Por Miriam Valverde
Orgullosos de su patria, miles de puertorriqueños se congregaron en Roxbury la semana pasada para celebrar las tradicionales fiestas puertorriqueñas.
Durante tres días, llenos de música, comida típica y diversión, los puertorriqueños dejaron atrás cualquier preocupación y salieron a divertirse junto a familiares y amigos.
Las fiestas empezaron el viernes en el Campo Playstead del Franklin Park con la presencia de varios vendedores de comidas y música en vivo de artistas de diferentes géneros, incluyendo salsa y reggaetón.
El sábado, la celebración continuó con la participación de más cantantes animando a los fieles asistentes. La alegría fue complementada por juegos de atracción, creando un energético sentido de carnaval.
«Esta es una gran manera de poder representar nuestra isla y saber cuántos puertorriqueños estamos acá», dijo el sábado Nestor Rentas, de 55 años, mientras cargaba múltiples banderas puertorriqueñas para vender. «Queremos que otras generaciones conozcan nuestra cultura».
La cumbre del Festival Puertorriqueño de Boston, que cumplió 45 años de celebrarse, fue el domingo, cuando miles de personas salieron a las calles para ver un colorido desfile.
Alex Luna, 29, nació en Puerto Rico pero vive en Lowell desde hace cuatro años. Luna sonrientemente alzaba su bandera puertorriqueña en el aire mientras escuchaba a un cantante de salsa. Él dijo que una de las cosas más atractivas de la celebración era la comida típica. «Ahí es el primer lugar donde fui, compré un pin cho», dijo. «Me gusta mucho el ambiente y ver a muchos puertorriqueños juntos aquí», agregó Luna, quien pasó horas en el parque.
William Santiago, 52, llegó al parque preparado. Santiago disfrutó de la música cómodamente sentado en una silla roja portátil.
«Esta es mi gente. Esta es mi cultura», dijo Santiago, originario de Puerto Rico pero residente de Massachusetts desde 1997. «Llevo tres horas acá y todavía no me voy, estoy preparado para los 15 rounds», dijo.
Asistentes vestidos en colores de la bandera formaron un mar de rojo, azul y blanco. Muchas personas bailaban con sus banderas en el aire al ritmo de la música.
«Esto es el folklore de nosotros», dijo Maria Pagan, 28, cuyo hijo de ocho meses, Sebastián, estaba vestido con un traje azul y rojo, con las palabras «Boricua» y «Puerto Rico» escritas. «Queremos que la cultura continúe y que siga creciendo», dijo.