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Trabajo Sucio y Pesado: Latinos limpian derrame en el Golfo

Por Annie Correal / Feet In 2 Worlds

En Port Fourchon, Luisiana, hay una playa de arena blanca que se extiende por millas. Los pelicanos pescan por encima del agua y, ocasionalmente, un delfín se asoma en una ola. Es difícil de creer, pero como la nación ha estado observando por televisión en estos meses de verano, el mayor derrame en la historia sigue ensuciando con petróleo a estas playas.

Víctor Cariás, de 22 años, es el supervisor de un equipo de limpieza de 20 personas. Es originario de Guatemala pero ha vivido en Carolina del Sur y Luisiana por los últimos años. Él dirige a los trabajadores para que aíslen y remuevan las manchas brillosas de petróleo crudo debajo de la capa superior de arena.

«Lo que hacen es que escarban y la arena que está buen ala guardan», explicó Víctor. «Intentan recaudar el petróleo y ponerlo en bolsas».

Víctor vino a Estados Unidos después que sus padres cuando tenía 18 años y, poco tiempo después, encontró trabajo limpiando petróleo. Ahora su madre, padre, hermano y hermana trabajan con él limpiando el derrame. Como muchos de los equipos, su grupo empezó a trabajar juntos a días del desastre ecológico, y todos son latinos.

La mayoría de trabajadores son de República Dominicana, pero también hay gente de Puerto Rico, Cuba, Honduras y Guatemala. El jefe de Víctor es una mujer colombiana de nombre Martha Mosquera. Su compañía, Tamara’s Group, tiene un contrato de limpieza en Luisiana y Misisipí, y dice que el 90% de sus trabajadores son hispanos. Es muy probable que este escenario se repita en todo lo largo de la costa del Golfo, pero BP (British Petroleum) dice que no está llevando registro de la raza y etnicidad de los equipos de limpieza.

Los trabajadores latinos en Port Fourchon provienen en su mayoría de comunidades de inmigrantes nuevas cerca de Nueva Orleáns – Kenner, Bridge City, Gretna – y durante el verano se quedan en casas de renta o en tiendas de acampar en la costa mientras realizan este difícil trabajo. Muchos llegaron a Luisiana para ayudar en la reconstrucción después del Huracán Katrina. Otros hicieron de su profesión la limpieza de derrames de petróleo, como Víctor. Uno de sus primeros trabajos fue en 2006, cuando dos barcos chocaron en el Misisipi.

«Desde Chalmette hasta Belle Chasse, hemos estado limpiando toda esa área, tratando de sacar el petróleo», dijo. «Y he estado en Tulsa, Oklahoma, una de las plantas petrolíferas tuvo una explosión, el petróleo se derramó en la ciudad y yo estuve ahí. Nuestro trabajo era remover el petróleo con agua a presión, limpiarlo y alistar para demolición».

Víctor es lo que uno puede llamar un «migrante del desastre». El derrame de BP es el cuarto en el que él ha trabajado. Dice que normalmente, días después de un derrame, los contratistas visitan iglesias para reclutar trabajadores. Pero en esta ocasión, todos sabían lo que había pasado inmediatamente.

«Nunca había visto algo como esto. Todos los derrames que he trabajado, si los pones todos juntos, no es ni siquiera un cuarto de esto», dijo.

Víctor y su equipo se han dado cuenta de los riesgos que implica estar involucrados en esta línea de trabajo. Después de todo, tienen que vestir botas y guantes, y tienen que ser descontaminados cuando dejan el sitio. Ya han muerto al menos dos trabajadores de insolación. Pero dicen que en esta economía, el riesgo vale la pena. Ellos ganan entre $12 y $15 la hora, más tiempo extra, alojamiento temporal y $30 diarios para comidas.

«Todos, si están aquí, es por una razón, y esa razón es que necesitan este trabajo», explicó Víctor.

A principios de junio, la Secretaria de Trabajo de EE.UU., Hilda Solís,

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