Algunos de mis colegas afroamericanos de los medios están disgustados por la falta de diversidad racial en los noticieros de televisión por cable –especialmente en las horas de mayor audiencia.
El asunto volvió a surgir después de que CNN cancelara, recientemente, el programa de entrevistas «In the Arena» (En el Ruedo), un fracaso de audiencia cuyo locutor era Eliot Spitzer. La Asociación Nacional de Periodistas Negros se quejó de que parecía no haberse considerado a periodistas afroamericanos como locutores de un programa de reemplazo.
Felicitaciones. Es una buena causa que siempre es relevante. De hecho, a medida que pasa el tiempo, se vuelve más importante. No se trata sólo de conseguir trabajo para periodistas. Se trata de algo mucho más esencial: de mantener la relevancia del periodismo en su totalidad, para que sea vital y forme parte de los tiempos cambiantes. ¿De qué les sirve, a los ejecutivos que dirigen el puñado de empresas mediáticas que producen la mayoría del contenido de noticias, enterrar la cabeza en la arena y fingir que la composición demográfica de Estados Unidos es la misma que cuando comenzó la televisión?
Aún así, es una lástima que muchos afroamericanos de mi profesión se concentren en lo que es bueno para ellos y en lo que podría realzar sus propias carreras. No parecen haberse dado cuenta de que hemos ido mucho más allá de la televisión en blanco y negro. Hay otros colores en el espectro, que a menudo se pasan por alto cada vez que se trae a colación el asunto de la diversidad.
No es que eso sea fácil de hacer cuando, por ejemplo, los latinos representan –según el Censo de 2010– el 16.3% de la población estadounidense y los afroamericanos representan el 12.6%. O cuando consideramos que los asiático-americanos componen uno de los grupos étnicos de crecimiento más veloz en Estados Unidos.
Sin embargo, cuando la NAACP abordó, recientemente, el asunto de la diversidad en un comunicado de prensa, su queja se limitó al hecho de que «no hay locutores ni presentadores afroamericanos en ningún programa de noticias nacional, ni en las cadenas normales ni en las de cable, entre las 5:00pm y las 11:00pm. Olvídense de todos los demás. Sin duda, es normal que la NAACP defienda los intereses de los afroamericanos. Las organizaciones que representan
a asiáticos, latinos y amerindios deberían hacer lo mismo. Si no lo hacen, es su culpa.
Pero he aquí mi problema: a menudo, los que presionan para la apertura de oportunidades para los afroame-ricanos dicen defender a toda «la gente de color» cuando en realidad, sus objetivos siempre se reducen al progreso de un grupo minoritario.
Los afroamericanos quieren que haya un locutor negro en las horas de mayor audiencia. Muy bien. Pero los latinos están comenzando de cero. No cuentan con una presencia en CNN durante el día, ni durante las horas pico ni en ningún momento. Lo mismo ocurre con otras minorías.
Es una cuestión de cifras. Los defensores toman el 12.6% de la población que representan los afroamericanos y agregan el 16.3% de los latinos, el 4.8% de los asiáticos y el 0.9% de los amerindios y de pronto, se está hablando de un consorcio de «minorías» que da cuenta del 34.6% de la población de EE.UU. Es una gran porción del pastel y es difícil ignorarla.
Como latino, no espero que las organizaciones de afroamericanos aboguen por mí. Puedo hacer eso yo solo. Pero, entonces, no me usen.
Cambiando de canal, mis colegas negros también tienden a disgustarse cada vez que las empresas mediáticas les lanzan una bola curva cuando, por ejemplo, contratan a una agitador racial, que no es periodista, como presentador de un programa de TV y pasan por alto a docenas de afroamericanos más calificados, que han pagado su derecho de piso como reporteros, editores o locutores locales. Eso parece ser lo que está a punto de suceder en MSNBC, donde lo