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Una probada de arte mexicano

Por Evan J. Garza

La época posterior a la Revolución Mexicana de 1910 fue turbulenta para los mexicanos, un período que se vio agudizado por los efectos de la Primera Guerra Mundial en la década siguiente. El mundo – y el arte – se encontraba sufriendo los dolores de parto del nacimiento del modernismo.

Dos exposiciones recién inauguradas en el Museo de Bellas Artes de Boston (MFA, por sus siglas en inglés) destacan esta época en la historia del arte mexicano a través de dos puntos de vista: la de un fotógrafo norteamericano originario de Illinois con su amante italiana, y la de un grupo de muralistas y litógrafos mexicanos. Si bien las dos exposiciones se enfocan en contribuciones de cada artista, también implican, desafortunadamente, que un diálogo sobre este período en México de alguna manera no está completo sin tener que conjurar a Frida Kahlo.

«Viva México! Edward Weston and His Contemporaries» es una mezcolanza sobre extendida de fotografías tomadas por el artista norteamericano durante su estancia en México entre 1923 y 1926. La exhibición está tomada casi en su totalidad de la Colección Lane – considerada una de las más importantes colecciones del trabajo del artista – que fue prestada al museo. Muchas de las fotos de Weston en la exposición, si bien poco comunes y ricas en textura y claridad, parecen más estudios que obras genuinas, lo cual molesta un poco. Sin embargo, la atención se desvía rápidamente de Weston en la exposición.

También se presentan fotografías del hijo de Weston, Brett; del fotógrafo norteamericano Paul Strand; y de la novia de Weston, Tina Modotti, la celebridad italiana que se convirtió en su asistente y modelo a cambio de clases profesionales de fotografía. Se presentan imágenes desnudas de Modotti en la Galería Herb Ritts del MFA, y una hecha por ella de un mural de Diego Rivera basado en una foto de Modotti desnuda tomada por Weston.

Junto a esta pieza está «Desnudo», de Manuel Álvarez Bravo, el único artista mexicano en esta galería. Este tipo de conexiones parecen apropiadas en éste contexto, en el cual los artistas mexicanos se veían claramente influenciados por otros artistas que trabajaban en México y viceversa. Quizá sea por eso que se incluye un retrato fortuito de Frida Kahlo tomado por Nickolas Murray en 1939. «No podíamos tener una muestra fotográfica mexicana sin Frida», dice Karen Hass, la organizadora de la exposición y curadora de fotografías de la Colección Lane. ¿En serio? Yo creo que ciertamente sí se puede.

En una galería adyacente se exhibe «Vida y Drama: Modern Mexican Prints», una contraparte mucho mejor curada y culturalmente instructiva que la muestra anterior. Mientras que la de Weston se concentra en textura, luz y ejercicio formal, «Vida y Drama» se enfoca directamente en la influencia que tuvieron algunos artistas e impresores en la identidad, la sociedad y la modernización de la producción artística en México.

Se incluyen obras de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, quienes son conocidos como «Los Tres Grandes», pues su trabajo comprende tres de las más grandes contribuciones al muralism

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