Por Glen Johnson y Steve Leblanc
En una sorpresa histórica en el bastión liberal de Massachusetts, el republicano Scott Brown aprovechó el disgusto de los votantes para derrotar a la fiscal general (demócrata) Martha Coakley, con lo que se apoderó de un escaño en el Senado federal.
La derrota de Coakley, quien llegó a ser la amplia favorita, da a los republicanos el escaño que el fallecido senador Edward M. Kennedy ocupó durante casi medio siglo, y anticipa graves problemas políticos para el partido gobernante hacia finales de este año, cuando se realizan elecciones nacionales para renovar asientos en la Cámara de Representantes, el Senado y varios gobiernos estatales.
Brown se convertirá en el 41er republicano en el Senado, de 100 miembros, lo que permitiría al partido opositor bloquear la legislación de salud de Obama y el resto de su agenda.
Las acusaciones mutuas de los demócratas comenzaron hace más de una semana, cuando las encuestas comenzaron a mostrar una contienda apretada. La Casa Blanca acusó a Coakley de realizar una tibia campaña, y los colaboradores de la candidata responsabilizaron al gobierno federal.
Debido a la tibia campaña de Coakley durante la última semana, Obama debió volar a Boston para realizar el domingo un esfuerzo último, desesperado y personal por salvar la campaña.
Tras el conteo del 97% de los distritos, Brown tenía el 52% de los sufragios, contra 47% de Coakley.
Estas elecciones convirtieron a Massachusetts, otrora un bastión fiable de los demócratas, en un estado de intensa lucha política. Los comicios se realizaron en un marco de animosidad y resentimiento de los votantes por el persistente desempleo, el rescate a las grandes empresas, los crecientes déficit presupuestarios federales y las disputas partidistas alrededor de la reforma de salud.
Brown, de quien un triunfo se consideró algo imposible durante semanas, aprovechó ese descontento para rebasar a Coakley en la recta final de la campaña. Las encuestas mostraron que su candidatura devolvió el entusiasmo perdido a los republicanos, atrajo a los demócratas decepcionados y a los independientes descontentos con el rumbo que tomaba el país.
Durante su campaña, Scott Brown se presentó a sí mismo como el hombre común de pensamiento independiente, un candidato moderado que luchaba contra la «maquinaria» de los demócratas.
Sin embargo, como político republicano en su estado, Massachusetts, Brown alguna vez se vio a sí mismo a la derecha de su propio partido.
En una ocasión propuso una enmienda que habría permitido a los médicos de salas de emergencias negarles anticonceptivos de emergencia a las víctimas de violación, con base en las creencias religiosas de los especialistas.
Esta medida le ganó la ira de sus compañeros republicanos, aunque Brown votó en favor de la versión final de la iniciativa sin incluir esa posible enmienda. Brown pudo manejar su propia imagen en la mente del público en gran parte por una escasa respuesta inicial de la demócrata Martha Coakley, la fiscal general que