelock, el colegio ha creado la organización «La Herencia Latina», dijo Rosa.
«La Herencia Latina» fue establecida en 2010 y es un club en el cual estudiantes latinos se apoyan no solo socialmente, pero también académicamente, comentó.
«Muchos de estos estudiantes son los primeros en sus familias en ir a la universidad. Ellos necesitan apoyo y orientación siendo la primera generación de universitarios», señaló Rosa.
Rosa emigró a Estados Unidos a los nueve años de Puerto Rico, y en esta transición también vivió retos.
Al no hablar inglés al venir a este país, los oficiales de la escuela en Chelsea, la ciudad donde creció, la retrasaron dos años escolares.
«Yo estaba supuesta ha entrar a sexto grado, pero me pusieron en cuarto», recordó Rosa. «Eso es algo que puede desmoralizar a algunas personas porque se sentirían más vi