Desde el próximo 22 de julio, y hasta el 15 de agosto, los habitantes de Boston podrán disfrutar de uno de los espectáculos que Cirque du Soleil ha desarrollado más recientemente. OVO (‘huevo’, en portugués), da una mirada al mundo de los insectos y a la rutina de la existencia diaria de esos animales; el huevo aparece, en escena, como un elemento simbólico y enigmático, que representa el ciclo de la vida.
OVO es un show único.
Iñaki Diéguez, acordeonista de Cirque du Soleil, que trabajó en el montaje de Alegría, y que ha hecho parte del grupo de OVO desde que la idea empezó a gestarse, atribuye lo excepcional de este show, en parte, a que «es un espectáculo para toda la familia», cosa que es característicamente importante en este caso, puesto que la mayoría de actos del CDS son dirigidos a adultos.
Diéguez, nacido en Irún, parte del País Vasco, en España, ha participado en todas y cada una de las funciones que el grupo de OVO ha dado alrededor del mundo, y atestigua que «escuchar a los niños durante el show le da un encanto especial al espectáculos».
El hecho de que el nombre del show es una palabra en portugués no es gratuito. Uno de los elementos más importantes de OVO es la presencia de música brasileña en todo el show. Así mismo, las danzas y coreografías, organizadas bajo la dirección de Deborah Colker, artista nacida en Río de Janeiro, aluden a la sensibilidad latina e hispana.
La puesta en escena, como en todo show de Cirque du Soleil, es excepcional. El huevo, que es inflable, mide 28 pies de ancho y 22 de alto. Los elementos escénicos, todos, buscan evocar a la naturaleza, siempre con el fin de hacer sentir a la audiencia en medio del hábitat de los insectos; muchas veces puede asimilarse a una cueva, otras a un bosque.
Es precisamente el hecho de que lo visual de OVO alude al mundo de la naturaleza, con el que la mayoría de niños se pueden relacionar fácilmente, lo que hace este espectáculo tan atractivo para un público general y más amplio.
La experiencia de trabajar con OVO, para Iñaki, es siempre «culturalmente enriquecedora». En el grupo que actúa y hace la música de OVO, hay más de 50 artistas de más de un quincena de nacionalidades. Convivir con un grupo tan diverso, en el que cada integrante aporta constantemente con distintas formas de arte, es una de las cosas que más fortalece la relación entre los miembros del reparto de OVO.
Ha sido, también, un reto especial para el acordeonista de Irún, pues OVO es el primer espectáculo en que debe sumergirse totalmente en música brasileña. Principalmente, él estudió con músicos europeos, y su formación es en música clásica.
Para él, ha sido «totalmente diferente» trabajar con el tipo de música que OVO tiene como elemento clave; «tienes la técnica, pero es como empezar de cero», afirma Diéguez.
Esto es, igualmente, prueba de cuán distintos son los shows del Cirque du Soleil: así se haya asistido a todos los espectáculos que el CDS ha hecho famosos alrededor del mundo, la experiencia de la audiencia de OVO sería maravillosamente incomparable.
Julio y agosto, para los habitantes de Nueva Inglaterra, serán meses de regocijo.
La oportunidad de ver OVO no es una para desperdiciar.